Breve historia de los plaguicidas y su impacto en la salud y el ambiente


 

Lia Isabel Alvear Ramírez

 

Algunos datos interesantes para dimensionar el impacto de los plaguicidas o sustancias xenobióticas, a la salud humana y al ambiente, serían los siguientes:

 

Se ha considerado que las primeras señales de vida sucedieron hace alrededor de 4000 millones de años.

 

Hace 550 millones de años aparecieron los primeros invertebrados y hasta reptiles primitivos; iniciando este período, ocurrió algo semejante al cambio climático que hoy estamos viviendo, pero ocasionado por numerosas explosiones volcánicas, propias de la inestabilidad del planeta en los inicios de su formación.

 

Viene luego un período de unos 190 millones de años en el cual hacen su aparición los dinosaurios que en el mismo período desaparecen; aparecen también las aves y los primeros indicios de mamíferos.

 

Le sucede un período de unos 55 millones de años, donde se puede considerar que vivieron muchos de los antecesores de los animales actuales, incluso el Pitecantropo llamado mono hombre.

 

Hace unos 500 000 años la especie humana empezó a utilizar el fuego; las primeras pinturas fueron realizadas 25 000 años atrás; logramos domesticar el perro hace 14 000 años y desde 8 000 años se cultiva la tierra. Este último logro, provocó asentamientos humanos, porque procurarse es alimento podría ser realizado en el mismo sitio de habitación; la especie se hizo sedentaria.

 

Es evidente que el sedimentarismo necesariamente causaba un impacto sobre les ecosistemas, pues tumbaban árboles para sembrar sus huertas, sin embargo, aún la producción dependía únicamente de la energía que aportaba el sol y de la energía muscular.

 

La especie humana, única con capacidad para transformar en forma conciente su entorno, introdujo herramientas, que hicieron mas eficiente el trabajo, pero aún los cambios ocasionados al ecosistema  se mantenían dentro de cánones que la naturaleza podía organizar, sin mayores consecuencias.

 

Retomando los datos, hace aproximadamente 150 años, algunos descubrimientos convergieron en un momento de la historia y se dio inicio a la llamada Era Industrial. Una característica que se le puede anotar y que delinea el asunto que estamos tratando, es la introducción de otro tipo de energía diferente a las dos anteriores: la energía fósil, es decir, carbón y petróleo.

 

Entonces las herramientas de mano fueron siendo reemplazadas por tractores, el reciclaje de nutrientes orgánicos por sustancias químicas de síntesis, las parcelas familiares por empresas agropecuarias, en fin, muchos cambios en muy corto tiempo y un desbalance energético que la naturaleza no ha tenido tiempo de adaptarse a tal ritmo.

 

Pero al entender de algunos sectores de la comunidad humana tal forma de producción producía ganancias, así, el ritmo de producción persiguiendo las ganancias, se acelera y la naturaleza flaquea, durante un tiempo casi en forma silenciosa aguanta, pero de repente se expresa con suma intensidad; lo cual significa que la especie está llegando al límite de tolerancia del equilibrio que la naturaleza ha acuñado para que la vida sea posible. La comunidad científica llama a este fenómeno Punto de quiebre, el cual se puede entender haciendo la comparación entre encender una bombilla con un switch o interruptor y un reóstato. En el primer caso, con el dedo se ejerce una presión que enciende o apaga; en el segundo se gira acomodando a la intensidad deseada. El punto de quiebre es un punto de no retorno, representado en la forma como actúa el interruptor.

 

Pues bien, cuando las ideas de la Revolución Industrial llegaron al campo, y los ecosistemas cambiaron sin que la naturaleza asimilara el cambio; el monocultivo pobló el paisaje, por su puesto desplazó mucha de la vegetación nativa y de la flora, así que los animales que apetecían el cultivo, tenían buena fuente de alimentación y se podían reproducir a sus anchas, por una de dos razones:

 

En primer lugar, se encontraban con plantas no muy bien nutridas pues los suelos iban agotando su reserva de nutrientes con las anteriores cosechas.

 

En segundo lugar, se encontraban con plantas muy suculentas por la aplicación de fertilizantes (químicos de síntesis) al suelo.

Cualquiera de las dos situaciones planteadas, traía consigo la ocurrencia de plagas, enfermedades y la aparición de plantas indeseables, por la competencia en nutrientes que hacían al cultivo, llamadas malezas. Ahí entonces se encontraba el espacio propicio para aplicar las sustancias que en las Guerras Mundiales se habían empezado a investigar como armas, teniendo a los insectos por seres de experimentación; los buenos resultados alentaron la industria y aplicación de ellas se hizo práctica común, hasta el punto de marcar un mojón en la historia de la agricultura llamado Revolución Verde, que nos atenaza desde hace 70 años.

 

Desconociendo los efectos que se podrían causar los paquetes tecnológicos pululan; en no pocas ocasiones se entregan amarrados a los créditos; la economía de la comunidad campesina empezó a resquebrajarse, los campos se despueblan, los cultivos de pangoger dan paso a los cultivos industriales; las familias desplazadas engrosan los cinturones de miseria de las ciudades; el derecho fundamental al trabajo es vulnerado.

 

Las especies o variedades incluidas en los paquetes, direccionan la producción e incrementaban la dependencia de las casas comerciales, por la necesidad de comprar semillas. La expresión última que intenta blindar con mayor fuerza la dependencia, son los organismos genéticamente modificados, con todas las acciones científicas, legales y marrulleras, para introducirlos al mercado, careciendo de certeza de sus impactos ambientales, sociales y para la salud humana. La soberanía se viene abajo.

 

La primera alerta sobre la intromisión de las moléculas de plaguicidas en la cadena alimenticia, fue el libro Primavera silenciosa de Raquel Carson. Los órgano clorados, sustancias con Carbono y Cloro en sus moléculas, que para la época eran fundamentales como biocidas, son afines a la grasa, por lo tanto, se acumulan en el cuerpo y pueden inclusive pasar de la madre a su descendencia a través de la leche materna; dañan las células germinales y embrionarias ocasionando esterilidad y malformaciones; son a su vez disruptores endocrinos, es decir, suplantan las hormonas cambiando la información, razón por la cual se encuentran por ejemplo machos con penes atrofiados, nidos de aves habitadas por dos hembras cuidando huevos infértiles, en otras palabras, masculinización de hembras y feminización de machos. El derecho fundamental a la salud y a la vida queda en entredicho.

 

Los biocidas, sustancias que matan la vida, no discriminan si el ser que queremos eliminar es benéfico o inconveniente para la estabilidad del ecosistema, indiscriminadamente los elimina; por tanto, la cadena alimenticia, tan bien estructurada por esos millones de años de evolución, queda desmantelada, los benéficos, mas vulnerables perecen y los que tenemos por dañinos se tornan resistentes a las sustancias que les aplicamos, con lo que finalmente requerimos mas y mas fuertes sustancias venenosas; la dependencia de las casas comerciales también por esta vía se incrementa.

 

El uso de agrotóxicos y el desmantelamiento de la flora y fauna propias del ecosistema natural, menguan la biodiversidad, condición fundamental para la conservación de un ambiente sano. El derecho fundamental al ambiente sano también flaquea.

 

La evaluación de los plaguicidas y en general de todas las sustancias que nos propone la Revolución Verde, debe hacerse en el tiempo, es decir, sus efectos a corto, mediano y largo plazo, pues muchos de ellos no se expresan de inmediato y La Tierra no solo está disponible para los seres que hoy estamos vivos sino también para el disfrute de las siguientes generaciones.     Esta concepción futurista, propia de la Ecología se contrapone a la visión mercantilista que asume la naturaleza como un recurso propicio para extracción máxima de ganancias de la forma mas inmediata posible; la visión ecológica de la vida, entendida y llevada a la práctica por movimientos sociales, ha tenido varios logros, uno de ellos es de resaltar hoy, el Principio de Precaución, pues nos ampara de la visión inmediatista, ligereza en las decisiones y manipulación que en pos de la ganancia realizan gobiernos del mundo y entidades comerciales.

 

Solo 150 años de maltrato al gran ecosistema terráqueo nos ponen en la situación padecida por la tierra cuando por su mismo proceso de formación muchos volcanes entraron al unísono en actividad; la diferencia es que lo provoca la especie humana que se vanagloría de ser es la forma mas evolucionada de vida.

 

Muchas gracias!

 

     

 

    

Panel

Plaguicidas, Transgénicos e impactos sobre el patrimonio natural y Derechos Humanos

  


Inicio Fumigaciones Legislación Bibliografía MamaCocaCoop Imprimir


©2005 Mama Coca. Favor compartir esta información y ayudarnos a divulgarla citando a Mama Coca.