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Jóvenes, coca y amapola: Un estudio sobre las transformaciones socio–culturales en zonas de cultivos ilícitos
Juan Guillermo Ferro, Graciela Uribe, Flor Edilma Osorio, Olga Lucía Castillo
IER - Facultad de Estudios Ambientales y Rurales - Universidad Javeriana

Capítulo 6
Viejas y nuevas prácticas de consumo

Una característica evidente de las zonas de producción de coca y amapola es su aumento vertiginoso del consumo de bienes y servicios tanto en cantidad como en variedad. Siguiendo las leyes del mercado ante la ampliación de la demanda y la capacidad de compra, la oferta de productos llevados desde los centros urbanos más cercanos y aún desde la misma capital del país, se van redefiniendo modas en el vestuario, los utensilios, los electrodomésticos, los maquillajes, los adornos y los muebles.

Es que, mirándolo bien, la raspa le llena todos lo requisitos al joven porque en primera medida el tomar trago que le gusta, la segunda medida el baile, en tercera medida el juego, y tener platica y estar bien vestido. Entonces salen al pueblo y son todos orgullosos. [1]

Las poblaciones donde se cultiva la coca y la amapola forman parte de esa sociedad de consumo nacional, que se ha ido consolidando con la expansión del desarrollo capitalista. En este sentido, el efecto de los cultivos de coca y amapola y la generación de mayor dinero circulante, está dado por un proceso de crecimiento vertiginoso en la dinámica del mercado que ya existía allí, y que trae consigo una rápida ampliación y diversificación del consumo para la totalidad de personas que se involucran con estos productos de manera directa e indirecta. En el nivel sociocultural de estos cambios económicos redefinen tipos, cantidades, hábitos y acceso a los consumos, con lo cual se articulan patrones de consumo de otros lugares del país, especialmente de las grandes ciudades, principales abastecedoras de tales productos hacia zonas aisladas geográficamente.

Con miras a diferenciar los consumos, señalaremos dos categorías: la primera, identificada por jóvenes y adultos como aquella de los consumos de riesgo y, la segunda a la cual denominaremos "otros consumos", más relacionada con el nivel de vida.

6.1. Consumos de riesgo

En su esencia, el imaginario y las prácticas de los jóvenes que están en zonas de cultivos ilícitos no son distintos a los jóvenes de otros lugares del país. Sus actitudes frente al consumo como posibilidad de disfrute y de realización, en medio de los mensajes de los medios masivos de comunicación, los hace fruto de su tiempo y del sistema de valores actual.

De frente a los consumos que tienen una connotación negativa generalizada, tanto para los adultos como para los mismos jóvenes, encontramos cuatro tipos: el alcohol, las armas, la prostitución y la drogadicción:

El alcohol

El consumo de alcohol puede darse de manera similar a las prácticas ejercidas por otros grupos sociales y otros sitios que no tienen relación con cultivos de coca y amapola. Su mayor evidencia obedece a una mayor afluencia y frecuencia de dinero en zonas donde el circulante era escaso, y no se diferencia mucho de lo que pasa en otros lugares de bonanza o cosecha. Así mismo, el consumo de alcohol que es también una droga, cuenta con una permisividad social en todos los estratos y regiones del país.[2]

Esta costumbre social, permitida para algunas edades y grupos sociales pero señalada como reprobable para otros, está presente en el pueblo Korebaju (Coreguage).

Sobre el licor: cuando se empezó a procesar la coca los Korebaju (Coreguages) fueron cogiendo más dinero y luego como vieron que los colonos consumían licor, ellos también comenzaron a ingerir licor. Por el licor vienen las causas o consecuencias por vivir en esta situación perdimos los 3 líderes de la organización por eso hoy en día se busca como salir de este problema para controlar y mejorar la vida.[3]
Muchos de los Korebaju (Coreguages) están metidos en el vicio, en el licor. Siempre ha sido así, pero no tan duro como ahora; por ejemplo, un Korebaju (Coreguage) se le veía tomando cada mes, un poquito. Ahora, es que si puede, cada ocho, dos o tres días, para tirarse lo último que tenga. Cuando comenzó la bonanza coquera en duro, cuando si se veía la plata muchos la aprovecharon para el vicio y no compraron una vaca, no compraron un caballo, cosas que les va a servir para más tarde para satisfacer sus necesidades.[4]

Para los colonos el problema es similar. “El joven se cogió 70, $80000 pesos y a una cantina a tomar. Así como se la ganó se la gasta y otra vez y sigue volviendo”.

Las armas

Usualmente son identificadas como uno de los efectos más evidentes en estas zonas. El fenómeno no es muy distinto de lo que sucede en otras regiones urbanas violentas y tampoco difiere de lo que pasa con zonas de enclave, aunque sí plantea diferencias importantes con otros municipios rurales del país, que no tienen la influencia de los cultivos ilícitos. Al igual que en el resto del país, como víctimas y victimarios, los jóvenes constituyen el grupo que ocupa con mayor protagonismo los espacios de los bares, discotecas, billares y calles donde ocurren hechos violentos en su mayoría asociados al alcohol. Así mismo, en las zonas de cultivos ilícitos, los jóvenes son un grupo de edad que predomina dentro de la dinámica migratoria, lo cual implica un grupo poblacional juvenil más grande.

Los que estamos ahora somos los que éramos del pueblo. Esto era como un hormiguero, había que pasar de ladito. Esto era un gentío tremendo, todos caqueteños. Era como una colmena y uno no se encontraba con su amigo, unos se iban y otros llegaban.

De manera abrupta, en estos sitios se genera un aumento de población de diversa procedencia, con una alta movilidad y con expectativas que no han podido satisfacer en otros lugares del país, asumiendo así un imaginario de tierra y de oportunidades ilimitadas. Ante la frustración de la mayoría por el retorno con las manos vacías, se potencializa la posibilidad de convertirse en actores violentos y delincuenciales.

Mire, aquí lo que más compran es armas. En otras partes la gente del Caquetá es más cochina y la gente que viene de afuera es la mas cochina que hay en lugar. Uno es cochino fuera de donde es. El de las mujeres tampoco es de aquí. Hay mucha gente que se viene de por allá huyéndole a los problemas y se vienen por acá y son peores. Usted se viene un domingo, mire 6, 7 mesas llenas llegó y pa! pa! con la pistola y le da la contesta en eso esta pasando uno por el pueblo y tenga lleve lo mataron, ¿por qué lo mataron? o ¿quién lo mato? Nadie sabe quién lo mato. Como hay sectores que solo hay pastusos, caucanos gente de por allá de otra parte.

El consumo de armas se asigna con frecuencia a los jóvenes y también las víctimas de esas armas son ellos mismos.

Allá matan más que todos jóvenes así emborrachosos a veces se los encuentra uno que los sacan de por ahí, pero no son caqueteños sino de otras partes del país.

Los efectos de la violencia se orientan principalmente a la juventud. Los muertos son en su mayoría hombres entre 16 y 25 años. Para retomar un caso concreto, en una Inspección de Valparaíso, de acuerdo con las actas de defunción, se registran 25 homicidios en 1996, 24 de hombres y 1 de una mujer. De los 14 que tienen especificada la edad, 12 contaban con 17 y 15 años. De 12 que tienen registro de lugar de nacimiento, 6 son del Caquetá, 3 del Huila, 2 del Tolima y 1 de Cundinamarca. La mayoría de los homicidios se cometieron con arma de fuego y, en menor proporción, con arma cortopunzante, y ocurrieron casi todos mientras tomaban licor o cerca a los bares.

La preocupación real o aparente por la inseguridad que se genera en la región con tanta población nueva, hace que las armas sean vistas como una necesidad elemental, aunque no se tenga suficiente control y seguridad al respecto.

Un muchacho llevó un revolver al colegio. Cuando llamaron a la mamá, se dieron cuenta que ella era la que había tomado la decisión de tener el arma para cuidarse, y de que su hijo la manejara como defensa, en las noches. Al otro día, al muchacho se le olvidó dejar el arma en la casa. Se reflexionó con la mamá sobre qué era cuidarse y cuál sería el mejor modo de hacerlo. El colegio tiene unos límites frente a las familias.[5]

Otra situación que parece frecuente, especialmente en los primeros tiempos de auge es el afán de los jóvenes por comprar armas y por usarlas de la manera más irresponsable para ejercer poder, usualmente en estado de embriaguez.

Se podía uno emborrachar pero no hacer escándalo, no dar papaya, no ponerse a jugar uno con su arma o si no se la quitaban. Usted podía echar un tiro fuera del municipio. No es como ahora.[6]

El acceso rápido a las armas por parte de jóvenes amplía el rango de ocupaciones al sicariato que se presenta en algunos momentos con mayor auge en las poblaciones.

Hay cosas que a veces uno mira: si a usted no le gustó alguien, por 300 lo manda matar; porque los mismos sicarios han puesto la tarifa. Hasta por $50000 pesos han matado aquí. Dicen los sicarios, que si un tiro vale $1500 pesos, y a los 3 tiros estuvo, son $4500. $45000 que me queden libres, eso fue el negocio para ellos. La primera vez que uno los escucha es como duro. Pero es como cuando se sigue en un vicio y no se puede salir. Como si usted mató el primero y le siguió gustando, me contaban que es por gusto por solo ver caer a otra persona. Yo distinguí a una persona, que el estaba sentado, por ejemplo aquí con uno, y el con el pie así largo y decía: apenas que me pise alguien va a caer. El trabajaba para el que le pagara mejor. Me toco ver caer a mi propio compañero al frente mío, y sin yo poder hacer nada porque para mi no era, y si yo intentaba hacer algo pues a mi también me mataban. Mandan matar por torcidos, como se les dice. Son aquellas personas que juegan sucio con la coca. Esos son los torcidos, se les dice que son gente machetera. A usted primero lo llaman y si a la segunda vez esta torcida, perdone señor, pero la situación cambió con usted. Los sicarios salen del pueblo y del campo por parejo, porque los jóvenes del campo se salen a la ciudad, salen inciertos...

La violencia en las zonas de estudio parece estar más relacionada con la violencia común que por la ejercida por actores colectivos armados como el Ejército, la guerrilla y los paramilitares. Lo ilícito del negocio, hace que se desarrolle una delincuencia que busca aprovechar las oportunidades de la gran cantidad de dinero circulante y en efectivo, con lo cual se genera un sistema de justicia privada, cada vez más amplio.

El 100% de la población trabaja con coca. Si usted la embarró con la cogida o con la comprada a usted lo pueden matar y esa es la ley.

La violencia común es la queja más frecuente de la población residente en las zonas de cultivos de coca y amapola, y se refleja de manera muy clara en los dibujos y valoraciones de jóvenes y adultos, en donde se muestran los atracos, los cobros de cuentas y los robos. El mercado de armas que se sucede en la zona y la importancia que se le asigna al arma como mecanismo de poder para la protección y la agresión, propician la frecuencia de estos hechos.[7]

Ya que hablamos de armas, resulta que acá hubo una época en que llegó el sarampión de eso. El apetito y el deseo de los jóvenes, patronos, raspachines, era de comprarla. Pero a lo último, eso ha decaído. Es que yo me acuerdo tanto, que aquí en este pueblito, lo que era sábado en la noche y domingo en la noche, era muy poquito lo que dejaban dormir. Eran unos candeleos, que pareciera que estuvieramos en el Golfo Pérsico. Las paredes amanecían todas golpeadas. Tenían la costumbre, de que estaban sentados en la mesa alrededor del establecimiento tomando trago, y sacaban esos fierros y vamos a ver quien quema ese bombillo y hágale. Eso no les importaba el techo que estaban dañado al establecimiento, sino que es la tarea quemar ese bombilla y escucha uno y mañanea qué muñeco ha amanecido por ahí o qué morraco. No, que era quemando ese bombilla.

Pero los efectos del abuso de las armas han ido reduciéndose significativamente, y con ello, se han disminuido los asesinatos.

Pero resulta que últimamente la gente se ha olvidado y ha entrado a pensar un poco diferente o la situación económica ha hecho que estas personas hayan vendido las armas, las tengan empeñados o las habrán quitado, o de pronto hay escasez en parte. Es la otra situación que se da, y como todo llega de moda; pero el cambio que habido acá es grande, en ese sentido hemos mejorado. El que las tenga aprendió a cargarlas sin tanta magollada, ya la cargan para defenderse o para lo que necesitan.

La prostitución

La prostitución presente en la mayor parte de poblaciones urbanas y rurales, se da por los procesos de iniciación y desfogue sexual de los hombres. La situación en zonas de cultivos ilícitos es bastante propicia para la aparición y crecimiento de la prostitución en la medida en que hay una gran liquidez de circulante, una gran cantidad de jóvenes descubriendo la sexualidad dentro de una sociedad de adultos que no orienta sino que sanciona y castiga, y unos espacios prolongados de arduo trabajo físico en los plantes, en concentraciones masculinas, usualmente.

Pese a que existen controles sanitarios que exige la guerrilla, principalmente, el efecto sobre la salud de muchos de esos pobladores está por estudiarse. En su itinerancia multiplican la posibilidad de relaciones y de potencial contaminación de venéreas. Según una entrevista con jóvenes trabajadoras sexuales, pese a que ellas exijan el uso de preservativos, deben acomodarse a las decisiones del cliente, “porque si el tipo es muy agresivo la mata o las golpea”.

Sin embargo, al quedar infectados, muchos de los usuarios responsabilizan a las trabajadoras sexuales.

Si ellas contaminan a alguien y el tipo es consciente, el tipo viene y le dice usted esta así o está asá. Entonces yo solo quiero lo de la droga y ella le tiene que dar a él plata para la droga al tipo. En algunos casos, sin estar ellas contaminadas o enfermas van los tipos y les dicen que se contaminaron y ellas les dan la plata para evitarse la discusión o el problema, pues corren la posibilidad de que las maten.

Drogadicción

Desde una perspectiva comparativa el grado de consumo de drogas es muy bajo frente al urbano. En algunos sitios, inclusive, es inexistente pese a tener el producto a la mano. Aunque algunos recuerdan que al principio y por la novedad se probaba la droga, esta posibilidad ha sido controlada de manera radical por la guerrilla. Sin embargo, parece ser una amenaza latente especialmente en centros urbanos un poco más grandes.

Sociodrama: Drogadicción en el Colegio
Un muchacho fuma droga e incita a otras compañeras. Una de ellas tiene un problema con la familia y el muchacho le dice "Le tengo el remedio. Es como una pasta para el dolor de cabeza". Esta muchacha tiene otra amiga que es buena y le da consejos, pero finalmente prefiere seguir la propuesta del muchacho. La amiga buena se da cuenta de la situación y habla con una profesora. Esta llama a las jóvenes implicadas y les dice que eso no es bueno, que está confundida, que eso la destruye. Finalmente se compromete a abandonar el vicio. A su vez, la joven habla con el muchacho proveedor y también le dice que deje el vicio. La amiga emproblemada logra confiar en su buena amiga y buscar las soluciones por otra vía.
Elementos de la discusión:
“El caso no es frecuente, pero un profesor nos contó que eso había pasado”.
“Para solucionar un problema se mete en otro. La droga se utiliza como forma de olvidar”.
“El que incentiva es el muchacho que ofrece y vende”.
“Existen verdaderos amigos que son los que ayudan y falso amigos que aconsejan mal”.
“La drogadicción no sucede en la escuela pero si fuera de ella. Saben de colegios de Florencia, Pitalito”.
“No son todos los jóvenes, ni es general el problema. Es más bien una amenaza que puede suceder en cualquier momento”.
“Se puede dar en muchachos que no están estudiando pero que tienen vínculo con los estudiantes. De 100, 1 tiene el problema”.
“Hay una buena orientación del colegio y de los profesores para prevención”.

La amenaza del consumo de la droga que se cultiva en la región ha estado muy cerca y parece ser una experiencia motivada por la curiosidad en muchos casos. Dos colonos ya adultos no comentan sus propias vivencias de su juventud:

Un día, tenía yo como 17 años, yo estaba joven. Le eché a un cigarrillo y no me gustó. Sentí que la jeta se me puso grande. En vez de ánimo me dio como un aburrimiento y boté el pucho. Hay gente que se deja sobrellevar. Al principio la gente se fumaba lo que trabajaba, por copiar al otro.
Yo también ensayé por curiosidad. Uno en la juventud está como loco. Al principio fumé sólo coca y no me gustó. Después ensayé revolviéndola con marihuana y eso sí me gustó, me daba como ánimo. Pero entonces me dí cuenta que me estaba enviciando y lo dejé. Unos a otros se aconsejaban para dejar el vicio. Un padrino mío se murió fumando bazuco en el Putumayo.

Pero quizá a quienes se les ha modificado sustancialmente la significación de la coca, es a los indígenas, quienes de un uso ritual, se ven enfrentado a la amenaza de un consumo por adicción y sin ningún significado tradicional.

Para mí, todo es negativo, porque como cultivo tradicional positivismo, porque yo sé que la coca la utilizan los mayores para resistir en los trabajos, porque se sabe que un viejito mambiador se va y pesca todo un día con su mamba y él no necesita comida porque esa es una planta alucinógena que lo hace sentir bien, a mí siempre me parecía normal y yo iba a las chagras y veía el cocalito y decía aquí hay un viejito porque hay coca, pero yo ya cuando la empezaron a procesar cuando ya ví, personas hasta mayores comiéndose la coca, personas mayores, ancianos chupándose los trapitos donde la cernían y escurrían la harina. Familias con papá, mamá e hijos. Eso fue muy duro. Ya algunos se volvieron basuqueros porque vieron que eso era bueno, entonces ya preparaban y se la comían ya teníamos alumnos aquí en el colegio que eran basuqueros.[8]

El significado de la coca para los indígenas antes era "tener pensamiento, ánimo de trabajo, sabiduría, medicina y autonomía". El mambeo se usaba para salir de pesca, cacería y siembra; para usos medicinales, por ejemplo para dolores de muela; para concentrarse en las danzas. Tener pensamiento es tener ánimo en el trabajo. Tener autonomía es tener respeto hacia las personas mayores que mambean. El mabeo era sólo para los hombres.[9]

Así mismo, las organizaciones de comisionistas establecen sus propias normas internas para evitar los riesgos posibles del consumo que llevarían al robo de la mercancía.

Entre los comisionistas manejábamos la óptica de que ninguno de nosotros podía fumar, que el que llegara fumando se la marcaba de un solo totazo. La gente que estaba con nosotros, los 32 que eran los guardaespaldas no podían consumir, y ay de aquel que lo hiciera. Se le hacía un juicio pequeñito y se le daba otra oportunidad.[10]

Sin lugar a dudas que una fuente de control importante del consumo de droga es la guerrilla.

Una vez vino un basuquero que venía de otro pueblo del Caquetá y que se puso a robar y sólo vicio. Los vecinos se unieron para cogerlo y lo entregaron a la guerrilla. Si lo entregaban a la ley, al rato lo sueltan y después puede haber venganzas con los que lo cogieron.

La presencia y control guerrillero para controlar la posibilidad de consumo, presenta serias diferencias con la situación del Perú. Allí “los campesinos jóvenes, especialmente, están cambiando su costumbre de masticar coca por la de fumar pasta de coca, ésto es, por un hábito más adictivo y peligroso”[11]. Además, y según algunos estudios locales, el 27% empezó a fumar desde los 9 o 10 años, lleva fumando entre 1 y 5 años y una tercera parte son de ciudades cercanas o nativos del área de producción.[12]

Alcohol, armas, prostitución y drogadicción, conforman las mayores tendencias en los consumos de toda la población especialmente la masculina, y con mayor énfasis en los jóvenes en zonas de cultivo de coca y amapola. Los efectos de estos consumos constituyen un riesgo que va en aumento, en la medida en que en muchas ocasiones se dan de manera conjunta potenciando sus efectos, no sólo para los mismos jóvenes sino también para la sociedad local y regional en su conjunto. Pese a que las tendencias de estos consumos se corresponden con las de otras regiones sin influencia directa de tales cultivos, el cambio abrupto en poblados rurales constituye una fuerza avasalladora que puede controlarse por los sistemas tradicionales, con lo cual se le genera a la población residente una carga de impotencia.

Sin embargo, la vigencia de estos consumos y su incremento es de orden nacional e internacional. La gran mayoría de los casos de violencia en Bogotá, por ejemplo, están asociados al consumo de alcohol, al punto que se han ido estableciendo controles en los sitios de expendio. En las zonas rurales, entonces, sucede algo común al resto del país sólo que reforzado por los procesos de liquidez de la economía de los cultivos ilícitos y por la reducción en los periodos de cosecha, propio de estos cultivos, que generan mayor frecuencia en la obtención del dinero. Recordemos que los dineros de los cultivos ilícitos llegan hasta el primer eslabón de la cadena y a todas las generaciones sin exclusión desarrollándose así una gran masa de consumidores.

El estigma sobre los jóvenes en relación con sus prácticas de consumo señaladas como nocivas se refuerza por la visión que tienen los adultos sobre los jóvenes está bastante sesgada por la cultura “adultocéntrica”[13]. Esta se encuentra soportada sobre unas relaciones de poder y de autoridad, que discriminan a los jóvenes por su situación biológica etaria y por no encontrarse en situación de productividad, aunque esto último para el caso que nos ocupa no tenga el menor peso. A la vez, el estigma se retroalimenta desde una doble moral de la sociedad de los adultos, que reprocha y exige a los jóvenes abstenerse de aquello que los adultos practican cotidianamente.

6.2 Los otros consumos

Nos referiremos aquí a aquellos consumos que socialmente no son censurables ni considerados dañinos y que de alguna manera se asocian con el mejoramiento de las condiciones de vida. Entran entonces la ropa, los electrodoméstico, la música, los medios de transporte, la comida y la inversión que se hace para las viviendas, entre otros.

Los patrones de consumo que se han ido imponiendo en la zona conducen a una homogeneización de los pobladores, especialmente de los jóvenes, aunque mantienen un alto contenido de diferenciación social. Pese a las similitudes de los consumos, existe quizá un matiz entre los ritmos de consumo de las comunidades indígenas y colonos.

No podemos comparar el indígena. Pero los colonos los supieron aprovechar mas que los indígenas, o sea, el indígena no piensa en el futuro, piensa solamente en resaltar el presente, lo que conseguí hoy me lo acabé hoy, él no piensa en que voy a comprar tal cosa porque me sirve. Es muy distinto la visión del colono, él piensa mucho en el futuro en el mañana, el indígena piensa en hoy, la seña está en que supongamos que hoy usted les enseñó algo y quedaron bien, dentro de 8 días usted puede preguntarles y mucho indígena no le va a contestar, por qué él es hoy porque usted me lo preguntó ese día y listo; por eso las evaluaciones para ellos es muy duro, recordar lo que ya pasó, el indígena vive del presente.[14]

Una cosa importante que hay que tener en cuenta frente a estos consumos es que la manutención y la vivienda se vuelven muy costosos.

Entonces uno se gasta la plata y como allá todo no es barato, sino que todo es costoso. Como le comentaba que un plato de comidas una bandejita vale $6000 pesos, un plato especial vale 8, 10, con un juguito $12000 pesos, si hablamos de una gaseosa vale $1000 pesos entonces si invita a 6, 7 amigos o a 10 amigos a tomarse a cada uno de una cerveza son $10000 pesos de 10 amigos, ahora si nos tomamos 10 cervezas cada uno son $100000 pesos, si nos vamos a tomar media de ron son $15000 pesos fuera de la gaseosa, y para 10 no alcanza, entonces fácilmente tiende uno a gastar la plata.[15]

Dividiremos en tres estos consumos: los de orden personal, los de orden familiar, y los consumos masivos. Hacemos esta distinción a sabiendas de que, aunque con diferente intensidad, en todos predomina la justificación en el ascenso social que por esa vía se puede conseguir, la gratificación por poder acceder a cosas y a usos deseados pero prohibidos por carecer de medios para ello, y la mínima satisfacción y autopremio por los esfuerzos laborales y los riesgos asumidos.

Los consumos destinados al uso personal

Los más frecuentes se relacionan con la ropa y zapatos. Para las mujeres se incluyen los cosméticos.

El dinero se va en ropa, en arreglos de belleza, Vogue, Yanbal, perfumes, lociones, ropa interior bonita; todo bonito, todo de marca, es la característica más importante en sus gastos. Si yo tengo $50000 pesos, y veo que hay una cosa que me gusta y vale 60 yo guardo los 50 me consigo los 10 y lo compro, pero yo no voy a conseguir una cosa mas barata.[16]

Un menor de 12 años comenta:

Con la plata compraría ropa marca Manpower, Rifle y Gamin, porque son marcas nuevas y buena ropa, es de moda. Quien trae la ropa es el negociante en ropa. Él hace plata con los raspachines. Usan ropa buena porque son vanidosos. El que más ha cogido es el caleño que coge 18 y 20 arrobas en el día. Eso dicen. Yo he cogido 3 o 4 arrobas, con eso compro ropa y de lo que me sobre le doy a mi papá. También compraría animales.
Habiendo coca hay ambiente y movimiento. La gente compra lo mejor que llega en ropa, se van a la peluquería y se hacen peinados raros. A la gente le gusta estrenar. Se compran grabadoras, joyas. Las mujeres gastan en pintura, “parecen un carro pintado”. Se venden los productos de belleza por catálogo. Entre más plata, se gasta más. Las mujeres se aprovechan de los hombres, les piden reloj, cadenas. La mayoría consigue al hombre por interés. “Eso de apegarse a un sólo cuero no es bueno”. Cada 3 meses se cambia de novio. Las jóvenes tienen un gran afán de tener relaciones sexuales pronto. Más por instinto que por otra cosa. Cuando se consigue compañero cambian las prioridades y se piensa más en el marido que en lucir mejor vestido.[17]

Los nuevos patrones de consumo han ido incorporándose también en las comunidades indígenas:

UN DIA DOMINGO EN MATICURU
Ese día es el mercado en San Antonio, centro de referencia comercial para esta comunidad. Desde muy temprano hombre, mujeres y niños se arreglan con sus mejores ropas, al estilo occidental. Las mujeres se peinan con hebillas, se maquillan ojos, labios y mejillas, usan zapatos de tacón y de plataforma, medias veladas. Alguna usan faldas cortas, blusas de seda y de chalís, pantalones de jean y de seda. Otras incluyen en su vestuario pequeños bolsos de (imitación) cuero. La transformación en la apariencia de las indígenas es muy grande con respecto a la que lucen cotidianamente.
A los niños también los visten con ropas domingueras: las niñas con vestidos de vuelos y lacitos, zapatos tenis de marca y bluyines.
Los hombres, aun cuando se les nota menos, también se les ve muy limpios con ropa nueva, de marca, bluyines, zapatos y camisas de manga larga.
Maticurú se convierte ese día en parqueadero de caballos y mulas de los colonos que vienen de más adentro y que por no haber suficiente agua en la quebrada, deben llegar para embarcar en Maticurú hacia San Antonio. Deslizadores y canoas van y vienen tanto por la quebarda Maticurú como por el Orteguaza.

Estos consumos están orientados hacia la presentación personal, influenciada por el concepto de ascenso en la escala social. En muchos casos se ve influenciado por aquellos personajes que tienen un mayor estatus, tales como los compradores y comisionistas, quienes al estar en contacto con más centros urbanos van definiendo el tipo de moda y de marca.[18]

Primero que todo, uno muchas veces presta plata o le deja a guardar al mismo patrón o sale un fin de semana al puerto y se tira lo que lleve en el bolsillo si tiene 2 o 3 millones de pesos facilito se los tira con los amigos o con las prostis, jugando a 24 o al naipe, compra uno ropa, compra zapatos allá la ropa era cara, compra uno Manpower o Costa Azul, sobretodo Manpower. Esa marca es por la fama que tiene, fama entre los mismos recolectores, si porque llegó x o y mafioso o como se quiera llamar con esa marca de ropa, y a uno le parece curioso.[19]

El oro aparece como una estrategia que combina la ostentación con el posible ahorro.

Podríamos decir que la gran mayoría no ahorra. El oro es un ahorro, pero en un momento de desvare uno las deja por cualquier, y digámoslo así que en caso de una enfermedad de uno mismo o de un amigo”. “El otro estilo es el de cargar cadena, joyas allá fácilmente usted ve a un pelado de 15 o 16 años con 2 o 3 millones en joyas, pulseras, anillos, cadenas. Allá si le van a vender el oro a uno por gramo se lo venden a $18000 pesos gramo. Uno compra oro por lujo y por inversión. Por lujo porque para uno de recolector de hoja es mostrar algo que sea ganado, es un orgullo, y por ahorro porque uno sabe que tarde o temprano esa cadena de oro lo desvara.”[20]

Pero además, como se trata de una población con alta movilidad, va acopiando información de distintos medios como la televisión, las revistas (especialmente la revista Vea), las vitrinas de almacenes, entre otros.

Los comerciantes, que se unen a esta población nómada, van de mercado en mercado ofreciendo y definiendo los productos que pueden ser potencialmente exitosos, y a la vez recogiendo las aspiraciones que a través de encargos ayudan a redefinir el tipo de mercancías, colores y marcas que los consumidores quieren.

Yo le comenté al señor que me prestó la plata para el viaje, que dizque estaba entrando mucha gente. El me dijo, eso es mafia, eso debe estar bueno. Yo tenía allá un socio y le comenté. Si el viejito me da mercancía es la oportunidad para salir de esta. Y así me vine con puro pantalón, pero no de jean, sino del otro del de dacrón corriente. Eso fue como el 92 o 93. Pero la gente pedía jean y ese fue mi principio. El jean fue algo que pegó aquí así que nos enganchamos con un muchacho que fabricaba jean y me lo traía y yo lo vendía. En zapatos, el tenni y la zapatilla para dama, no importaba la marca.[21]

Los consumos para uso familiar

Aquí se identifican las inversiones para mejorar la casa, o la transferencia de estos ingresos a las actividades pecuarias por ejemplo.

Algunos aprovecharon y eso perdura. Porque hay gente que tiene su casita buena, su ganadito, saben utilizar lo que compraron.[22]

El manejo de los nuevos ingresos cogió desprevenidos y sin experiencia a campesinos, colonos e indígenas, pero fue más evidente en estos últimos.

Ellos invirtieron en estufas de petróleo, en muebles y llegó un momento que lo apilonaron todo en el patio, pues ellos vieron que no era necesario si no por ver que otro lo compró yo también lo compro, no porque lo necesite, si no por ver que el otro lo compró, yo lo compro y tener en la casa.

El afán del consumo dentro de una cultura como la indígena en donde no hay una relación mercantil permanente lleva a que se compren cosas, muchas de los cuales no van a ser verdaderamente empleados.

Supongamos que un indígena vendió $500000 pesos de coca el domingo, él no sabe como acabar con eso, compra platos, compra botas, compra ollas, y apilonan, las dañan las votan, porque el no sabe guardar plata, todo se lo gastan en un día.

Los tipos de consumo se han modificado sustancialmente para los Korebaju (Coreguages), tal como lo ilustra el siguiente cuadro:[23]

Antes de la coca
Con la coca
Vivienda hecha con una especie de caña para la construcción de paredes y con techos de algún tipo de palma.
Vivienda construida con paredes de madera y tejas de zinc.
La yuca brava de donde se extrae el casabe para el consumo diario, así como la caña, piña, chontaduro y ñame. La pesca como una práctica diaria y la caza, que se hace mediante arco y flecha con venenos que ellos mismos fabrican.
Los productos de consumo diario son el aceite envasado, arroz, frijol y arveja, lenteja y azúcar todos debidamente empacados, panela, sardinas enlatadas, zanahoria y papa, tomate y cebolla, así como carne y huevos.
Los utensilios de cocina todos ellos fabricados de barro cocido, que incluyen una base de diversos tamaños para mantener las ollas en el fuego sin que estén directamente en el suelo.
Estufa con hornillas de gas.
En relación con la ropa se dibujó un traje tradicional que consiste en una cusma o bata con diversos adornos así como una corona hecha de plumas de pájaros de colores.
La ropa tradicional desaparece para dar paso a los pantalones, faldas, blusas y bermudas. Sin embargo se pudo apreciar que las mujeres y los hombres ancianos usan la cusma.
Los instrumentos musicales son el tambor y la carriza y los instrumento de viento.
Una grabadora portátil y una botella de aguardiente presentes para las reuniones sociales y celebraciones.

No resulta seguro afirmar que el abandono de sus trajes tradicionales para usar las prendas del “blanco”, e incluso los cambios tan drásticos en la forma de construcción de las viviendas, sea una consecuencia directa de la posibilidad de comercializar la coca. Es necesario recordar que estas comunidades habían sido ya intervenidas desde los procesos de colonización con intensidades y formas diversas[24].

Es más coherente pensar que el cambio en el consumo de alimentos, ahora procesados, envasados y enlatados si se deba no sólo a la posibilidad de adquirirlos mediante la tenencia de dinero, sino también a la oferta llegada hasta la zona por los mismos colonos. En relación con el consumo de productos electrodomésticos por parte de los indígenas, aunque se ha dado conjuntamente con la compra de una planta generadora de energía, ha sido en casos excepcionales. Igual puede afirmarse para el caso de la estufa.

Los colonos fundadores, que tienen la posibilidad de confrontar los distintos tiempos y sucesos hacen la siguiente comparación, según la cual en su poblado han pasado:

Del guarapo al licor: sabajón, champaña (vino espumoso, wisky)
Del dril al poliester, a los zapatos y vestidos de marca.
Del arroz de pilón, al arroz Roa, de calidad.
De la vela y el petróleo, a la planta de luz.
De cargar agua en ollas, a la motobomba.
De la yaripa, al zinc.
De la madera, al ladrillo y cemento.
Del machete, al fierro.
De la cama de yaripa y costal, al colchón.
De la mula, al carro.
De la religión católica, a la multiplicidad de sectas.
De la obediencia a la autoridad paterna, a la libertad.
Del manejo de dinero cada año por la cosecha, al manejo de dinero cada dos meses.[25]

Para los jóvenes residentes y migrantes en zonas de colonización, la satisfacción de las necesidades familiares parece generar, en alguna medida, cierta reorientación del gasto. Ello está relacionado con los sueños de jóvenes quienes aseguran que

Uno no puede ser lo mismo toda la vida y que no se va a quedar joven siempre. Por eso sus intenciones son progresar, no ser más jornalero sino tener finca, tener dinero.

Estas expectativas adquieren mayor concreción con la llegada de los hijos.

Darle educación a los hijos para criar a una persona que lo obedezca y que le tenga aprecio. Ojalá que se gane la vida más fácil que como raspachín.

Para algunos tiene que ver con ubicarse en algún sitio rural con algunas seguridades.

Yo si quisiera en mi vida trabajar ahora que estoy joven, para ser alguien en la vida, no voy a quedarme en un solo centro, voy a tener hijas, voy a estar con el, tengo que pensar que ahora tengo que trabajar, tengo que conseguirme una casita o una finquita cualquier cosa, o irme para la tierra. Yo quisiera tener algo pero en el Huíla, me gustaría irme para mi propia tierra, allá si quisiera tener algo con él.

Pero hay también sueños de asentarse en una ciudad, pro siempre en función de la familia conyugal

Vivir con mis hijos. Tener una casita en la ciudad también, darles una buena educación a mis hijos y un buen ejemplo, eso es todo lo que pido. [26]

El tipo de consumo que hacen los jóvenes con o sin responsabilidades familiares, constituye un factor de reclamo de los adultos.

Como que la juventud no piensa en el futuro, uno de viejo sí piensa en el futuro. Pero la juventud, por ejemplo, ella es del día de hoy. Que venga el día, pero no se piensan en un futuro. Si ellos pensaran como en un futuro, irían organizando las cosas.[27]

Consumos masivos

Estos consumos son identificados usualmente como aquellos que se imponen a través de los medios de comunicación de masas, y que multiplican referentes del deber ser y homogenizan comportamientos, formas de vestir, lenguajes, música y valores. Para las zonas rurales del país, el acceso y efecto de estos medios se ha ido incrementando, junto con la creciente extensión de la electrificación rural.

El contacto más frecuente del habitante rural con personas de extracción urbana y la exposición de durante varias horas al día a la radio y la televisión contribuye a que el campesino pueda superar el marco exclusivo de referencia de su terruño.[28]

Para el caso de las zonas de cultivos de coca y amapola, el efecto de la masificación de consumos está fuertemente alimentada por las constantes y múltiples relaciones que tiene la población, por vía directa e indirecta con centros urbanos locales, regionales y nacionales. Aunque en muchas poblaciones no existe energía eléctrica, lo cual restringe la frecuencia del acceso a la televisión, ese problema se ha resuelto de manera individual comprando plantas eléctricas. Así la televisión con sus novelas, propagandas e imágenes producidas desde y para la ciudad va gestando y reforzando determinados patrones de consumo. Además, en los cascos urbanos más grandes “la parabólica ha traído mensajes de nuevas necesidades”.[29]

Uno de los consumos más presentes, pero quizá menos tangible que los otros, es la música que se repite de manera incansable durante los fines de semana desde los bares y tabernas, a grandes volúmenes. Esa misma música está presente en las viviendas y en el plante, Lo más característico son las canciones arrabaleras de influencia mexicana y la música de carrilera con mensajes de despecho, celos, traición duelos y castigos entre enamorados.

Se escucha la música de Darío Gómez, vallenatos, la Quebradita, canciones que invitan a la pachanga. La canción de El cartel de la Marihuana, Morir matando es la ley. Se sienten grandes escuchándola. Cuando no se hace esto son criticados y se sienten rebajados y reprimidos y son objetos de burlas. El ambiente los atrae.[30]

De manera gradual, y dentro de estos ritmos, ha ido surgiendo una temática articulada a la actividad económica ilícita. Inicialmente de manera aislada, después los temas se van escuchando y popularizando. Posteriormente, a mediados del primer semestre de 1997 los temas son agrupados bajo el sugestivo título Los corridos prohibidos, y sale al mercado en casete y disco compacto. Para junio de ese mismo año se habían vendido 6.000 copias, cifra alta para esos temas “pero creemos que las versiones piratas han vendido más de 40.000 copias”. [31] En el mismo reportaje se afirma que cerca de 800 emisoras de los pueblos colombianos estarían pasando estos temas musicales.

De los 10 temas, solamente uno se refiere a la actividad del cultivo y la cogida de hoja. Los otros están más relacionados con el tema del tráfico de droga y el contrabando, recogiendo experiencias de Colombia y de México, con compositores de los dos países. Este producto cultural, si bien no surge como producción de la región, sí recoge elementos y problemáticas que pueden ser familiares y con los cuales los pobladores y los migrantes se sienten identificados. A la vez, los contenidos de las canciones, repetidas de manera cotidiana en todos los espacios locales, constituyen una influencia importante en todos los habitantes, y muy especialmente en niños y jóvenes. El gerente de la disquera está de acuerdo en que los temas interpretan los antivalores, pero opina que los mismos están presentes en esta sociedad.

Los temas hablan en general de lo que sale en los períodicos, los noticieros de televisión y la radio, pero contado por las personas que viven esas realidades. Son crónicas y noticias con música.[32]

Como efecto reivindicatorio, particularmente el tema El corrido del cocalero, es compuesto a raíz de las marchas de 1996 por un santandereano quien vive de cerca esta experiencia.

Un hermano mío trabajó raspando hoja de coca en el Guaviare, por Calamar, y me comentó que los primeros días las manos se les rajaban y llenaban de ampollas, mientras cogían práctica y que había mucha gene cogiendo coca. De ahí salió el tema.[33]

Una revisión de los contenidos de estos temas nos permite recoger que:

- El corrido del cocalero, desarrolla 4 elementos claves: 1) la justificación económica de su actividad “es en lo único que nos está yendo bien” y “mejor vamos a seguir raspando coca, a ver si algún día la suerte nos cambia y así salimos de esta pobreza tan miserable”. 2) Establece una ruptura muy clara entre la producción y el consumo: “El problema no es de nosotros, el problema viene de allá, nosotros la cultivamos y al extranjero llega a parar”. 3) Señala el carácter de riesgo y desarraigo que la actividad implica: “sobrevivimos en las selvas colombianas” y “dejé a mi familia allá tirada en el pueblo y aquí me vine arriesgando la vida”. Y 4) da cuenta del carácter colectivo del problema: “En este cuento hay mucha gente metida”. Estos elementos constituyen referentes claramente identificados en este estudio como la percepción predominante que tienen de la situación los jóvenes y adultos en zonas de cultivo de coca.

En Medallo comenzó la guerra y al Valle fue a terminar. Se hicieron los allanamientos, y en todo rincón buscaban, en Bogotá se organiza el plan y en Cali a Miguel despertaban. A Santacruz sorprendieron al norte de Bogotá, duró unos 6 meses preso, dijo ya no me aguanto más, mi cuerpo está muy enfermo. De la cárcel logró escapar, salió a dar la pelea, queriendo organizar la guerra, pero cometió un error, al abandonar su tierra, en Medellín lo mataron y ahí se acabó su leyenda.

El mensaje de la persistencia de los carteles, según la persistencia de la demanda del producto queda claramente expresada.

Terminó otro de los carteles, de los que andaban buscando, mientras unos se terminan, otros se están organizando, mientras allá hay quien la consuma, la fina seguirá pasando.[34]

Yo era muy pobre, pero un día Dios lo dispuso, que yo me fuera al mundo a trajinar, y sin pensar lo que dijeran los humanos, con valentía yo me puse a traficar.

Están también las expectativas sobre el tener y salir de la pobreza.

Desde muy niño soñaba con tener mucho dinero, tener muchas propiedades en Colombia y en el extranjero, quería ganármela fácil, porque pobre no me quedo.

Las experiencias exigen muchos viajes nacionales e internacionales y múltiples relaciones

Me fui para Medellín, conocí muchos amigos, después me fui hasta el Perú buscando un mejor futuro, después pase al Salvador a negociar con los duros.

Exaltan su condición generosa:

Yo soy mafioso, pero a nadie le hago daño, lo que consigo lo reparto por igual.

Su libertad para poder gastar sin límite:

Tengo dinero y me lo gasto en lo que quiero” u “Hoy tengo mucho dinero, mi sueño se hizo realidad, ahora soy un gran mafioso, nunca me van a encontrar; hoy me rió de la vida, soy más poderoso que Pablo Escobar. Tengo por ahí mis caletas con armamento del fino; ya se me perdió la cuenta de cuantos trabajan conmigo, pero aquel que se me tuerza lo mando quebrar ahí mismo. Tengo mujeres de sobra, de reinas hasta modelos, me gusta el Whisky del fino con un buen grupo norteño, y pa' darle gusto al dedo, no me tiembla cuando quiero.

Con respecto a los demás temas musicales, los mexicanos son los que tienen expresiones más confrontadoras con la ley tanto por el comercio ilegal como por el consumo

Me anda buscando la ley por traficante de drogas, no niego que las trafico y las mando a California” o “donde quiera me paseo y me amanezco, tomando el polvo me quita el sueño para seguir parrandiando”.[36]

6.3 A manera de cierre

El recorrido por los patrones de consumo de los jóvenes permite identificar que la tendencia presente en las zonas de cultivos de coca y amapola, se orienta hacia la ampliación de la cobertura de la población que los puede asumir, y hacia la precocidad con que dicha población lo hace. Estamos hablando del ingreso masivo y prematuro de niños y jóvenes a una sociedad de consumo, que le ofrece una gama de posibilidades bastante amplia si se la compara con la existente antes de la presencia de los cultivos, pero nada distinta a la que se ofrece en la mayor parte del país urbano y rural. Pareciera que ellos simplemente han incorporado y encontrado la posibilidad de ejercer el modelo de consumo como forma de vida.

Estos consumos han sido generalmente restringidos a la población adulta, por lo cual resultan más atractivos a niños y jóvenes. Así mismo tienen la connotación de asignar poder y hombría. En otros espacios rurales y urbanos, el acceso a estos consumos riesgosos es limitado por la falta de dinero y el control familiar. Este último pierde su fuerza en las regiones de estudio por la autonomía que da el manejo de dinero, recibido desde temprana edad por los jóvenes.

Sin embargo, no son solo los jóvenes quienes al aumentar su ingreso dinamizan el mercado de estos bienes y servicios. El efecto cobija a la gran mayoría de la población, por no decir toda, que de forma directa e indirecta entra a formar parte del sistema económico. El efecto de “nuevo rico”, que para el caso de los cultivadores y trabajadores de coca y amapola, es solo la posibilidad de una mejor remuneración de su trabajo y de su inversión, supone un tiempo inicial de sorpresa y de derroche, fruto lógico de las carencias y la falta de experiencia, pero que se va asumiendo con mayor reflexión, sobretodo cuando se va siendo consciente de los límites que ello trae consigo.

Estos patrones de consumo significan quiebres más intensos en las comunidades indígenas, pues su identidad y cosmovisión fundamentada en actividades cotidianas comunitarias y en relaciones particulares con el entorno, se ve fuertemente resquebrajada, con lo cual se afecta seriamente sus posibilidades de sobrevivencia étnica y cultural.


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Índice
[1] Entrevista con raspachín en zona de colonización.
[2] Es casi una costumbre que los días de pago de maestros, empleados, obreros de la construcción, productores, entre otros, se premian a sí mismos tomando licor y cerveza.
[3] Texto escrito por estudiante Coreguage, Colegio Mama Bwe, San Antonio de Getuchá.
[4] Comentario de profesora mestiza de colegio indígena, casada con Coreguage.
[5] Caso comentado por una profesora del Colegio de Curillo.
[6] Entrevista con excomisionista.
[7] También esta situación se da en otros contextos del país en donde se han desarrollado campañas para desarmar a la población.
[8] Testimonio de profesora mestiza de colegio indígena.
[9] Taller con indígenas.
[10] Entrevista con comisionista.
[11] Ver, MORALES, Edmundo, Cocaína. Fiebre del oro blanco del Perú, Quito, Biblioteca Abya-Yala, 1994, página 182.
[12] Ibid, página 187.
[13] Ver, AREVALO, Oscar, "Croquis para algún día (jóvenes de América en los noventa)", en Revista Pasos, Número especial 6, San José de Costa Rica, Departamento Eacuménico de Investigaciones, 1996.
[14] Entrevista con profesora mestiza en colegio indígena.
[15] Entrevista con joven raspachín, en zona de colonización.
[16] Entrevista con jóvenes trabajadoras sexuales en zona de colonización.
[17] Comentarios de jóvenes de grupo comunitario en zona de colonización.
[18] El fenómeno de la “lobería” (mal gusto en la jerga colombiana) de reciente estudio para las ciudades, parece darse allí pero con patrones distintos. El referente de clase superior a partir del cual se modelan los nuevos consumos, está muy influído por el “gusto narco”, que a su vez es considerado el modelo clásico de lobería en las grandes urbes.
[19] Entrevista a raspachín en zona de colonización.
[20] Entrevista con joven líder raspachín, Bogotá.
[21] Comerciante en zona campesina de amapola.
[22] Entrevista a líder comunitario.
[23] Taller con comunidad Koreguaje (Coreguage).
[24] Así mismo entidades foráneas como el Instituto Lingüístico de Verano han tenido intervenciones prolongadas en estas comunidades.
[25] Ver, URIBE, Graciela, "Una vez conquistamos la tierra, nos pusimos a soñar. Reconstrucción de un proceso de organización social en Santiago de la Selva", Tesis de grado para optar el título de Magistra en Desarrollo Rural, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1997.
[26] Entrevistas con raspachines en plante.
[27] Entrevista con colono.
[28] Ver JARAMILLO, Jaime Eduardo, Estado, sociedad y campesinos, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1988, página 125.
[29] Taller con jóvenes de organización comunitaria en zona de colonización.
[30] Ibid.
[31] Ver, LEON RESTREPO, Orlando. "El ‘himno’ de los ‘raspachines’", en El Tiempo, Bogotá, Domingo 8 de junio de 1997, página 8A.
[32] Ibid.
[33] Ibid.
[34] "El cartel de Cali", del Grupo La Furia Norteña.
[35] "El gran mafioso" y "No soy culpable" de Uriel Henao y sus Tigres del Sur. "El rey de los capos", del grupo La Furia Norteña y "El cartelazo", del grupo Aguilas del Norte.
[36] Canción "El Perro Negro", del Grupo Exterminador.

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