La Coca
-Planta de Poder y las repercusiones políticas, científicas, sanitarias y
ambientales de la arremetida en su contra*
María Mercedes
Moreno
Resumen:
Una de las
grandes prerrogativas que tienen Brasil y Colombia en el escenario mundial es el
de ocupar
el
primer y segundo lugar, respectivamente, entre los doce países con mayor
diversidad biológica del mundo. Eso no es poco decir en un mundo cuya sociedad
civil está decidida a recuperar, proteger y dejar un legado natural para las
futuras generaciones.
Una
parte integral de esta gran riqueza y biodiversidad natural son las Plantas
Maestras. Estas Plantas de Poder, entre otras, la Ayahuasca, el Yopo amazónico y
la
Conservar esas
plantas es nuestro deber. Es nuestro deber asegurarnos de los saberes
ancestrales y futuros que pueden aportar estas plantas más allá de un momento
occidental de negación, temor y sofisma de las “drogas”.
El supuesto control de drogas o sesgo contra determinadas plantas no sólo ha
promovido la creación y consumo de drogas de diseño cada vez más alejadas de
natura y contaminantes sino que ha obstaculizado el acceso a plantas sanadoras
que son de gran beneficio para la humanidad. Ha sesgado, cuando no reprimido, el
desarrollo de estudios científicos sobre estas plantas y sus derivados.
La planta
maestra por excelencia en Colombia es la Coca. Este escrito narra la historia de
la coca, particularmente en Colombia, y cómo los intereses comerciales se han
servido de políticas prohibicionistas para reprimir la ciencia, conocimientos y
usos sanitarios de la coca y así controlar la autonomía de los pueblos
convirtiendo la coca de fuente de riqueza, sabiduría y producto de exportación
en fuente de conflicto.
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*[1]
VI Congreso Internacional de la
Asociación Brasileña de Estudios Multidisciplinarios sobre Drogas (ABRAMD)–
“Drogas y autonomía: Ciencia, diversidad, política y cuidados” Belo Horizonte
Brasil 7-10 de noviembre 2017 Mesa redonda - Drogas, movimiento ambiental y
autonomía
La Coca -Planta de Poder y las repercusiones políticas, científicas y ambientales de la arremetida en su contra[1]
Las
guerras militares e invasiones no se libran, ni se han llevado a cabo nunca por
razones ideológicas sino por motivaciones comerciales, ante todo por el control
de los recursos. Para ganar apoyo popular para dichas guerras comerciales se
construyen imaginarios políticos y sociales a través de campañas de
desprestigio, en las que caemos sin siquiera apercibirnos. La Guerra por las
Drogas, al igual que la actual Guerra del Terror, es más de lo mismo. La guerra
por la droga parte de una monovisión cultural cuyo logro ha sido el de
condicionar el aprovechamiento de los recursos humanos y naturales de algunas
regiones por la vía de la negación de algunos de estos recursos.
Las
Plantas Maestras, entre otras, la Ayahuasca y la
Fernando
García
señala que, [E]s
aparentemente en la América indígena donde se concentra el mayor número de
sustancias psicoactivas utilizadas en el mundo bajo la forma de una diversidad
de plantas (e incluso cierta secreciones animales) que se inhalan, comen, beben
o se aplican en enemas.[2]
La
Coca es la Planta de Poder por excelencia de Colombia. No obstante,
aún hoy en día cuando se habla
de
Sin
negar el desequilibrio que ha generado la expansión descontrolada del
monocultivo químico de la coca, el desconocimiento del papel de la coca en
Colombia más allá de la guerra, hace que actualmente reine un frenesí
erradicador que, de seguir así, podría impedir el éxito mismo de la erradicación
del monocultivo químico y el rescate del derecho de la coca a su supervivencia
como parte de nuestro ciclo de vida, recursos naturales, espiritualidad y
cultura.
La
existencia de la coca en Colombia
A
la llegada de los españoles a América la coca servía, entre otras, de comunión
con la Naturaleza e intercambio comercial a los Pueblos Originarios. La Iglesia
Católica y los conquistadores españoles oscilaron entre reprimir su poder o
utilizarlo para explotar el rendimiento de la mano de obra local.
Algunas de las principales referencias escritas a la existencia histórica de la
coca propiamente colombianas se remontan a los intentos occidentales mediados
del siglo xx por proscribirla y hacen ya alusión a cifras de consumo y cultivo.[3]
En general, se encuentran referencias a coca en regiones como la Sierra Nevada
de Santa Marta, el Cauca, Huila, Tolima, Boyacá y por las rutas de comercio
hacia lo que hoy es Panamá (llegando incluso hasta Nicaragua), el sur de
Colombia por la ruta a Ecuador y el Catatumbo y por las rutas históricas de
comercio con Venezuela, en donde los españoles a su llegada describen su consumo
en la Isla Margarita.
Gildardo
Rivera en su “Aporte a la historia de la coca en Colombia” hace referencia a
que, A la llegada de los Españoles se
conocía en nuestro país siendo utilizada por numerosas comunidades: En los
pueblos Quimbayas y Anserma del actual Risaralda, en los pueblos de Cali y
Popayán, y en los actuales territorios de Antioquia, Caldas, Magdalena, Guajira,
Bolívar, Meseta Cundiboyacense, Cauca, Huila y Nariño.[4]
La importancia de tener presente estas referencias de la existencia
histórica de coca colombiana radica en lo estipulado por las Convenciones mismas
y el compromiso de Colombia en UNGASS de abril 2016 según el cual se propone la
inclusión de una consideración histórica de peso :
Garantizar que las medidas que se adopten
para prevenir el cultivo ilícito y erradicar las plantas utilizadas para la
producción de estupefacientes y sustancias sicotrópicas respeten los derechos
humanos fundamentales, tengan debidamente en cuenta los usos lícitos
tradicionales, cuando existan datos históricos sobre tales usos, y la protección
del medio ambiente, de conformidad con los tres tratados de fiscalización
internacional de drogas, y tengan en cuenta también, según proceda y de
conformidad con la legislación nacional, la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.[5]
La conversión de la coca en cocaína
Los relatos de
viajeros como Humboldt (1769 – 1859) y otros despertaron el interés en la coca y
el
mundo occidental descubrió realmente el poder de la coca en el s. xix
convirtiéndola en un bien de consumo y parte de sus pócimas, elixires, bálsamos
y estimulante por excelencia. El ímpetu del desarrollo químico de la época, la
convirtió en cocaína. Como lo señala Claude Grimal,
A
lo largo del s xix, las drogas,
de origen vegetal en su gran mayoría, van a verse transformadas para ser
consumidas en nuevos formatos: líquidos, pastillas, polvos… Los avances de la
química van a permitir aislar y producir sustancias nuevas que corresponden en
buena parte a las drogas que hoy en día se consideran más peligrosas.
[6]
A
este respecto, Sandro Calvani en “La Coca pasado y presente mitos y realidades”[7],
hace eco a la verdadera historia del descubrimiento de la cocaína al reseñar
como, en el ejemplar de la Gaceta Oficial de La Paz publicado el 30 de junio de
1858, se registra un artículo titulado “Cocaína: nueva base orgánico-vegetal” en
el cual el farmacéutico Enrico Pizzi anuncia que ha logrado aislar el principio
activo fundamental de la hoja de coca. Puesto que es el que más medios tiene el
que cuenta la historia, para Occidente la cocaína fue aislada en 1859 por Albert
Nieman, el hombre que dio el Gas Mostaza a la Primera Guerra Mundial. El interés
de los alemanes en los alcaloides a la época fue lo que primero impulsó el
comercio de hoja y cocaína cruda principalmente desde Perú y por parte de los
alemanes.
El
descubrimiento de la
acción anestésica de la cocaína en la cornea, como descrita en 1884 por el
oftalmólogo Carl Koller
(1857-1944) da origen a la
anestesia local tal como la conocemos hoy día. La cocaína es asimismo utilizada
en el campo de batalla por el médico del ejército alemán,
Theodor Aschenbrandt en 1883
mezclándola en el agua de los soldados para contrarrestar la fatiga.
En 1884, el
pensador liberal colombiano, José María
La caída de la cocaína
Inicialmente Europa importaba la hoja de coca desde Perú pero esto pronto cambió pues la fragilidad de la hoja dificultaba su transporte marítimo. De tal forma, La estrategia de Merck fue motivar (y probablemente envió agentes a Lima con este fin) a los abastecedores peruanos de “cocaína cruda”, una pasta de sulfato de cocaína semi procesada en la selva (con una pureza de 80- 90%). Ésta se enviaba mucho más fácil y eficientemente que la hoja seca, y era procesada en cocaína de calidad médica en Alemania para las red de distribución global de la Merck.[9] Se estima que esta formación de los peruanos en el procesamiento de cocaína cruda es la que sirvió posteriormente en los años 1970 para la fabricación andina de Pasta Base de Cocaína (PBC) que hoy por hoy se consume en el mundo entero.
Las expectativas
andinas, como la manifestada por José María
Así a comienzos del s. xx Holanda se convirtió en el mayor cultivador de
coca en el mundo y llegó a fundar la Dutch national “Association of Coca
Producers”. En 1924, ocho empresas que ya acaparaban el mercado fundaron “The
European Convention of Cocaine Producers” lo que consolidó la compra de coca
javanesa y limitó las cuotas cocaína.[10]
También se llevaron a cabo experimentos botánicos coloniales con la coca en
Taiwan, la India, Ceylán y otros lugares como por lo alemanes en Camerún. Por
otra, las investigaciones más recientes del Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos con sus cultivos de coca en Beltsville no dejan de ser
premonitorios de que la coca hay que regularla antes de que sea ajena y a
Colombia sólo le quede el mito de su asociación con el narcotráfico.
[11]
Las expectativas andinas con la riqueza de la coca también se vieron
defraudadas pues, más tardó la cocaína en convertirse en una de las promesas
médicas y recreativas del siglo xx, que los Estados Unidos y su visión del
pecado ajeno en alertarse y promover las primeras leyes en su contra. Las
llamada Leyes Farmacéuticas publicadas en el
American Journal of Pharmacy de 1903
“describía a los usuarios de cocaína como ‘bohemios; apostadores (gamblers);
prostitutas de clase alta y baja; porteros nocturnos; botones/camareros;
ladrones; extorsionistas (racketeers); proxenetas, y trabajadores informales”.
[12]
Los complots no existen pera las inclinaciones comerciales, sí.
Paralelamente a esta alarma farmacéutica sobre la adictividad de la cocaína, en
1904, el químico alemán Alfred Einhorn patenta el hidrocloruro de procaína, un
anestésico sintético que rápidamente, bajo el impulso de farmacéuticas como la
empresa Hoechst (y otras como la Bayer), sale al mercado con el nombre de
“novocaína” y viene a reemplazar en buena parte el anestésico local de origen
vegetal, la cocaína.
En
1906, Estados Unidos diseña un ley bajo el impulso y previa aprobación de la
Asociación Farmacéutica Americana, el Pure Food and Drug Act. Su implementación
fue adjudicada a la Oficina de Química del Departamento de Agricultura y la ley
determina la necesidad de ejercer un control de calidad de alimentos y drogas
importadas.[13]
En 1909 se reúne la Comisión Internacional de Shanghái. Esta comisión
reúne 13 países y constituye el primer texto de derecho de la droga de real
alcance internacional aunque sin obligación jurídica. Según Francis Caballero,
es la primera vez que los Estados aceptan la idea de reducir sus exportaciones
para proteger el bienestar de otros Estados. Se requiere a Inglaterra que
reduzca sus exportaciones de Opio y los Estados Unidos impone su punto de vista
sobre el carácter universal del problema. El problema hasta ese momento es el
comercio del opio.
El cocólogo peruano Baldomero Cáceres precisa que, Cabe destacar que
el intento de supresión recayó inicialmente sobre sustancias
psicoactivas naturales hasta entonces respaldadas
por la medicina académica. Resalta como, a diferencia de la Conferencia de
Shanghái (limitada a una sola droga y una sola región),
La Convención de La Haya de 1912,
llamada indebidamente “del Opio“, internacionalizó igualmente la fiscalización
de la producción y comercialización de la coca, al incluir en ella “la cocaína y
sus sales. Esta convención de
1912 enfoca en principio dos de las tres Plantas Maestras más conocidas ―la
amapola y la coca― y busca constreñir al mundo en su totalidad a esta negación.
[14]
El Harrison
Narcotics Act de 1914 requiere el registro tributario e impone un impuesto
especial a la importación, fabricación, procesamiento de compuestos, comercio,
venta, distribución así sea de forma gratuita de opio u hojas de coca, sus
sales, derivados o preparaciones y para otros fines.[15]
Bajo el FBN, la Oficina Federal de Narcóticos del Departamento del Tesoro, de
Harry Anslinger se arrecian aún más los controles a las “drogas” y en 1919, el
Tratado de Versalles, tratado de paz que ratifica la Convención de 1912 y funda
el Convenio de la Liga de las Naciones, acaba por marchitar el mercado de la
coca con sus controles por vía del Acuerdo Manufacturero de Ginebra sobre las
exportaciones de coca-cocaína de 1931.[16]
La estigmatización de la cocaína
busca sus razones en la coca
El
desprestigio de la cocaína se propaga de la mano del cerco de las farmacéuticas
y, los informes que vienen de Colombia a mediados del s. xix replican hablando
del “cocaismo”.[17]
Se habla desde el clasismo y el racismo occidental con desprecio hacia los
indígenas andinos que, supuestamente, en razón de su adicción a la coca (y no
por el sistema de explotación poscolonial) viven en condiciones miserables.
En
consecuencia bajo este imaginario, en Colombia la Resolución 578 de septiembre
de 1941 reglamenta el cultivo del árbol de la coca y la venta al por mayor de
sus hojas.
En 1946
Colombia promueve la Ley 45, la llamada Ley Consuegra modifica las disposiciones
penales sobre elaboración, distribución, venta o suministro, aun cuando sea
gratuitamente, de drogas estupefacientes y se adiciona la penalización del
cultivo y ya no sólo de las sustancias. Se prohíbe el cultivo y la conservación
de las plantas de las cuales pueden extraerse las mencionadas sustancias; se
establece que toda persona portadora de dichas plantas sin permiso legal es
traficante ilícito. Se modifica el Código Penal para cambiar la expresión
“sustancias narcóticas” por “drogas estupefacientes”. Este proceso legislativo
continuó con la expedición de una serie de normas que modificaban,
complementaban y adicionaban aquel régimen".
[18]
El Decreto 896 de 1946 que reglamenta la Ley Consuegra prohíbe el pago de salarios y cualquier clase de molumientos, total o parcialmente, en bebidas alcohólicas o en hojas de coca, y declara la nulidad de los convenios o contratos de trabajo que contengan estipulaciones en tal sentido. El razonamiento político habla de explotación y exige que se pase por “papel” moneda dinero lo que en últimas acaba beneficiando a los vendedores intermediarios. En su artículo 3 el Decreto 896 prohíbe en el territorio de la República el cultivo de árboles dé coca (erithroxylon coca y sus variedades). [19]
En
respuesta, miles de coqueros del Cauca envían un mensaje al Presidente Mariano
Ospina Pérez:
El decreto
A
mediados del siglo xx, se construyen y promueven informes como el de la Comisión
de Investigación sobre la
Su homologación de la cultura de la coca con el consumo recreativo y medicinal de cocaína, alrededor del cual ya se había construido un imaginario de nocividad y degeneración, lleva a las instancias antinarcóticas a afirmar a través de The Commission of Inquiry on the Coca Leaf de 1949[22] que. I El coqueo se debe considerar, no como un fenómeno aislado, sino como una consecuencia de las condiciones sociales y económicas bajo las cuales viven amplios sectores de las poblaciones en Perú y Bolivia. Estas condiciones afectan principalmente pero no exclusivamente las poblaciones agrícolas indígenas y mineras de los dos países. La gran mayoría de los masticadores se encuentra entre las poblaciones de estos dos grupos. …II. Peligros del coqueo – Las hojas de la planta de coca contienen cocaína. En el estado actual de los conocimientos todo parece indicar que los efectos producidos por el coqueo se pueden explicar por la acción de la cocaína. III. La naturaleza del coqueo. Actualmente, no parece que el coqueo pueda considerarse como una adicción a las drogas en el sentido médico". No obstante, la Comisión acaba recomendando la supresión gradual de la costumbre del mambeo; las correspondientes limitaciones a la producción de la hoja; y el control de su distribución, con un esfuerzo con políticas idénticas en aquellos países en los que existe esta costumbre.[23] Este imaginario, y la “dictadura” que de él se desprende, aún no ha sido superado en el s. xxi.
La estocada
que da esta Comisión a la coca, recurso natural y cultural de la Región Andina,
va a condicionar y sacrificar la legislación ambiental colombiana y los derechos
humanos a la búsqueda infructuosa por negar la coca y sus derivados.
El sacrificio ambiental
Mucho se ha discutido la violación de los Derechos Humanos por la sujeción a las
políticas y medidas de drogas. Lo que es menos visible es el compromiso del
Movimiento Por la Reforma de las Políticas de Drogas con la protección del
planeta y la incorporación plena por parte del Movimiento Ambiental de que la
coca es parte de nuestro legado natural y que, como tal,
no sólo se debe erradicar de manera sostenible sino proteger como parte
integral inherente al ciclo de vida.
La prelación dada a la lucha por erradicar la coca, y el imaginario de mal que
sustenta esta prelación, ha hecho perder de vista que nuestro primer deber y
derecho es proteger la tierra que es lo que nos da la vida. Así, los
cultivadores se sublevan con justa razón contra los daños ocasionados por el
Estado colombiano con sus medidas de erradicación por aspersión aérea o por uso
actual de agrotóxicos en tierra sin realmente darse
cuenta del papel que y juegan ellos mismos, jugamos todos, en el fortalecimiento
de las multinacionales de agroquímicos.
Colombia vivió más de 35 años de aspersión aérea de la coca como medida
de erradicación. El informe de la CICAD, emitido para razonar las fumigaciones
señala que “Además
del uso de agroquímicos en la producción de coca y amapola, también se usan
grandes cantidades de productos químicos para el procesamiento y la conversión
de la materia prima en cocaína y heroína refinadas. El procesamiento de las
drogas ilícitas se hace en sitios remotos y sin regulaciones y controles de
salud ocupacional y ambientales. Durante y después de su uso, estas sustancias
pueden ser liberadas al ambiente y pueden tener repercusiones significativas
sobre la salud humana y el ecosistema.
[…][24]
Este uso intensivo de insumos químicos tiene implicaciones no solo a
nivel de la salud de cultivadores y consumidores sino en lo que se refiere a la
Naturaleza como ser con derechos que nosotros los humanos estamos llamados a
defender. Al creciente uso intensivo de agroinsumos para aumentar la
productividad de la coca se suma el uso y reciclaje de precursores cada vez
menos óptimos por las presiones ejercidas por las exigencias de drogas. El
Gobierno en sus políticas públicas de salud y
el Movimiento Por la Reforma de las Políticas de Droga están rezagados en hacer
un balance sobre los daños que esto ocasiona a la salud de los usuarios.
Todos pareceríamos estar ciegos a los
daños ambientales que de allí se desprenden.
Los cultivadores cocaleros luchan con justa razón por su derecho a la
subsistencia mínima que les brinda la coca y, aunque lo que tienen que invertir
al usar
diversos insumos agrícolas para
fertilizar, controlar plagas y malezas y aumentar la productividad es enorme, no
se deciden a buscar fórmulas alternativas para liberarse de estos costos.
El gobierno a su vez contribuye a este debacle ambiental; contribuye
aismismo al incremento de la productividad de la coca con sus incentivos y
“preferencias arancelarias”[25]
para los insumos químicos cuya producción se encuentra prácticamente cartelizada
en manos de de seis empresas que controlan el 92% del mercado.
[26]
Los consumidores, por nuestra parte, protestamos nuestro derecho a la
salud ante los daños ocasionados por la adulteración fruto de la falta de
regulación sin darnos cuenta a qué grado, el uso intensivo de agroquímicos y la
sustitución de precursores (menos nocivos para el medioambiente) por precursores
caseros más accesibles, puede ser fatal para nuestra salud.
El Movimiento Ambiental no se posiciona firmemente sobre la actual
fórmula de producción de cocaína y su eliminación estatal por vía de la quema de
cocinas , cristalizaderos y precursores en plena selva. La visión de que la
erradicación todo lo permite nos tiene paralizados cuando deberíamos estar
exigiendo que, ante la constatación de que la cocaína no está presta a
desaparecer, se regule su producción para evitar que prosigan los daños
ambientales por su procesamiento y búsqueda de eliminación.
¡Es inaceptable que el Estado no busque urgentemente alternativas a la
actual fórmula ambientalmente destructiva de procesamiento de la coca y que él
mismo siga quemando laboratorios y químicos en plena selva!
El imaginario
de terror sobre los daños que ocasionan los derivados de la coco es el árbol que
nos impide ver el bosque. Valdría la pena sopesar si detener el consumo
voluntario de 21 millón de ciudadanos de los 7.350 millones de habitantes que
poblamos el planeta justifica los daños que estamos ocasionando a los recursos
naturales; justifica la inversión en guerra dineros que se podrían invertir en
el bienestar de las grandes mayorías. Se requiere ciencia para contrarrestar
este imaginario de terror y el inmovilismo que de allí resulta.
La conversión de la coca en
basuco
La indecisión
para regular la coca está íntimamente ligada a la imposibilidad de desligarla de
sus derivados químicos y el estigma que pesa sobre el clorhidrato de cocaína y
la Pasta Base de Cocaína (PBC). Estas sustancias (al igual que la coca) sufren
de la falta de estudios científicos contextualizados y de terreno que
permitirían avanzar respuestas más allá de la camisa de fuerza de las
Convenciones de Drogas.
El alcaloide
cocaína (más allá de la
En Colombia
aparece en forma de basuco (basura de la coca), o el demonio de la coca como lo
llaman los indígenas, uno de pasos en el procesamiento del clorhidrato de
cocaína (CLC) cuyo producto se distingue por su color marrón, su olor dulzón y
la grasa que desprende al quemarse. Su creciente mercadeo se adjudica al cerco
establecido contra la salida del clorhidrato de cocaína. El dilema con el basuco
es que su consumo parecería tender a ser compulsivo y su alta rotación lo
convierte en un producto ideal para las redes de microtráfico.
Se estima que,
en Colombia, el 65% o más de los campesinos cultivadores de coca procesan ellos
mismos la coca para producir el basuco como producto de valor agregado a su
alcance. Es decir que, a la contaminación por el monocultivo químico de coca, se
suma el gigantesco daño ocasionado por el procesamiento de basuco;
procesamiento, exportaciones y consumo crecientes que le debemos asimismo a las
restricciones que pesan sobre la coca y al (des)control de precursores. Por su
accesibilidad, el basuco es conocido como la cocaína del pobre.
Esto nos lleva
a cuestionar si una mayor accesibilidad a una cocaína producida de manera
controlada no sería una de las respuestas al creciente consumo de basuco, que es
asociado a la marginalización social de los usuarios. Lo cierto es que salir del
descontrol que reina sobre la coca y sus derivados sometiendo su producción
controlada a manos del Estados sería definitivamente la mejor forma de socavar
el poderío del crimen organizado (y, si bien enfocada, empresas farmacéuticas)
alrededor de las plantas y sus usos y derivados. La dificultada ahora radica en
detener la dinámica que ha permitido y aún permite la toma de los recursos al
amparo de la Guerra por las Drogas.
Conclusión
El
posicionamiento e incidencia de países como Colombia y Brasil en el escenario
internacional del s. xxi depende de su capacidad de proteger, e investigar para
conservar y valorizar sus recursos naturales y dejar de cederlos a la
corrupción. Es el anhelo de sus comunidades y a lo que le apuestan las
instancias internacionales. Seguirse sometiendo por encima de todo a unas
convenciones caducas y solapada guerra unilateral estadounidense contra las
drogas es un error garrafal en esta encrucijada histórica.
La pelea por
la no expropiación, destrucción y no contaminación de nuestros recursos comienza
por volver a tomar las riendas del poder de nuestras plantas; por la defensa de
nuestras Plantas de Poder. Exigimos estudios científicos y proyectos pilotos que
nos permitan desentrañar las verdaderas vicisitudes y virtudes de estas plantas
y sus derivados y de sus usos alternativos para socavar el poder destructivo del
narcotráfico y sus instancias antinarcóticos.
Exigimos
nuestro derecho a la explotación sostenible de nuestros recursos, soberanía
alimentaria, cultura, espiritualidad y sanación por medio de estas Plantas de
Poder. Exigimos de nuestros gobernantes ciencia y el derecho a no estar
destructivamente al vaivén de imaginarios de terror.
[1]
VI Congreso Internacional de la
Asociación Brasileña de Estudios Multidisciplinarios sobre Drogas
(ABRAMD)–
“Drogas y autonomía: Ciencia, diversidad, política y cuidados” Belo
Horizonte Brasil 7-10 de noviembre 2017
Mesa redonda - Drogas, movimiento ambiental y autonomía
[2]
“El consumo de drogas en los pueblos precolombinos –Elementos para una
‘política criminal’ alternativa”
http://criminet.ugr.es/recpc/recpc_04-r3.pdf
[6] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Cifras_cuadro_mamacoca/Jean-Claude_Grimal_Drogue_lautre_mondialisation_Gallimard_2000.pdf
[7] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Cifras_cuadro_mamacoca/SandroCalvani_La_Coca_pasado_y_presente_mitos_y_realidades_EdAurora_2007.pdf
[8] Periódico La Nación [Child y Arango, 1987]
[9]
http://www.mamacoca.org/Coca_cocaina_historia/Prohibicion/Antiguedad-1905_Prohibicion.html
Traducción de Gootenberg la español por
[12] https://ia800504.us.archive.org/0/items/americanjournal751903phil/americanjournal751903phil.pdf
[16] https://www.dipublico.org/9998/convenio-para-limitar-la-manufactura-y-regular-la-distribucion-de-estupefacientes-ginebra-13-de-julio-de-1931-protocolo-de-firma/
[18] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Legislacion_tematica/Ley_45_de_1946_disposiciones_penales_venta.htm
[21]
Traducción de
[23]
Traducción de
[24] http://www.mamacoca.org/docs_de_base/Fumigas/glisfosatoInformeFinal.pdf
En CICAD: http://www.oas.org/wearesorry.htm
[25]Cero
arancel para agroquímicos importados, decide Gobierno
[26]
Los Dueños de los fertilizantes en Colombia
https://www.elespectador.com/noticias/investigacion/los-duenos-de-los-fertilizantes-colombia-articulo-445007