La Coca -Planta de Poder y las repercusiones políticas, científicas, sanitarias y ambientales de la arremetida en su contra*

María Mercedes Moreno

Resumen:

Una de las grandes prerrogativas que tienen Brasil y Colombia en el escenario mundial es el de ocupar el primer y segundo lugar, respectivamente, entre los doce países con mayor diversidad biológica del mundo. Eso no es poco decir en un mundo cuya sociedad civil está decidida a recuperar, proteger y dejar un legado natural para las futuras generaciones.

Una parte integral de esta gran riqueza y biodiversidad natural son las Plantas Maestras. Estas Plantas de Poder, entre otras, la Ayahuasca, el Yopo amazónico y la Hoja de Coca, son parte de la historia, costumbres, religiosidad, ciclo de vida y sanación de estas regiones. El deseo prohibicionista de erradicarlas y consiguientes intentos por suprimir los conocimientos y poder que de ellas se derivan son un atentado contra la Naturaleza y los derechos autónomos de los Pueblos a sus recursos naturales y soberanía política.

Conservar esas plantas es nuestro deber. Es nuestro deber asegurarnos de los saberes ancestrales y futuros que pueden aportar estas plantas más allá de un momento occidental de negación, temor y sofisma de las “drogas”. El supuesto control de drogas o sesgo contra determinadas plantas no sólo ha promovido la creación y consumo de drogas de diseño cada vez más alejadas de natura y contaminantes sino que ha obstaculizado el acceso a plantas sanadoras que son de gran beneficio para la humanidad. Ha sesgado, cuando no reprimido, el desarrollo de estudios científicos sobre estas plantas y sus derivados.

La planta maestra por excelencia en Colombia es la Coca. Este escrito narra la historia de la coca, particularmente en Colombia, y cómo los intereses comerciales se han servido de políticas prohibicionistas para reprimir la ciencia, conocimientos y usos sanitarios de la coca y así controlar la autonomía de los pueblos convirtiendo la coca de fuente de riqueza, sabiduría y producto de exportación en fuente de conflicto.  

Palabras clave: Coca, recursos naturales, Plantas de Poder, ciencia, Guerra por la Droga, cocaína, pasta base de coca, imaginario de terror.

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*[1] VI Congreso Internacional de la Asociación Brasileña de Estudios Multidisciplinarios sobre Drogas (ABRAMD)– “Drogas y autonomía: Ciencia, diversidad, política y cuidados” Belo Horizonte Brasil 7-10 de noviembre 2017 Mesa redonda - Drogas, movimiento ambiental y autonomía 

 

La Coca -Planta de Poder y las repercusiones políticas, científicas y ambientales de la arremetida en su contra[1]

Las guerras militares e invasiones no se libran, ni se han llevado a cabo nunca por razones ideológicas sino por motivaciones comerciales, ante todo por el control de los recursos. Para ganar apoyo popular para dichas guerras comerciales se construyen imaginarios políticos y sociales a través de campañas de desprestigio, en las que caemos sin siquiera apercibirnos. La Guerra por las Drogas, al igual que la actual Guerra del Terror, es más de lo mismo. La guerra por la droga parte de una monovisión cultural cuyo logro ha sido el de condicionar el aprovechamiento de los recursos humanos y naturales de algunas regiones por la vía de la negación de algunos de estos recursos.

Las Plantas Maestras, entre otras, la Ayahuasca y la Hoja de Coca, son parte de la historia, costumbres, religiosidad, ciclo de vida y sanación de América del Sur y, el deseo prohibicionista de erradicarlas y consiguientes intentos por suprimir los conocimientos y poder que de ellas se derivan, son un atentado contra los derechos autónomos de los Pueblos a sus recursos naturales y soberanía política. La Prohibición es un atentado contra la Naturaleza.

Fernando García señala que, [E]s aparentemente en la América indígena donde se concentra el mayor número de sustancias psicoactivas utilizadas en el mundo bajo la forma de una diversidad de plantas (e incluso cierta secreciones animales) que se inhalan, comen, beben o se aplican en enemas.[2]

La Coca es la Planta de Poder por excelencia de Colombia. No obstante, aún hoy en día cuando se habla de Hoja de Coca se hace alusión a Perú y Bolivia mientras que la coca colombiana siempre se vincula con el tráfico de narcóticos. Esto también es parte del imaginario incorporado a fuerza y que actualmente alimenta el sentimiento de culpabilidad que justifica la generalización de la visión de que el papel de Colombia frente a la coca no es otro que de erradicarla.

Sin negar el desequilibrio que ha generado la expansión descontrolada del monocultivo químico de la coca, el desconocimiento del papel de la coca en Colombia más allá de la guerra, hace que actualmente reine un frenesí erradicador que, de seguir así, podría impedir el éxito mismo de la erradicación del monocultivo químico y el rescate del derecho de la coca a su supervivencia como parte de nuestro ciclo de vida, recursos naturales, espiritualidad y cultura.

La existencia de la coca en Colombia

A la llegada de los españoles a América la coca servía, entre otras, de comunión con la Naturaleza e intercambio comercial a los Pueblos Originarios. La Iglesia Católica y los conquistadores españoles oscilaron entre reprimir su poder o utilizarlo para explotar el rendimiento de la mano de obra local.

Algunas de las principales referencias escritas a la existencia histórica de la coca propiamente colombianas se remontan a los intentos occidentales mediados del siglo xx por proscribirla y hacen ya alusión a cifras de consumo y cultivo.[3] En general, se encuentran referencias a coca en regiones como la Sierra Nevada de Santa Marta, el Cauca, Huila, Tolima, Boyacá y por las rutas de comercio hacia lo que hoy es Panamá (llegando incluso hasta Nicaragua), el sur de Colombia por la ruta a Ecuador y el Catatumbo y por las rutas históricas de comercio con Venezuela, en donde los españoles a su llegada describen su consumo en la Isla Margarita.

Gildardo Rivera en su “Aporte a la historia de la coca en Colombia” hace referencia a que, A la llegada de los Españoles se conocía en nuestro país siendo utilizada por numerosas comunidades: En los pueblos Quimbayas y Anserma del actual Risaralda, en los pueblos de Cali y Popayán, y en los actuales territorios de Antioquia, Caldas, Magdalena, Guajira, Bolívar, Meseta Cundiboyacense, Cauca, Huila y Nariño.[4]

            La importancia de tener presente estas referencias de la existencia histórica de coca colombiana radica en lo estipulado por las Convenciones mismas y el compromiso de Colombia en UNGASS de abril 2016 según el cual se propone la inclusión de una consideración histórica de peso : Garantizar que las medidas que se adopten para prevenir el cultivo ilícito y erradicar las plantas utilizadas para la producción de estupefacientes y sustancias sicotrópicas respeten los derechos humanos fundamentales, tengan debidamente en cuenta los usos lícitos tradicionales, cuando existan datos históricos sobre tales usos, y la protección del medio ambiente, de conformidad con los tres tratados de fiscalización internacional de drogas, y tengan en cuenta también, según proceda y de conformidad con la legislación nacional, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.[5]

 

            La conversión de la coca en cocaína

Los relatos de viajeros como Humboldt (1769 – 1859) y otros despertaron el interés en la coca y  el mundo occidental descubrió realmente el poder de la coca en el s. xix convirtiéndola en un bien de consumo y parte de sus pócimas, elixires, bálsamos y estimulante por excelencia. El ímpetu del desarrollo químico de la época, la convirtió en cocaína. Como lo señala Claude Grimal, A lo largo del s xix, las drogas, de origen vegetal en su gran mayoría, van a verse transformadas para ser consumidas en nuevos formatos: líquidos, pastillas, polvos… Los avances de la química van a permitir aislar y producir sustancias nuevas que corresponden en buena parte a las drogas que hoy en día se consideran más peligrosas. [6]

 A este respecto, Sandro Calvani en “La Coca pasado y presente mitos y realidades”[7], hace eco a la verdadera historia del descubrimiento de la cocaína al reseñar como, en el ejemplar de la Gaceta Oficial de La Paz publicado el 30 de junio de 1858, se registra un artículo titulado “Cocaína: nueva base orgánico-vegetal” en el cual el farmacéutico Enrico Pizzi anuncia que ha logrado aislar el principio activo fundamental de la hoja de coca. Puesto que es el que más medios tiene el que cuenta la historia, para Occidente la cocaína fue aislada en 1859 por Albert Nieman, el hombre que dio el Gas Mostaza a la Primera Guerra Mundial. El interés de los alemanes en los alcaloides a la época fue lo que primero impulsó el comercio de hoja y cocaína cruda principalmente desde Perú y por parte de los alemanes.

El descubrimiento de la acción anestésica de la cocaína en la cornea, como descrita en 1884 por el oftalmólogo Carl Koller (1857-1944) da origen a la anestesia local tal como la conocemos hoy día. La cocaína es asimismo utilizada en el campo de batalla por el médico del ejército alemán, Theodor Aschenbrandt en 1883 mezclándola en el agua de los soldados para contrarrestar la fatiga.

En 1884, el pensador liberal colombiano, José María Samper, escribía que, La coca es para América una gran fuente de riqueza y esperanza. Riqueza como producto apetecible y de amplia exportación. Consuelo para los enfermos gracias a su utilización como anestésico. Posteriormente señala que a mano bienhechora de la divina providencia nos dio la posibilidad de sembrarla con provecho, al ser nuestro sucontinente privilegiado en ello como lo demuestra el fracaso en su aclimatación que tuvo en Italia, Argelia (por esa época colonia francesa) y los fallidos intentos llevados a cabo en la Antillas. [8]

 

            La caída de la cocaína

            Inicialmente Europa importaba la hoja de coca desde Perú pero esto pronto cambió pues la fragilidad de la hoja dificultaba su transporte marítimo. De tal forma, La estrategia de Merck fue motivar (y probablemente envió agentes a Lima con este fin) a los abastecedores peruanos de “cocaína cruda”, una pasta de sulfato de cocaína semi procesada en la selva (con una pureza de 80- 90%). Ésta se enviaba mucho más fácil y eficientemente que la hoja seca, y era procesada en cocaína de calidad médica en Alemania para las red de distribución global de la Merck.[9] Se estima que esta formación de los peruanos en el procesamiento de cocaína cruda es la que sirvió posteriormente en los años 1970 para la fabricación andina de Pasta Base de Cocaína (PBC) que hoy por hoy se consume en el mundo entero.

            Las expectativas andinas, como la manifestada por José María Samper, pronto se vieron defraudadas. La creciente popularidad de la cocaína llevó a los holandeses, en ese entonces involucrados en el comercio de opio en Indonesia, a sembrar coca en las Indias Orientales (la isla de Java) desde finales del s. xix y exportar sus hojas a Occidente. Según Gootenberg, para 1920, la coca javanesa podía satisfacer la totalidad de la demanda mundial de cocaína de 12 toneladas.

            Así a comienzos del s. xx Holanda se convirtió en el mayor cultivador de coca en el mundo y llegó a fundar la Dutch national “Association of Coca Producers”. En 1924, ocho empresas que ya acaparaban el mercado fundaron “The European Convention of Cocaine Producers” lo que consolidó la compra de coca javanesa y limitó las cuotas cocaína.[10] También se llevaron a cabo experimentos botánicos coloniales con la coca en Taiwan, la India, Ceylán y otros lugares como por lo alemanes en Camerún. Por otra, las investigaciones más recientes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos con sus cultivos de coca en Beltsville no dejan de ser premonitorios de que la coca hay que regularla antes de que sea ajena y a Colombia sólo le quede el mito de su asociación con el narcotráfico. [11]

            Las expectativas andinas con la riqueza de la coca también se vieron defraudadas pues, más tardó la cocaína en convertirse en una de las promesas médicas y recreativas del siglo xx, que los Estados Unidos y su visión del pecado ajeno en alertarse y promover las primeras leyes en su contra. Las llamada Leyes Farmacéuticas publicadas en el American Journal of Pharmacy de 1903 “describía a los usuarios de cocaína como ‘bohemios; apostadores (gamblers); prostitutas de clase alta y baja; porteros nocturnos; botones/camareros; ladrones; extorsionistas (racketeers); proxenetas, y trabajadores informales”. [12]

            Los complots no existen pera las inclinaciones comerciales, sí. Paralelamente a esta alarma farmacéutica sobre la adictividad de la cocaína, en 1904, el químico alemán Alfred Einhorn patenta el hidrocloruro de procaína, un anestésico sintético que rápidamente, bajo el impulso de farmacéuticas como la empresa Hoechst (y otras como la Bayer), sale al mercado con el nombre de “novocaína” y viene a reemplazar en buena parte el anestésico local de origen vegetal, la cocaína.

En 1906, Estados Unidos diseña un ley bajo el impulso y previa aprobación de la Asociación Farmacéutica Americana, el Pure Food and Drug Act. Su implementación fue adjudicada a la Oficina de Química del Departamento de Agricultura y la ley determina la necesidad de ejercer un control de calidad de alimentos y drogas importadas.[13]

            En 1909 se reúne la Comisión Internacional de Shanghái. Esta comisión reúne 13 países y constituye el primer texto de derecho de la droga de real alcance internacional aunque sin obligación jurídica. Según Francis Caballero, es la primera vez que los Estados aceptan la idea de reducir sus exportaciones para proteger el bienestar de otros Estados. Se requiere a Inglaterra que reduzca sus exportaciones de Opio y los Estados Unidos impone su punto de vista sobre el carácter universal del problema. El problema hasta ese momento es el comercio del opio.

            El cocólogo peruano Baldomero Cáceres precisa que, Cabe destacar que el intento de supresión recayó inicialmente sobre sustancias psicoactivas naturales hasta entonces respaldadas por la medicina académica. Resalta como, a diferencia de la Conferencia de Shanghái (limitada a una sola droga y una sola región), La Convención de La Haya de 1912, llamada indebidamente “del Opio“, internacionalizó igualmente la fiscalización de la producción y comercialización de la coca, al incluir en ella “la cocaína y sus sales. Esta convención de 1912 enfoca en principio dos de las tres Plantas Maestras más conocidas ―la amapola y la coca― y busca constreñir al mundo en su totalidad a esta negación. [14]

El Harrison Narcotics Act de 1914 requiere el registro tributario e impone un impuesto especial a la importación, fabricación, procesamiento de compuestos, comercio, venta, distribución así sea de forma gratuita de opio u hojas de coca, sus sales, derivados o preparaciones y para otros fines.[15] Bajo el FBN, la Oficina Federal de Narcóticos del Departamento del Tesoro, de Harry Anslinger se arrecian aún más los controles a las “drogas” y en 1919, el Tratado de Versalles, tratado de paz que ratifica la Convención de 1912 y funda el Convenio de la Liga de las Naciones, acaba por marchitar el mercado de la coca con sus controles por vía del Acuerdo Manufacturero de Ginebra sobre las exportaciones de coca-cocaína de 1931.[16]

 

La estigmatización de la cocaína busca sus razones en la coca

El desprestigio de la cocaína se propaga de la mano del cerco de las farmacéuticas y, los informes que vienen de Colombia a mediados del s. xix replican hablando del “cocaismo”.[17] Se habla desde el clasismo y el racismo occidental con desprecio hacia los indígenas andinos que, supuestamente, en razón de su adicción a la coca (y no por el sistema de explotación poscolonial) viven en condiciones miserables. En consecuencia bajo este imaginario, en Colombia la Resolución 578 de septiembre de 1941 reglamenta el cultivo del árbol de la coca y la venta al por mayor de sus hojas.

En 1946 Colombia promueve la Ley 45, la llamada Ley Consuegra modifica las disposiciones penales sobre elaboración, distribución, venta o suministro, aun cuando sea gratuitamente, de drogas estupefacientes y se adiciona la penalización del cultivo y ya no sólo de las sustancias. Se prohíbe el cultivo y la conservación de las plantas de las cuales pueden extraerse las mencionadas sustancias; se establece que toda persona portadora de dichas plantas sin permiso legal es traficante ilícito. Se modifica el Código Penal para cambiar la expresión “sustancias narcóticas” por “drogas estupefacientes”. Este proceso legislativo continuó con la expedición de una serie de normas que modificaban, complementaban y adicionaban aquel régimen". [18]

El Decreto 896 de 1946 que reglamenta la Ley Consuegra prohíbe el pago de salarios y cualquier clase de molumientos, total o parcialmente, en bebidas alcohólicas o en hojas de coca, y declara la nulidad de los convenios o contratos de trabajo que contengan estipulaciones en tal sentido. El razonamiento político habla de explotación y exige que se pase por “papel” moneda dinero lo que en últimas acaba beneficiando a los vendedores intermediarios. En su artículo 3 el Decreto 896 prohíbe en el territorio de la República el cultivo de árboles dé coca (erithroxylon coca y sus variedades). [19]

En respuesta, miles de coqueros del Cauca envían un mensaje al Presidente Mariano Ospina Pérez: El decreto 896 ha causado profunda inquietud agricultores caucanos. Gran parte habitantes sur Cauca, dedicase al cultivo de coca. Teniendo como único medio de subsistencia este artículo. Como vecinos regiones productoras coca y en nombre diez mil respetuosamente pedimosles derogatoria decreto Ernesto Manzano, Samuel Muñoz y otros [Bejarano 1983]

 A mediados del siglo xx, se construyen y promueven informes como el de la Comisión de Investigación sobre la Hoja de Coca.[20] Estos informes carecen totalmente de soporte científico (es más, van en contrasentido de los reportes botánicos y científicos de la época) y, aunque se pretenden científicos y sin sesgo, los prejuicios e ignorancia con los que observa la cultura andina los supera.[21]

Su homologación de la cultura de la coca con el consumo recreativo y medicinal de cocaína, alrededor del cual ya se había construido un imaginario de nocividad y degeneración, lleva a las instancias antinarcóticas a afirmar a través de The Commission of Inquiry on the Coca Leaf de 1949[22] que. I El coqueo se debe considerar, no como un fenómeno aislado, sino como una consecuencia de las condiciones sociales y económicas bajo las cuales viven amplios sectores de las poblaciones en Perú y Bolivia. Estas condiciones afectan principalmente pero no exclusivamente las poblaciones agrícolas indígenas y mineras de los dos países. La gran mayoría de los masticadores se encuentra entre las poblaciones de estos dos grupos. …II. Peligros del coqueo – Las hojas de la planta de coca contienen cocaína. En el estado actual de los conocimientos todo parece indicar que los efectos producidos por el coqueo se pueden explicar por la acción de la cocaína. III. La naturaleza del coqueo. Actualmente, no parece que el coqueo pueda considerarse como una adicción a las drogas en el sentido médico". No obstante, la Comisión acaba recomendando la supresión gradual de la costumbre del mambeo; las correspondientes limitaciones a la producción de la hoja; y el control de su distribución, con un esfuerzo con políticas idénticas en aquellos países en los que existe esta costumbre.[23] Este imaginario, y la “dictadura” que de él se desprende, aún no ha sido superado en el s. xxi.

La estocada que da esta Comisión a la coca, recurso natural y cultural de la Región Andina, va a condicionar y sacrificar la legislación ambiental colombiana y los derechos humanos a la búsqueda infructuosa por negar la coca y sus derivados.

 

            El sacrificio ambiental

Mucho se ha discutido la violación de los Derechos Humanos por la sujeción a las políticas y medidas de drogas. Lo que es menos visible es el compromiso del Movimiento Por la Reforma de las Políticas de Drogas con la protección del planeta y la incorporación plena por parte del Movimiento Ambiental de que la coca es parte de nuestro legado natural y que, como tal,  no sólo se debe erradicar de manera sostenible sino proteger como parte integral inherente al ciclo de vida.

La prelación dada a la lucha por erradicar la coca, y el imaginario de mal que sustenta esta prelación, ha hecho perder de vista que nuestro primer deber y derecho es proteger la tierra que es lo que nos da la vida. Así, los cultivadores se sublevan con justa razón contra los daños ocasionados por el Estado colombiano con sus medidas de erradicación por aspersión aérea o por uso actual de agrotóxicos en tierra sin realmente  darse cuenta del papel que y juegan ellos mismos, jugamos todos, en el fortalecimiento de las multinacionales de agroquímicos.

            Colombia vivió más de 35 años de aspersión aérea de la coca como medida de erradicación. El informe de la CICAD, emitido para razonar las fumigaciones señala que “Además del uso de agroquímicos en la producción de coca y amapola, también se usan grandes cantidades de productos químicos para el procesamiento y la conversión de la materia prima en cocaína y heroína refinadas. El procesamiento de las drogas ilícitas se hace en sitios remotos y sin regulaciones y controles de salud ocupacional y ambientales. Durante y después de su uso, estas sustancias pueden ser liberadas al ambiente y pueden tener repercusiones significativas sobre la salud humana y el ecosistema. […][24]

            Este uso intensivo de insumos químicos tiene implicaciones no solo a nivel de la salud de cultivadores y consumidores sino en lo que se refiere a la Naturaleza como ser con derechos que nosotros los humanos estamos llamados a defender. Al creciente uso intensivo de agroinsumos para aumentar la productividad de la coca se suma el uso y reciclaje de precursores cada vez menos óptimos por las presiones ejercidas por las exigencias de drogas. El Gobierno en sus políticas públicas de salud  y el Movimiento Por la Reforma de las Políticas de Droga están rezagados en hacer un balance sobre los daños que esto ocasiona a la salud de los usuarios.  Todos pareceríamos estar ciegos a los daños ambientales que de allí se desprenden.

            Los cultivadores cocaleros luchan con justa razón por su derecho a la subsistencia mínima que les brinda la coca y, aunque lo que tienen que invertir al usar diversos insumos agrícolas para fertilizar, controlar plagas y malezas y aumentar la productividad es enorme, no se deciden a buscar fórmulas alternativas para liberarse de estos costos.

            El gobierno a su vez contribuye a este debacle ambiental; contribuye aismismo al incremento de la productividad de la coca con sus incentivos y “preferencias arancelarias”[25] para los insumos químicos cuya producción se encuentra prácticamente cartelizada en manos de de seis empresas que controlan el 92% del mercado. [26]

            Los consumidores, por nuestra parte, protestamos nuestro derecho a la salud ante los daños ocasionados por la adulteración fruto de la falta de regulación sin darnos cuenta a qué grado, el uso intensivo de agroquímicos y la sustitución de precursores (menos nocivos para el medioambiente) por precursores caseros más accesibles, puede ser fatal para nuestra salud.

            El Movimiento Ambiental no se posiciona firmemente sobre la actual fórmula de producción de cocaína y su eliminación estatal por vía de la quema de cocinas , cristalizaderos y precursores en plena selva. La visión de que la erradicación todo lo permite nos tiene paralizados cuando deberíamos estar exigiendo que, ante la constatación de que la cocaína no está presta a desaparecer, se regule su producción para evitar que prosigan los daños ambientales por su procesamiento y búsqueda de eliminación.

            ¡Es inaceptable que el Estado no busque urgentemente alternativas a la actual fórmula ambientalmente destructiva de procesamiento de la coca y que él mismo siga quemando laboratorios y químicos en plena selva!

El imaginario de terror sobre los daños que ocasionan los derivados de la coco es el árbol que nos impide ver el bosque. Valdría la pena sopesar si detener el consumo voluntario de 21 millón de ciudadanos de los 7.350 millones de habitantes que poblamos el planeta justifica los daños que estamos ocasionando a los recursos naturales; justifica la inversión en guerra dineros que se podrían invertir en el bienestar de las grandes mayorías. Se requiere ciencia para contrarrestar este imaginario de terror y el inmovilismo que de allí resulta.

 

La conversión de la coca en basuco           

La indecisión para regular la coca está íntimamente ligada a la imposibilidad de desligarla de sus derivados químicos y el estigma que pesa sobre el clorhidrato de cocaína y la Pasta Base de Cocaína (PBC). Estas sustancias (al igual que la coca) sufren de la falta de estudios científicos contextualizados y de terreno que permitirían avanzar respuestas más allá de la camisa de fuerza de las Convenciones de Drogas.

El alcaloide cocaína (más allá de la Hoja de Coca) se puede consumir en diferentes formatos: un polvo cristalino blanco (sales) o en piedras (cristales). El PBC, o sulfato de cocaína, sería el equivalente de la 'cocaína cruda' de finales del siglo xix, que era una pasta básica semi-procesada de cocaína de una pureza variable de un 40 -85% .La mayoría de los autores sitúan la aparición de la cocaína fumable en la primera mitad de los años 1970 (ver 1974) en las zonas de procesamiento.

En Colombia aparece en forma de basuco (basura de la coca), o el demonio de la coca como lo llaman los indígenas, uno de pasos en el procesamiento del clorhidrato de cocaína (CLC) cuyo producto se distingue por su color marrón, su olor dulzón y la grasa que desprende al quemarse. Su creciente mercadeo se adjudica al cerco establecido contra la salida del clorhidrato de cocaína. El dilema con el basuco es que su consumo parecería tender a ser compulsivo y su alta rotación lo convierte en un producto ideal para las redes de microtráfico.

Se estima que, en Colombia, el 65% o más de los campesinos cultivadores de coca procesan ellos mismos la coca para producir el basuco como producto de valor agregado a su alcance. Es decir que, a la contaminación por el monocultivo químico de coca, se suma el gigantesco daño ocasionado por el procesamiento de basuco; procesamiento, exportaciones y consumo crecientes que le debemos asimismo a las restricciones que pesan sobre la coca y al (des)control de precursores. Por su accesibilidad, el basuco es conocido como la cocaína del pobre.

Esto nos lleva a cuestionar si una mayor accesibilidad a una cocaína producida de manera controlada no sería una de las respuestas al creciente consumo de basuco, que es asociado a la marginalización social de los usuarios. Lo cierto es que salir del descontrol que reina sobre la coca y sus derivados sometiendo su producción controlada a manos del Estados sería definitivamente la mejor forma de socavar el poderío del crimen organizado (y, si bien enfocada, empresas farmacéuticas) alrededor de las plantas y sus usos y derivados. La dificultada ahora radica en detener la dinámica que ha permitido y aún permite la toma de los recursos al amparo de la Guerra por las Drogas.  

Conclusión

El posicionamiento e incidencia de países como Colombia y Brasil en el escenario internacional del s. xxi depende de su capacidad de proteger, e investigar para conservar y valorizar sus recursos naturales y dejar de cederlos a la corrupción. Es el anhelo de sus comunidades y a lo que le apuestan las instancias internacionales. Seguirse sometiendo por encima de todo a unas convenciones caducas y solapada guerra unilateral estadounidense contra las drogas es un error garrafal en esta encrucijada histórica.

La pelea por la no expropiación, destrucción y no contaminación de nuestros recursos comienza por volver a tomar las riendas del poder de nuestras plantas; por la defensa de nuestras Plantas de Poder. Exigimos estudios científicos y proyectos pilotos que nos permitan desentrañar las verdaderas vicisitudes y virtudes de estas plantas y sus derivados y de sus usos alternativos para socavar el poder destructivo del narcotráfico y sus instancias antinarcóticos.

Exigimos nuestro derecho a la explotación sostenible de nuestros recursos, soberanía alimentaria, cultura, espiritualidad y sanación por medio de estas Plantas de Poder. Exigimos de nuestros gobernantes ciencia y el derecho a no estar destructivamente al vaivén de imaginarios de terror.



[1] VI Congreso Internacional de la Asociación Brasileña de Estudios Multidisciplinarios sobre Drogas (ABRAMD)– “Drogas y autonomía: Ciencia, diversidad, política y cuidados” Belo Horizonte Brasil 7-10 de noviembre 2017  Mesa redonda - Drogas, movimiento ambiental y autonomía

[2] “El consumo de drogas en los pueblos precolombinos –Elementos para una ‘política criminal’ alternativa” http://criminet.ugr.es/recpc/recpc_04-r3.pdf 

[3] http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Cultivos/cultivos_1492-1970.html

[4] https://previa.uclm.es/ab/educacion/ensayos/pdf/revista13/13_11.pdf

[5] https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N16/105/75/PDF/N1610575.pdf?OpenElement

[6] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Cifras_cuadro_mamacoca/Jean-Claude_Grimal_Drogue_lautre_mondialisation_Gallimard_2000.pdf

[7] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Cifras_cuadro_mamacoca/SandroCalvani_La_Coca_pasado_y_presente_mitos_y_realidades_EdAurora_2007.pdf

[8] Periódico La Nación [Child y Arango, 1987]

[9] http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Prohibicion/Antiguedad-1905_Prohibicion.html Traducción de Gootenberg la español por MamaCoca

[10] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Consumo/gootenberg_rise_and_demise_coca_cocaine.pdf

[11] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12951772

[12] https://ia800504.us.archive.org/0/items/americanjournal751903phil/americanjournal751903phil.pdf

[13] http://history.house.gov/HistoricalHighlight/Detail/15032393280 

[14] http://www.mamacoca.org/FSMT_sept_2003/es/doc/caceres_psiquiatria_y_prohibicion_es.htm

[15] http://www.druglibrary.org/schaffer/history/e1910/harrisonact.htm

[16] https://www.dipublico.org/9998/convenio-para-limitar-la-manufactura-y-regular-la-distribucion-de-estupefacientes-ginebra-13-de-julio-de-1931-protocolo-de-firma/

[17] http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Prohibicion/1909-1962_Prohibicion.html

[18] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Legislacion_tematica/Ley_45_de_1946_disposiciones_penales_venta.htm

[19] http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=1186044

[20] http://www.mamacoca.org/Octubre2004/doc/THE_COMMISSION_OF_ENQUIRY_ON_THE_COCA_LEAF.htm

[21] Traducción de MamaCoca de la Visita de la Comisión  a Suramérica http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Consumo/Consumo_1885-1965.html

[22] http://www.mamacoca.org/Octubre2004/doc/THE_COMMISSION_OF_ENQUIRY_ON_THE_COCA_LEAF.htm

[23] Traducción de MamaCoca http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Prohibicion/1909-1962_Prohibicion.html

[24] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Fumigas/glisfosatoInformeFinal.pdf

En CICAD: http://www.oas.org/wearesorry.htm

[25]Cero arancel para agroquímicos importados, decide Gobierno

 https://www.elespectador.com/noticias/economia/cero-arancel-agroquimicos-importados-decide-gobierno-articulo-368291

[26] Los Dueños de los fertilizantes en Colombia https://www.elespectador.com/noticias/investigacion/los-duenos-de-los-fertilizantes-colombia-articulo-445007