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Jóvenes, coca y amapola: Un estudio sobre las transformaciones socio–culturales en zonas de cultivos ilícitos
Juan Guillermo Ferro, Graciela Uribe, Flor Edilma Osorio, Olga Lucía Castillo
IER - Facultad de Estudios Ambientales y Rurales - Universidad Javeriana

Capítulo 2
Contextualización socio-demográfica del Caquetá y Huila

2.1 Caquetá, tierra de indígenas, aventureros y colonos

El Caquetá se ubica en el suroriente colombiano y es la puerta de entrada a la Amazonía colombiana. Su paisaje se extiende desde las estribaciones de la cordillera oriental, en el límite con el Huila, hasta las inmensas llanuras del Yarí y las vegas de los ríos Putumayo, Caquetá y Apaporis, que establecen los límites con Meta, Guaviare, Putumayo Vaupés, Cauca y Amazonas, en una extensión de 88.965 kms, que representa el 7.8% del área total del país y el 48% del total de la población amazónica. (Ver mapa 2.2- Caquetá.)

Poblado en sus orígenes por indígenas de las etnias Andaquíes, Coreguages, Macaguajes, Tamas y Carijonas , poco a poco fue recibiendo en su extenso territorio la llegada de pobladores de diferentes regiones de Colombia. Los primeros, indígenas de otras etnias, Inganos Uitotos, Páez y posteriormente, aventureros atraídos por la fiebre del caucho, las maderas y las pieles. Pero, es a mediados del presente siglo que se da la migración masiva, cuando la violencia liberal - conservadora y la concentración de la propiedad de la tierra en el interior del país expulsa millares de campesinos a las zonas de frontera, convirtiendo esta región de Colombia en el paraíso de los "sin tierra".

La colonización tiene su etapa de mayor afluencia entre los años 1959 y 1975, impulsada por la Caja Agraria y el INCORA. Sin embargo, por su extensión y las condiciones geográficas del territorio, se dieron y se siguen dando diferentes tipos de colonización, obedeciendo a las dinámicas de los colonos que abren “claros” en la selva, o que se extienden a lo largo de los ríos, y correspondiendo a diferentes momentos de la historia del país y del departamento.

Dada la extensión del departamento, podemos hablar de una diferenciación espacial de la colonización caqueteña. La noroccidental, cuyos ejes son San Vicente y Puerto Rico. Por los ríos Pato-Caguán, en su parte alta, Losada y Yarí se abren los frentes del Alto Caguán, en dirección a la Macarena y al Guaviare. Y el medio y bajo río Caguán con Cartagena del Chairá y Remolino. La central, cuyo eje es Florencia-Montañita-Paujil-Doncello (hacia el norte) y hacia el sur la vía que conduce a Belén de los Andaquíes. Fluvialmente, se desarrolla sobre la vertiente de los ríos San Pedro, Orteguaza y Bodoquero hasta la parte media del río Caquetá y da origen a pueblos como Milán y San Antonio de Getuchá. La surcordillerana cuyo eje se extiende desde Belén de los Andaquíes hacia San José del Fragua, Albania y Curillo, Yurayaco, Fraguita y Sabaleta ( de reciente fundación). Por los ríos se extiende por el Bodoquero, el Pescado, el Fragua y el Alto Caquetá, atravesando los pueblos de Valparaíso y Solita en la zona sur oriental.[1]

Se puede hablar de tres grandes etapas en la historia de la colonización del Caquetá, la de migración del interior del país (1870-1975), iniciada por los aventureros de la quina, el caucho y la madera y continuada por los campesinos que huyen a raíz de la violencia liberal conservadora de los años cincuenta. Expulsados violentamente de sus tierras de origen, miles de campesinos se enfrentan a la selva y se expanden por los ríos, las vegas, los llanos y la Amazonía colombiana.

Mis papaces dentraron después de la Guerra de los Mil Dias, él se vino enganchado con una cuadrilla para cauchar. A él le gustaba mucho la vaina de la cauchera(...) en ese entonces el cuacho lo sacaban cargado a la espalda por las trochas, eso fue como en el 1900.[2]

La etapa de consolidación de la colonización (1960-1980), cuando se abren las principales vías de penetración a la zona, se fundan varios pueblos y se adquiere una identidad regional propia siendo elevada a la categoría de Departamento en 1981 por el Decreto 78 de 1981.

Esa violencia del 9 de abril del 48 fue supremamente brava. Eso no se podía trabajar en los campos, por los motivos de la lucha política entre liberales y conservadores. Eso todo el mundo tuvo que huir, dejar todo abandonado. A mi papá lo perseguían por ser liberal y así fue como llegamos al Caquetá, en busca de tierra (...) En ese tiempo todos los que veníamos, tanto liberales como conservadores, veníamos unos huyéndole a los otros. Ya aquí la violencia bipartidista se olvidó directamente, al llegar a vivir revueltos, era a trabajar. Ya nadie quería saber de odios políticos sino de colaboración.[3]

La etapa de desestabilización del proceso colonizador (1980-1997), período en que se inicia la llamada “guerra del Caquetá” y que se caracteriza por conflictos militares entre el ejército y la guerrilla, y por la llegada de la coca. Durante este último período se dan varias migraciones hacia dentro y fuera del departamento. Las primeras, motivadas por la violencia político militar a raíz de los conflictos entre el ejército y el M-19; la inestabilidad y la desconfianza constituyen el nuevo equipaje del colono, que termina siendo víctima de la represión militar, de las diferencias ideológicas y de las equivocaciones de los grupos armados. Las segundas migraciones se dan por la llegada masiva de nuevos aventureros de diferentes regiones del país que migran esta vez atraídos por el cultivo y comercialización de la coca. Unos, con el interés de invertir en la siembra, procesamiento y comercio en pequeña y grande escala, otros, en busca de trabajo como raspadores, químicos, cocineras y comerciantes.[4] Se repite el circuito colonización - conflicto - migración, propio de los procesos de colonización. Los datos censales del DANE también dan cuenta del crecimiento poblacional de estos territorios.

CUADRO No. 1: POBLACION DEPARTAMENTAL Y NACIONAL

Año
Pob. Deptal.
% sobre Pob. Nal.
1964[5]
103.718
0.59
1973
180.297
0.76
1985
218.485
0.96
1993
311.464
0.94

El cuadro anterior muestra cómo no sólo crece en términos absolutos la población del Caquetá, sino también con relación al crecimiento de la población en el nivel nacional.

Esta nueva etapa, signada por la llegada de la coca, se caracteriza por la confluencia de migrantes de regiones muy diferentes, y con intereses también muy diversos. Dentro de esta amplia gama se encuentran desde personas cuyo interés principal es la necesidad de generar ingresos para su subsistencia frente a la falta de oportunidades en sus sitios de origen, hasta aquellos con intención de invertir capitales económicos con miras a la obtención de ganancias rápidas.

Y hay mucha gente de afuera que está en crisis económica y dicen que allá en el Caquetá se consigue la plata. Y como el cuento es que pu’allá es que se consigue la plata botada, entonces dicen me voy y vienen y trabajan uno o dos meses. [6]

Yo vengo de Norte de Santander; llegué a Bogotá con deseos de trabajar, aspiraciones que toda persona tiene, pero resulta que me encuentro con una ciudad tan grande, toda llena de smog y que al tocar las puertas para adquirir empleo resulta que no hay nada. Entonces me desplacé para el Valle del Cauca y pasó lo mismo, después para el Huila y estuve recorriendo prácticamente toda Colombia. Como yo he sido agricultor más que todo, pues me decidí y me vine a trabajar al Caquetá (...) Uno quiere tener una estabilidad para trabajar y una estabilidad económica para subsistir y así mismo poder progresar.[7]

Yo me inicié en negocios con verduras y cuando ya tenía platica de la comercialización de la verdura y no sabía como que hacer con esa plata me metí en este negocio y compré esta finca.[8]

Una característica presente en buena parte de esta población es la falta de sentido de pertenencia e identidad regional, sumada al poco o ningún interés por construir región. Esta característica alimenta fundamentalmente las esperanzas de los colonos fundadores. La presión que se da en todos los niveles es tan fuerte que conduce a la asimilación de nuevas conductas, valores y comportamientos, y a la modificación de la identidad de este campesino colono.

Los rasgos de esta etapa se siguen manteniendo en la actualidad, con mayor incidencia en donde las zonas de cultivos y comercio de coca son mayores, pero con repercusiones en todo el departamento. Un elemento adicional es la presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC[9], quienes asumen el control prácticamente sobre todo el territorio caqueteño, una vez que el Movimiento 19 de Abril, M-19[10], se desmoviliza.

2.1.1 La potrerización de la selva

La zona comprendida entre los ríos Caguán, Caquetá y Putumayo es reconocida como una unidad biogeográfica de particular importancia por su riqueza biológica. Sin embargo, las características del modelo de ocupación hacen de esta zona una de las más intervenidas de la Amazonía colombiana. La selva se levanta exuberante sobre un frágil ecosistema, que al ser intervenido mediante la tumba y quema de montaña por los colonos, ha dejado el suelo expuesto a la radiación solar y a la acción de las lluvias con la consiguiente pérdida de nutrientes y los conocidos efectos en la alteración del clima.

Los primeros colonos, una vez logran hacer su “claro” en la selva, siembran maíz y arroz, con el fin de preparar la tierra para pastos y tener ganado. La agricultura en el Caquetá ha sido de pancoger y para la subsistencia, los cultivos más comerciales, como el maíz y el plátano, llamados también transitorios, ante los bajos precios, las dificultades de transporte y la falta de asistencia técnica, poco a poco han sido reemplazados por potreros, que en últimas son los que valorizan la tierra.

Nosotros lo primero que hacíamos era socolar, quitar las ramas bajitas que tienen los árboles. Después venía la tumba de esos árboles que eran inmensos y cuando llegaba el verano, quemar. Así hacíamos claros en la selva para empezar a sembrar maíz. Es que sino tumbábamos, se selva no íbamos a vivir, no? Claro, la esperanza era tener algún día una finquita, ganado, que el INCORA nos prestara y como para darnos crédito teníamos que tener pastos.[11]

En el proceso de potrerización de la selva, a la intervención del Estado le cabe una responsabilidad grande, por cuanto los proyectos de colonización dirigida del INCORA en sus Fases I y II, incentivaron los créditos orientados hacia la ganadería extensiva[12]. Esta experiencia es repetida por el Proyecto PLANTE en los últimos años. El avance de la potrerización, así mismo, empujó al colono hacia nuevos frentes de colonización con el consiguiente avance del latifundio y la deforestación. En la medida que penetra la colonización hacia las zonas de “punta”, se repite el ciclo de tumba y quema de montaña y la explotación maderera sin ningún control, como es el caso de San Juan de Lozada y las Selvas del Yarí en el norte del Departamento y en la Baja y Media Bota Caucana.

Recientes estudios del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, en el Caquetá, evidencian los efectos ambientales negativos causados por las prácticas agropecuarias de la colonización. Se ha dado un cambio radical entre la vegetación original, caracterizada por una alta diversidad, y el monocultivo de pasto. Este monocultivo produce una pérdida de la diversidad biológica debido a la simplificación del ecosistema y al agotamiento de los suelos. Así mismo, a la degradación provocada por el pisoteo del ganado, se une la simplificación de la cobertura vegetal alterando el sistema normal de las aguas. La degradación también incrementa la pérdida de suelo que se agrava aún más por la tendencia de estas zonas hacia la erosión. En varias partes del Caquetá, el suelo se pierde 141 veces más rápido de lo que se forma. Teniendo en cuenta que la tasa de formación de suelos en la zona es de 1.08 toneladas por hectárea en el año, se requieren 300 años para la formación de 25 mm. Este dato nos muestra que en pocos años el Caquetá llegará a ser un desierto.[13]

2.1.2 Llegan las matas de coca

Del monocultivo del pasto, se pasa al monocultivo de la coca. Si bien el avance de la potrerización no se ha detenido, con los cultivos de coca de alguna manera se ha desacelerado. El colono ya no vende su finca convertida en potrero, sino que siembra coca. A su vez, los que entienden que la coca no va a durar siempre, invierten sus utilidades en ganado, segundo renglón de la economía después de la coca. Tampoco se ha detenido el descumbre de la selva, pues la afluencia de personas motivadas por la hoja de coca, va penetrando cada vez más selva adentro. A los viejos procesos de colonización se suma la llegada de pequeños y grandes cultivadores de la hoja, y con esta ocupación indiscriminada, los ecosistemas caracterizados por su variada vegetación y biodiversidad, se ven gravemente amenazados.

La coca se siembra se hacen con técnicas de cultivo limpio que utilizan plaguicidas y fertilizantes acelerantes de la contaminación del medio ambiente. También se destruyen las condiciones que propician la lluvia horizontal agotando las fuentes de agua y afectando la biodiversidad. La presión que ejerce el cultivo de coca sobre el ecosistema aún no ha sido cuantificada en todas sus dimensiones, aunque según algunos autores es menor que la ganadería extensiva. Y si a estas prácticas se añade la fumigación contra los cultivos ilícitos, con todas sus implicaciones ambientales, el panorama se ensombrece aún más.

El ejercicio realizado a través de dibujos con jóvenes y adultos, campesinos e indígenas sobre la situación de las fincas y chagras antes de la llegada de la coca, sobre el momento actual y sobre un futuro hipotético sin la presencia de la coca, representa esta realidad.

Antes de la aparición de la coca se representa a la finca con más montaña, maíz, yuca, plátano, potreros, ganado, y las chagras de los indígenas sembradas de cultivos tradicionales. Después de la coca, se observan las fincas rodeadas sólo de estos cultivos. En algunas pocas se dibuja algo de ganado, estanques con peces y cultivos de pan coger como plátano y maíz.

Dentro de las actividades productivas aparece el desarrollo de prácticas agrícolas, la pesca y la caza, realizadas especialmente por los hombres. Y la elaboración de artesanías, tejidos y artículos de barro cocido, como tareas propias de las mujeres.

El futuro lo ven de diferentes maneras. Algunos representan las fincas abandonadas, la tierra estéril convertida en un desierto, la selva devastada y sin fuentes de agua. Otros lo pintan como el inicio de una recuperación de la agricultura tradicional.

2.1.3 Los cultivos cocaleros

Las zonas de colonización ofrecen condiciones particulares para la expansión de los cultivos de coca: no sólo por el clima, la calidad de la tierra y el aislamiento de los centros del país, sino también por las circunstancias históricas que originaron su poblamiento. Allí llegaron los campesinos perseguidos, víctimas del fracaso de la reforma agraria y del triunfo de los latifundistas, que lanzaron a estos compatriotas a sitios donde no hay posibilidades de desarrollar una economía rentable.

Al Caquetá llega la coca al finalizar la década de los setenta e inicios de los años ochenta y encuentra un terreno propicio, y unos colonos cansados y pobres. Los bajos precios ofrecidos por las cosechas de arroz y el maíz, las dificultades de transporte y la explotación de los intermediarios, hacen que estos productos no se cultiven más para el comercio. La coca, se presenta como una alternativa económica que rápidamente se expande. Es un cultivo permanente de fácil manejo, que representa un ingreso fijo cada 45 días. Los campesinos se apropian de la tecnología para la transformación de la hoja en pasta de coca, y además la inversión en los improvisados laboratorios, no representa mayores costos.

La producción comienza en la región del medio y bajo río Caguán, situados hoy en día en el municipio de Cartagena del Chairá. La Inspección de Remolino del Caguán, se convierte con el tiempo en el centro de mayor movimiento y comercialización de pasta de coca. Esta región es considerada de alta producción, por encontrarse allí cultivos comerciales que sobrepasan las 30 hectáreas. En la actualidad los cultivos se han expandido por todo el territorio del departamento. De la misma manera que los cálculos sobre el número de hectáreas cultivadas en Colombia, en el Caquetá varían de acuerdo con la fuente consultada. El siguiente cuadro nos presenta las diferentes lecturas a partir de 1994.

CUADRO No. 2: ERRADICACION DE CULTIVOS ILICITOS[14]

FUENTE
AÑO
COCA
AMAPOLA
TOTAL
JUAN TOKATLIAN
1990-1997
84.136 hectáreas

84.136 hectáreas
JUAN TOKATLIAN
1991-1996

46.658 hectáreas
46.658 hectáreas
MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE
1984 a 1988


Sembradas
307.000 hectáreas
MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE
1984-1998


203.000
hectáreas

La coca ha llegado a convertirse en la fuente de ingresos más importante del departamento, aunque no aparezca en ningún censo de producción. El renglón del comercio, la ganadería y el mercado de tierras, se ha incrementado considerablemente; lo mismo se puede decir del sector financiero. Se ha pasado de una economía basada en el trueque a la monetización, sobre todo en las zonas de mayor influencia de los cultivos. Aunque el presupuesto que manejan los municipios continúa siendo reducido y no permite la construcción de obras de infraestructura, bienes y servicios básicos, la llegada de la coca al Caquetá trae cambios muy complejos en el proceso de colonización atravesando todas las profesiones y sectores sociales. Esto implica la aparición de una nueva forma de economía que en algunos casos y en términos individuales y muy locales, ha permitido mejorar las condiciones de vida.

La complejidad de estos cambios y sobre todo las diferentes percepciones que de ellos tienen los habitantes de esta región, se evidencian cuando hablan de la situación que se vive particularmente en las zonas de mayor influencia de cultivos:

Los cultivos tradicionales dan pérdidas, pero los cultivos ilícitos son lícitos porque dan un poquito más de solvencia económica, para poder estudiar nuestras familias, para poder dar empleo y para cuidarnos nosotros un poquito más en la salud.[15]

Es que nosotros entramos a trabajar por aquí y no salimos ni al pueblo ni a nada de eso. Hay mucha gente que viene a trabajar en una finca y no sale, gente que viene a trabajar sagradamente, pero otro no. (Raspachín, Valparaíso).

La coca se ha constituido en palabra de Dios. Lo que importa es ser felices, dominar. Esa es la nueva sangre. Se vive el presente. El dinero se gasta en el juego, el oro, la ropa de marca, los electrodomésticos, las apuestas, la rumba, el licor. No hay ninguna relación con la familia. Nadie quiere trabajar en nada diferente a la coca. No se quiere ninguna disciplina ni ley, todo obedece a impulsos, por eso se mata, se ofende, se gasta. La muerte es una burla, un teatro. La juventud, es un momento, se pasa de niña a mujer a los doce años. Con coca se compra todo.[16]

Ante el desempleo producido por la crisis del café, el arroz y el algodón, se abre de nuevo la puerta a una migración masiva del interior del país hacia las zonas de colonización. Miles de personas, motivadas por los altos precios de la coca, llegan a trabajar en los cultivos, comúnmente conocidos como “plantes”. Otros a comprar o arrendar tierra sólo con el propósito de sembrar coca, bien sea en grandes o en pequeñas extensiones. Detrás vienen muchas personas vinculadas a diferentes negocios y actividades, que indirectamente se benefician del movimiento económico que se genera con la coca.

Con la coca, empiezan a llegar ríos de gente de todas partes. Eso llegan detrás de las maticas, unos que a sembrar, otros que a raspar, otros con cacharro, otros que a comprar esa harina. Los pueblos se crecen, todos que a poner su negocito con las ganas de tener utilidades, aumentan en el pueblito las cantinas, las discotecas, las residencias y los almacenes. Eso los domingos ni se puede caminar del gentío. Entre semana es como lo ve, sólo, pero desde el viernes empieza el movimiento, toda la gente sale de los plantes, de las fincas, eso es mucho cambio.[17]

Los campesinos-colonos encuentran en la coca un cultivo permanente que implica menores riesgos y mayores posibilidades de un ingreso constante, frente a los bajos rendimientos de sus cultivos, los malos precios de sus productos y las dificultades de transporte.

Los precios de producción y venta de coca están sujetos a las continuas variaciones de la economía ilegal, y tienen que ver tanto con la demanda internacional, como con las políticas antidrogas de Estados Unidos y el gobierno colombiano.

Para calcular los ingresos que reciben los cultivadores de hoja de coca, es importante tener en cuenta la cantidad de producción por hectárea que varía de acuerdo a la época del año que se siembre, la densidad, la calidad, el control de plagas y malezas. Teniendo en cuanta que la variedad de coca sembrada en el Caquetá es la peruana,

en los cultivos de 3 a 6 años se obtienen los más altos rendimientos por hectárea: 150 arrobas. En los lotes mayores de 7 años, la producción disminuye hasta alcanzar 50 arrobas por hectárea. Los lotes soqueados y en las plantaciones jóvenes menores de 3 años, las producciones son de alrededor de 70 arrobas por hectárea. Se puede considerar un dato muy real promedio de 80 arrobas por hectárea. En nuestro departamento se hacen 5 cosechas cada 60 días, generalmente en época de invierno no se recolecta (enero y febrero).[18]

En el Caquetá los cultivadores campesinos transforman en un 90% de la hoja en pasta lavada, y el 10% en base cuando ha pasado por un proceso de oxidación, repercutiendo en una mayor calidad. Según los datos recogidos por Rodrigo Velaide en su investigación, por arroba se obtienen en promedio 18 gramos de pasta lavada. Los ingresos diarios de un raspachín (raspador de hoja de coca), que raspa en promedio 8 arrobas de hoja, obtiene $20000 pesos libres de comida, teniendo en cuenta que por arroba de hoja le pagan $2500 pesos. Un pequeño comprador de pasta lavada que trabaje 20 millones de pesos, en una semana puede llegar a ganar 2 millones.[19]

La estructura de tenencia de la tierra también se ha afectado considerablemente por cuanto las fincas se han fragmentado. Los colonos venden o arriendan entre una y diez hectáreas sólo para cultivar coca. Una hectárea sin coca, en rastrojo, puede tener un valor de $400.000, en tanto que una hectárea de coca en producción tiene un valor de 4 millones de pesos.

Teniendo en cuenta la calidad de tierra de esta región amazónica, se considera que con menos de 45 hectáreas, es imposible desarrollar cualquier tipo de actividad agrícola o ganadera. La fragmentación de la tierra para el cultivo de coca y el consiguiente prejuicio del ecosistema, tendrán en el futuro efectos impredecibles.

2.1.4. Los actores tradicionales

De campesino a colono, de colono a ganadero y cultivador de coca

El proceso de poblamiento, con las circunstancias históricas que lo acompañaron, significó cambios tanto en el paisaje amazónico como en la caracterización de los grupos humanos allí establecidos que han influido notoriamente en la tipificación del departamento. Los asentamientos de los colonos se dan no sólo por las características físico naturales y productivas, sino también por las relaciones familiares, de amistad, de afinidad política, que ejercen un alta influencia sobre la forma como los colonos se reagrupan territorialmente[20]. Encontramos que la zona sur y norte está poblada principalmente por campesinos provenientes del Huila y Tolima, en tanto que la zona centro está habitada por caldenses, antioqueños y vallunos.

En su mayoría, los campesinos que migran provenientes del interior del país antes han vivido en minifundios y han trabajado un tipo de agricultura tradicional. De una muy arraigada tradición a las identidades partidistas liberal y conservadora, estos colonos católicos de misa los domingos traen las costumbres y tradiciones propias de su departamentos de origen, y la familia constituye un núcleo fuerte en torno del respeto y autoridad paterna.

Como campesinos, su cosmovisión del mundo está directamente relacionada con la naturaleza y el trabajo de la tierra de la cual derivan su subsistencia. En cuanto se apropian de la naturaleza con la sabiduría que les da el contacto directo con ella, construyen su vida, su familia, su mundo de relaciones y su organización social.

El campesino al enfrentarse a la selva, se apropia de un pedazo de tierra, construye caminos, funda pueblos y establece las primeras bases de organización social. De esta manera, se hace colono y construye región. La definición de colono dada por sus protagonistas, nos aporta elementos que confirman esta percepción. "Un colono, es el que llega con un hacha y un machete, porque yo llegué así, se entra en una selva, a recorrer selva, con la ambición de que en diez o veinte años, puede tener una finca. Un campesino puede ser pobre, pero si ya llegó cuando otro ha abierto caminos, ha traído semilla de otra parte, es campesino, pero ya no es colono".[21]

La extracción de maderas y la cacería, ofrecen las primeras posibilidades de ingresos económicos a los colonos. Luego, viene la producción de maíz y arroz. Cada hectárea sembrada va a representar, más adelante, una hectárea de pasto. Así se llega progresivamente a la potrerización, con la perspectiva de tener ganado en el futuro.

En este proceso, los campesinos tienen que adaptarse al medio y encontrar nuevas formas de vivienda, de alimentación, de vestido, de trabajo, de supervivencia, acondicionar su organismo al trópico y además enfrentar los riesgos de las enfermedades propias de la región ante las que no tenían defensas ni recursos.

El desplazamiento masivo hacia las áreas de colonización provoca no sólo una reubicación territorial, sino además la adaptación forzada a nuevos patrones de comportamiento y reorganización de individuos y familias con otros grupos sociales, provenientes de diferentes regiones del país. Estos cambios han dado origen a nuevas regiones caracterizadas por una gran heterogeneidad cultural. Esta diversidad influye en la caracterización del campesino colono que encontramos hoy en el Caquetá.

El campesino que se hace colono, aunque en sus inicios es un “desadaptado”, logra crear una estrategia de asimilación cultural al medio. Si se tienen en cuenta el carácter dinámico de las culturas que se construyen y resignifican históricamente, como campesino interioriza elementos de diversas culturas y se adapta a las nuevas condiciones, conservando los fundamentos básicos de su identidad como grupo social.

Los campesinos que llegan a colonizar están sujetos a fuertes cambios que afectan sus pautas de comportamiento tanto en el aspecto ecológico, como resultado de las alteraciones del medio natural, como por el contacto con campesinos de otras regiones del país y con pautas culturales diferentes. Esto, sin duda, lo lleva a adoptar nuevos patrones de comportamiento a partir de las condiciones de la Amazonía.

En esta perspectiva, la colonización no debe entenderse sólo en relación con el dominio de la selva, pues significa también adaptación y reorganización social de los individuos y las familias. La migración ha significado ruptura y necesidad de recreación de nuevas unidades y patrones sociales en un ambiente natural desconocido, percibido como hostil.

Difícilmente se pueden encontrar expresiones simbólicas que identifiquen al campesino colono como tal, pero sí podemos hablar de características comunes, muchas de ellas inherentes a su ser como campesinos, otras como resultado de la mezcla de las diferentes regiones del país y de la adaptación a las condiciones de vida del medio ambiente amazónico.

Entre estas se pueden mencionar, la forma de adquisición de la tierra, conquistada con un hacha y un machete, la conciencia de construir región, el estilo de vida basado en una agricultura de subsistencia, la conservación de algunos valores religiosos, así como las actitudes defensivas y de desconfianza frente al Estado.

Sin embargo, las situaciones históricas vividas durante estos treinta años de colonización por el campesino que se ha transformado en colono, nos llevan a pensar en su transitoriedad. Una vez superada por algunos la etapa de colonización, entendida como conquista y dominación de la tierra, se inicia también un proceso de transformación de aquellas actividades que caracterizaban al colono como tal, para dar paso a otras como ganadero, comerciante, cultivador de hoja de coca.[22]

Los Korebaju (Coreguages) e Ingas. De propietarios comunales a jornaleros y raspachines

Para 1983, la población de Korebaju (Coreguages) se calcula en 2800 personas, aproximadamente. Entre los grupos índígenas más representativos, actualmente, pueden mencionarse, los Uitotos, los Coreguages, los Paeces y los Inganos. Los indígenas se agrupan en asentamientos localizados a orillas de los ríos Caquetá, Orteguaza y Peneya y, en las partes altas de la Coordillera Oriental. Cabe señalar que estas zonas, especialmente las que corresponden a las vegas de los ríos, son objeto de fuerte presión colonizadora, lo que coloca en pugna a colonos e indígenas en su lucha por la tierra. (Mapa No. 2.3 - Zona de Estudio. Territorio Korebaju (Coreguage) en el Departamento del Caquetá).

En la totalidad del departamento hay una proporción de 1.82 indígenas con relación a los no indígenas. Sin embargo, es muy posible que estos datos sean aproximados.

CUADRO No. 3: POBLACION INDIGENA Y NO INDIGENA


No Indígenas
Indígenas
Caqueta
304112
5554
Milan
13355
1094
Valparaiso
20783
26

Fuente: Censo Nacional de Población y Vivienda, DANE, 1985-1993

Si hay inexactitud en los datos para la totalidad de la población indígena, se encuentran mayores problemas cuando dicha información se desagrega por etnias. Para el caso de los Coreguages, y de acuerdo con lo observado en el trabajo de campo, aparecen cifras que bien podrían estar contando sólo a las personas pertenecientes a un resguardo. Aún así, a continuación se presentan las cifras que publica el DANE, obtenidas en el Censo Nacional de Población de 1985.

CUADRO No. 4 POBLACION INDIGENA POR GRUPOS ETNICOS


Hombres
Hombres
Hombres
Mujeres
Mujeres
Mujeres

Coreguages
Inganos
Paeces
Coreguages
Inganas
Paeces
Total
182
1985
22360
168
1980
21637
5 a 9
30
300
3452
29
288
3451
10 a 14
25
292
2874
24
263
2765
15 a 19
24
241
2154
28
188
1893
20 a 24
26
142
1751
16
144
1796
25 a 29
15
115
1569
6
101
1463

Fuente: Censo Nacional de Población y Vivienda, DANE, 1985-1993

Los Korebaju (Coreguages)[23]

La memoria de los actuales Korebaju (Coreguages) indica que hasta hace 50 años, son nómadas que recorren un territorio mucho más amplio que el actual, cubriendo desde el río Pescado hasta Santa María en el río Caquetá. Sus asentamientos duran entre 2 y 5 años, para luego trasladarse de nuevo a lugares ya ocupados con anterioridad.

Por circunstancias originadas en la muerte de líderes, los Korebaju (Coreguage) van desplazándose al sur, siguiendo el curso del río Orteguaza hacia el Caquetá. Por entonces viven en un solo grupo, bajo la dirección del "chaí" que unifica el poder político y el espiritual, expresado en el chamanismo.

Debido a enfrentamientos ocurridos entre los chaí, especialmente después del conflicto fronterizo con el Perú (1928), en el que algunos participan, los Korebaju (Coreguage) se disgregan en grupos familiares, algunos de los cuales desaparecen. Asímismo, otros se van apoderando de parte del territorio y conforman los actuales asentamientos, con frecuencia teniendo conflictos con los colonos.

La integración social en épocas diversas de otros grupos como los Tama y Carijona, procedentes según la tradición de los llanos del Yarí y los Ingano, contribuye a conformar el actual grupo étnico Korebaju (Coreguage).

Los Korebaju (Coreguage) se encuentran distribuidos en un número aproximado de 27 comunidades situadas en las riberas de los ríos Orteguaza, Caquetá, Putumayo y sus afluentes. Desde el punto de vista político-administrativo, la gran mayoría pertenecen a los municipios de Milán y Solano, en el departamento del Caquetá.

La carretera que comunica con Florencia, intransitable durante las épocas de lluvia, termina en la Inspección de Policía de San Antonio de Getuchá. Durante épocas de sequía, el tránsito puede durar entre 4 y 5 horas. El mismo trayecto por el río puede tardar 2 horas partiendo de Puerto Arango.

Dentro de este gran territorio se encuentran varias poblaciones de colonos, como San Antonio de Getuchá, Remolinos, Granario, Danubio, Tres Esquinas (Base Militar), Ilusión y Agua Blanca. Así, el grupo étnico no posee unidad territorial y consolidarla sería difícil por la gran cantidad de colonos asentados en su área.

Pueden distinguirse dos zonas de ubicación de los asentamientos Korebaju (Coreguage):

Los datos existentes en instituciones oficiales son poco confiables; sin embargo, existe la referencia de los datos del Censo de Población del DANE de 1985 y con los censos elaborados manualmente por los maestros en las comunidades que tienen escuela y que son coordinados por el Consejo Regional Indigena del Orteguaza Medio (CRIOMC). No obstante, no ofrecen un dato global dado que no todas las comunidades tienen escuela y la movilidad de las familias es muy alta.

En 1989, el CRIOMC, llevó a cabo un censo, según el cual la población era de 2850 personas, agrupadas en 447 familias. Si se toma en cuenta este dato y una tasa de natalidad alta, puede estimarse un crecimiento anual de 2%, lo que lleva a un cálculo de 3.300 personas en 1996.

Pese a ser el grupo indígena más numeroso de la zona, los Korebaju (Coreguages) son minoría frente a los colonos mestizos.

Los Ingas

El grupo de los Ingas del Caquetá proviene del Valle de Sibundoy donde tenían, a la llegada de los españoles su propia organización y forma de vida. La tradición oral cuenta que proceden del Gran Imperio Inca del Perú, y por incomprensiones emigran al norte llegando hasta los Departamentos del Putumayo y Caquetá[24].

Están diseminados en tres países, Perú, Ecuador y Colombia. Por su lengua se identifica su origen del sur. Se les ha asimilado históricamente a los Yanaconas y Mitimáes, y parecieran tener una dinámica interna propia parece verse afectada por el verticalismo de los Incas, los Capuchinos, los colonos, los comerciantes, los narcotraficantes entre otros[25]. En su avance hacia el norte desde Perú y Ecuador, huyendo del etnocidio interactuan con Cofanes, Sionas, Carijonas, Tamas, Korebaju (Coreguages), Macaguages.

Desde 1558 los doctrineros visitan la región buscando la colonización mental e ideológica y por ende la sujeción física de los nativos. En los períodos subsiguientes, con el avance colonizador por parte de los capuchinos fundadores de varios pueblos a lo largo de la franja piemontana, se facilita el paso de los extractores de quina y caucho, quienes emplean a los inganos como correos por el gran conocimiento del terreno.

En el Caquetá, se encuentran ubicados en el sur del departamento sobre los ríos Fragua Grande y Caquetá. Comparten territorialmente la llamada Bota Caucana entre los departamentos del Cauca, Putumayo y Caquetá. En el Caquetá están ubicados en los Municipios de Solano, en Niñeras; Municipio de Valparaíso, Cozumbe; Municipio de San José del Fragua, San Miguel, San Antonio, San Rafael, San Gabriel, Brisas.

Aunque el idioma sólo es conservado por los ancianos y algunas comunidades se encuentran bastante mezcladas con mestizos, por tradición oral preservan muchas de sus costumbres y tradiciones. Son comunidades agrarias que guardan el respeto por la autoridad tradicional, sobre todo los Curacas a quienes se les debe en gran parte la conservación de la tradición. Su organización gira alrededor de los cabildos, organización impuesta por el Estado para articular las comunidades a las instituciones en el nivel nacional.

Se manifiesta la apreciación sobre algunos cambios en los sistemas de producción de alimentos:

Antes había montaña, peces animales para la cacería. Todos trabajaban en la chagra, cultivaban plátano, píldoro, yuca, ñame, yota, chotaduro. Había una planta que se usaba como jabón. Había piscos, cerdos, patos, había peces. Con el plántano y la yuca se preparaba en “anduche”, chicha tradicional; los árboles no se dejaban tumbar, también estaba prohibida la quema. Se pescaba con atarraya y con arpón.

Hoy los ríos son pequeños, se han abierto en brazuelos por la tala de la montaña. La yuca, el maíz y el plátano se siembran para negocio. También llegó la coca y nos dejó por el suelo. Los jóvenes ya no van a socolar sino a raspar. Antes los hijos los criábamos a puro sudor de maíz y plátano, ahora no. Ahora tenemos que comprar todo. Se la pasa uno jornalée y coma jornalée y coma.[26]

2.1.5 Los nuevos actores

La nueva configuración de actores que se da con la llegada de la coca al departamento, en las zonas de influencia de los cultivos, cambia el escenario de la colonización. Los grupos de pobladores que pueden distinguirse son:

Las diferentes etnias indígenas, Korebaju (coreguages), inganos, uitotos y paeces, todos pobladores primitivos y para quienes la coca ha sido sagrada y utilizada para el mambeo. En la actualidad, para la etnia Korebaju (coreguage), ubicada en la región del bajo río Orteguaza, la coca ya no tiene el uso tradicional de los antepasados y los indígenas trabajan como cultivadores o raspadores de hoja.

Los colonos tradicionales, agricultores que llegan en busca de tierra. Los hijos pequeños que vienen con sus padres y los hijos de estos colonos, nacidos durante la colonización.

Los comerciantes, que tienen finca y su negocio en el pueblo. Muchos de ellos fueron colonos tradicionales.

Los colonizadores cocaleros, gente que llega de diferentes partes del país únicamente con el objetivo de sembrar coca. Entre ellos, a su vez, se puede encontrar a:

La población flotante, forma el grupo más grande de personas que han llegado tras los cultivos de coca. Está constituida por:

La guerrilla, presente en el Caquetá a través de los Frentes 49, 32, 14, 15, 19 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Sin duda representan una presencia significativa, tanto por el número de combatientes como por el control que ejercen prácticamente en todo el departamento.

Los agentes institucionales, son representantes de organizaciones y gremios, que directa o indirectamente son beneficiarios, afectados o llamados a cumplir un papel de acompañamiento, apoyo, intermediación o fuerza. Además intervienen en este escenario la Iglesia, el Estado, las Fuerzas Armadas, las corporaciones financieras, los gremios, las organizaciones sindicales y campesinas, entre otros.[27]

Esta situación origina una nueva configuración regional y de los actores sociales que allí se mueven. Podemos hablar de zonas de alta, media y baja producción de coca (Ver Mapa 1.1), zonas de punta de colonización y zonas de colonización consolidada, con gran desarrollo de la ganadería y extensión del latifundio. El movimiento económico, así como la presencia de diferentes actores que allí se mueven, se ve determinado en parte por esta división.

Dentro de este marco se encuentra el grupo de personas con quienes se realizó esta investigación. Son ellos los campesinos colonos, enraizados en la región. Los jóvenes, hombres y mujeres, hijos de estos colonos, forman parte de una generación nacida cuando la colonización estaba en su proceso de consolidación y para la cual, la coca ha sido el medio de subsistencia en el que han crecido. Además, están los sectores juveniles que han llegado de otras regiones del país, como raspadores de hoja, trabajadores ocasionales, o comerciantes e indígenas Korebaju (Coreguages) e Inganos.

2.1.6 Caquetá, un departamento en continuo movimiento

La movilidad geográfica de la población, constituye un componente fundamental de la dinámica poblacional, tanto en el nivel nacional como departamental o municipal.

Los resultados del censo en el nivel nacional en 1993 indican que el 21.8% de una población de 32.797.146, abandona en algún momento de su vida su departamento de nacimiento para radicarse en otro departamento del país. El mayor volumen de emigrantes casi el 50% tiene como destino Bogotá, el Valle del Cauca y el Atlántico.

Cuando se consideran los movimientos poblacionales de municipio a municipio (1061 municipios en 1993), el volumen de emigrantes es mucho mayor. Casi 12 millones de personas, es decir un 40%, han emigrado a otros municipios. De estos 12 millones, 5.5 millones de personas (16.9%) se han desplazado de municipio a municipio dentro del mismo departamento.

Para 1993, el Caquéta, zona objeto de estudio, cuenta con 105513 inmigrantes internos en 1993, es decir personas que provienen de otros departamentos, y que corresponden al 33.9 % del total de la población censada allí. Los emigrantes internos, personas que se han movido de municipio en municipio dentro del mismo departamento, corresponde al 20.3%, es decir 63385 personas. Por lo tanto el Caquetá ha sido objeto de continuas olas migratorias provenientes tanto del mismo departamento como del interior del país; éstas obedecen en muchos de los casos al ciclo migración-conflicto-migración propio de las zonas de colonización, a los ciclos productivos en el nivel nacional, y en los últimos años a los precios de la coca y la amapola.

Además de los datos censales (Cuadro No. 5) que dan cuenta de un rápido crecimiento poblacional, esta misma información confirma cambios demográficos, ahora en términos de distribución rural-urbana en el departamento: en el Caquetá, contrariando la tendencia nacional, las zonas rurales experimentan un incremento poblacional, entre 1985 y 1993.

CUADRO No. 5: POBLACION DEPARTAMENTAL POR CABECERA Y RESTO

Año
Departamental
Nacional

% Cabecera
% Resto
% Cabecera
% Resto
1973
28.1
71.9
59.4
40.6
1985
49.9
50.1
65.3
34.7
1993
45.9
54.1
71.1
28.9

Cabe resaltar que de los 15 municipios caqueteños que registra el DANE en sus publicaciones de 1992, 8 fueron creados en 1985 -entre ellos los 4 ya mencionados- mientras que los restantes 7 fueron creados en 1967 o antes. Los municipios de Milán, Valparaiso, Curillo y San José del Fragua, donde se realizó este estudio, presentan interesante tendencias poblacionales. (Mapa No. 2.2 - Zonas de Estudio. Departamento del Caquetá).

CUADRO No. 6: POBLACION MUNICIPAL EN LAS ZONAS DE ESTUDIO


1973
1985
1993
Caqueta
180297
208540
311464
Milan
7768
5029
14454
Valparaiso[28]
8464
4818
20859
Albania
6970
9376
9674
Curillo
2721
6662
10444
San José del Fragua
4220
4691
11370

En 1985 Valparaíso presenta un descenso de la población, mientras que para 1993 ésta registra un aumento de casi 5 veces. Esta situación tiene que ver con la llegada de la carretera en 1987 a Solita, puerto sobre el río Caquetá, y con el hecho de que las Inspecciones de Policía de Santiago de la Selva, Solita (municipio desde 1996) y Playa Rica, representan un alto movimiento de comercialización de base de coca. Curillo, con la llegada de la carretera en 1978, se convierte en el único puerto sobre el río Caquetá comunicado por vía carreteable con Florencia; este hecho hace que se convierta, en un centro comercial para toda la región del alto río Caquetá, el bajo Putumayo y la Media y Baja Bota Caucana. Con la llegada de la coca pasa a ser uno de los centros de movimiento de este producto.

San José del Fragua, es otro municipio con características similares. El avance de la carretera marginal de la selva ha dado movimiento a Inspecciones como Yurayaco, Fraguita y al nacimiento de la Inspección de Sabaleta, puerto sobre el río del mismo nombre, en la Baja Bota Caucana.

Como puede apreciarse, entre 1985 y 1993, el comportamiento es similar en todos estos municipios: se experimenta un alto crecimiento que se explica por el auge del cultivo de coca y comunicación carreteable, entre otras razones.

Milán, otro de los municipios en donde se desarrolló la investigación, presenta también características particulares. La mayoría de la población tiende a concentrarse en la inspección de polícía de San Antonio de Getuchá, debido a varios factores. El primero, es el hecho de ser una región emimentemente ganadera, ya que la cabecera municipal de Milán está prácticamente rodeada de latifundios, con extensiones hasta de más de 1000 hectáreas. En segundo lugar, San Antonio, por estar más retirado de los centros, es uno de los lugares donde se comercializa la coca, así como Remolino, Granario y Herichá. La carretera que llega hasta allí abre el comercio para toda la región del bajo río Orteguaza y Caquetá. Estos dos factores le han dado mayor movimiento comercial a San Antonio, que seguramente en tiempo no lejano llegará a ser municipio. El mayor movimiento poblacional se da allí, pues recibe población de Remolino, Granarios y Herichá, así como del municipio de Solano que no está comunicado por vía carreteable con Florencia.

Al igual que los municipios de Valparaíso, Curillo y San José del Fragua, Milán es uno de los lugares más afectados por llamada “guerra del Caquetá”, período que se vive entre 1981 y 1983 por las acciones militares del M-19. El avión de la empresa Aeropesca cargado de armas cae cerca a la comunidad indígena de Herichá, en el río Orteguaza en octubre de 1981. La violencia que se desencadena en toda la zona de operaciones del M-19 por donde circularon las armas, produce una migración masiva de campesinos de estos municipios, quienes en su mayoría van a Florencia, dando origen a la famosa invasión llamada Las Malvinas calculada en ese entonces en 5000 personas[29] . Otros se movilizan a diversos municipios del departamento y hacia sus departamentos de origen. Pasada la guerra, los colonos regresan a sus parcelas. Coincide este período con la época en la que se inician los cultivos de coca en esta zona del departamento. A su vez, la bonanza amapolera de Rionegro coincide con los bajos precios de la coca en el Caquetá durante los años 1990 a 1993.

Mire a nosotros nos tocó salir, dejar todo tirado. Es que por eso era una guerra completa. A nosotros, a todos, el ejército no acusaba de ser guerrilleros. Fuimos todos saliendo de a poquitos y nos encontrábamos en Florencia, a que los buenos corazones nos atendieran. Casi a diario salían 5, 6 familias a invadir a Florencia. Remolino quedó solo, abandonado a su suerte. Allá quedo el recuerdo del día en que llegaron los del M-19 a izar la bandera.[30]

En la publicación sobre Estadísticas Municipales realizada por el DANE en 1992, se calculan proyecciones poblacionales en el nivel municipal hasta el año 2000. Los datos poblacionales de 1993, ya rebasaban ampliamente las proyecciones realizadas para 1995. [31]

CUADRO No. 7: POBLACION CENSADA Y PROYECCIONES POBLACIONALES - DANE

POBLACION MUNICIPAL
POB. CENSADA
EN 1993
POB. PROYECT.
A 1995
%
Milán
14454
5815
248.56
Valparaíso
20859
4756
438.58
Curillo
10444
15936
65.53
San José del Fragua
11370
7243
156.97

Otros municipios con tasas de crecimiento muy altas fueron Cartagena del Chairá, El Paujil, La Montañita, San Vicente del Caguán y Solano.


En cuanto a las distribuciones de la población entre Cabecera y Resto, nuevamente los cambios importantes se dan en el nivel de los municipios, tal como se observa en el siguiente cuadro. Mientras en 1985 el 14.5% de los habitantes de Milán se encontraban en la cabecera, en 1993 sólo el 8.26% permanece en la cabecera. Situación similar se presenta en Valparaíso, ya que en 1985 el 38.1% de la población estaba en la cabecera y en 1993 sólo el 12.2% permanecía allí. El cambio a nivel departamental es pequeño, pasando de un 49.5% a un 45.9%.

CUADRO No. 8: POBLACION POR CABECERA Y RESTO


1985
1993
1985
1993

Cabecera
Cabecera
Resto
Resto
Caqueta
103394
143144
105146
168320
Milán
730
1194
4299
13260
Albania
1125
2656
8251
7018
Valparaíso
1838
2546
2980
18313

Otros municipios donde el descenso de la población que permanece en las cabeceras es notorio son Cartagena del Chairá que PASA de un 94.6% en 1985 a un 22.1% en 1993, El Paujíl de un 47.4% a un 42.6, y La Montañita de un 8.8% a un 7.2%.

De los 15 municipios censados en el Caquetá en 1985, 12 tenían un población rural (en resto) de más del 50%. Milán y Albania entre otros muestran una población en resto de 85.5% y 88%, respectivamente. En 1993 se censan 15 municipios nuevamente[32]. Estos 15 municipios presentan una situación similar a la de 1985. De ellos, 11 tienen población rural de más del 50%.

Tanto los datos poblacionales departamentales en relación con los nacionales como los municipales, así como los testimonios de los habitantes de la región, confirman la apreciación de un marcado repoblamiento rural en estas zonas del país, y eso que son conocidas las dificultades de cobertura censal del DANE, particularmente en estas regiones. Las características de este repoblamiento se resumen a continuación:

Ahora bien, estas tendencias de repoblamiento rural cambian recientemente debido a que se intensifican los enfrentamientos armados entre ejército y guerrilla. Actualmente, la represión a los cultivos ilícitos se ha convertido en prioridad del Estado, haciendo del Caquetá una zona expulsora de población.


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Índice
[1] GONZALEZ, José Jairo, “Actores de la colonización reciente en la Amazonía colombiana, resumen ejecutivo”, en Cuadernos de Caminos Amazónicos, No.1, CIFISAM, San Vicente del Caguán, noviembre de 1994
[2] Colono, Valparaíso.
[3] Colono, Valparaíso.
[4] La coca puede mantener, en zonas de cultivo, una población flotante estimada entre 20.000 y 40.000 personas en todo el departamento. CASTILLO, Elsy Yaneth, “Colonización y conflicto en La Amazonía : Las marchas campesinas 1996 en el Caquetá”, en Colonización, coca y conflicto, Boletín No. 19, Bogotá, Ecofondo, 1996.
[5] En 1964 Caquetá pertenecía a lo que en ese momento se denominaban Territorios Nacionales y el DANE no realizaba encuestas de cobertura censal ni departamental.
[6] Ibid.
[7] Raspachín, Valparaíso.
[8] Cultivador, Curillo.
[9] Las FARC son un movimiento insurgente de ideología marxista. Nacen en 1964 con los operativos de Marquetalia, Tolima, aunque es a finales de 1966 que adoptan el nombre. Al Caquetá llegan al finalizar la dácada de los años setenta y se ubican en la zona del Bajo y Medio Caguán. Hacia 1980 se empieza a dar su expansión sobre todo el Departamento.
[10] El M-19 nace de la dudosa derrota de la ANAPO (Alianza Nacional Popular) el 19 de abril de 1970. Se desmoviliza como movimiento armado en 1990, durante el gobierno de Virgilio Barco.
[11] Colono, Valparaíso.
[12] Entre 1963 y 1990 el INCORA expide 30057 títulos de adjudicación en un área de 1.561.238 hectáreas y otorga créditos por un total de $5.787.995 millones de pesos para el beneficio de 16.414 familias. INCORA, Regional Caquetá, “Informe de realizaciones a 31 de diciembre de 1990”.
[13] MONTENEGRO Olga Lucía, “Rumiando selva!”, en Amazonía, Florencia, Caquetá, Ecofondo Amazonía, edición número uno, marzo de 1996.
[14] Las fuentes en las cuales se basa el Cuadro No. 2 son las siguientes:
•URIBE Sergio, Los cultivos ilícitos en Colombia, Bogotá, Editorial Ariel, Ministerio de Justicia y Derecho, Dirección Nacional de Estupefacientes, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 1997.
•VELAIDE Rodrigo, Trabajo de campo realizado por el ingeniero agrónomo del Centro de Formación e Información de la Amazonía, CIFISAM, San Vicente del Caguán, hasta septiembre de 1998.
[15] Raspachín, Curillo.
[16] Colono fundador, Valparaíso.
[17] Habitante, Valparaíso.
[18] VELAIDE Rodrigo, Op.cit.
[19] El precio de gramo de pasta lavada a noviembre de 1998 se ha mantenido entre $1300 y $1500 pesos en el Caquetá.
[20] GONZALEZ José Jairo, Op.cit..
[21] URIBE, Graciela, Veníamos con una manotada de ambiciones. Un aporte a la historia de la colonización del Caquetá, Bogotá, Editorial Presencia, 1993.
[22] URIBE Graciela, "Acercamiento a la comprensión de la identidad del campesino-colono", Documento Inédito, Bogotá, 1995.
[23] SERRANO J., ENCISO P., NIETO J., Evaluación de la calidad de la educación indígena en Colombiana, Bogotá, Ministerio de Educación, GTZ, 1996. En español Korebaju (Coreguage).
[24] FRATERNIDAD MISIONERA BETHLEMITA, Nuestra identidad, Florencia, Gráficas Florencia, febrero de 1997.
[25]DELGADO Santacruz, Luis Eduardo, MIOULET Fritz, "Entre el romanticismo y el paternalismo una (mi) posición gubernamental para las comunidades indígenas del Caquetá (Ingas y Coreguages), en Memorias del Simposio de Arqueología y Antropología física, Villa de Leyva, V Congreso Nacional de Antropología, 1989.
[26] Indígena Inga.
[27] URIBE, Graciela, "Caquetá, contexto y dinámica de las marchas campesinas", en Coloquio, Revista de la Dirección Nacional de Estupefacientes, Año 5 No.3, Bogotá, DNE, marzo de 1997.
[28] Valparaíso es censado como municipio independiente a partir de 1985. Curillo y San José de la Fragua aparecen con datos estadísticos separados, solo a partir del censo de población de 1993.
[29] RIVEROS Ligia, Revista Cromos, Bogotá, 21 de septiembre, 1982, página 28. Invasión que se da el 7 de agosto de 1982, día de la posesión del presidente Belisario Betancur en predios de la Hacienda Lara y da origen a siete barrios.
[30] Colono, Remolino.
[31] Proyecciones quinquenales hasta el año 2000 calculadas por el DANE y publicadas en las Estadísticas Municipales de Colombia (1991), Bogotá, enero de 1992.
[32] A diferencia de 1985 no está Cuemaní y Solita aparece junto con Valparaíso. San José de la Fragua es censado por primera vez.

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