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La Coca Mostra

“Caretas” (Perú)

29 de agosto de 2002

La hoja andina, en la picota por el caso Del Solar, en realidad sería la semilla del desarrollo nacional según Baldomero Cáceres.

 

El doctor Baldomero Cáceres consumía de niño pastillas de cocaína: "eran para el dolor de garganta".

LA planta más satanizada por occidente fue la cuna de nuestra civilización. Mal vista por los lamentables efectos que tiene el consumo de su derivado estelar, la hoja de coca es, aunque normativas internacionales no lo diferencien (OMS), una planta antes que una droga. El vino Mariani, en el s. XIX, basado en la coca, capturó todos los elogios de la crema y nata europea: Emile Zola, Anatole France, Sarah Bernhardt. La Coca Cola, que debe su nombre a la planta andina, se habría inspirado en el éxito de este vino aunque, imposibilitada por las leyes puritanas de EE.UU. para hacer un licor, se prefirió la comercialización de la bebida carbonatada. La historia continúa ahora, ya que Coca Cola, a través de una empresa intermediaria, sigue comprando cantidades industriales de la hoja a Perú y Bolivia.

Esta es parte de la argumentación del doctor Baldomero Cáceres, el cocólogo más importante de nuestro medio, para reivindicar la milenaria hoja que incluso acá es despreciada (ley 22095). Lo otra parte consiste en entender que "la hoja de coca es el último recurso que nos ha dejado la Providencia para aspirar a un desarrollo sostenido". Así, a ojo de buen cubero, Cáceres tiene la debatible tesis de que una pastilla tipo "one-day" (suplemento vitamínico) de cocaína supondría un ingreso no menor a 2 mil millones de dólares. "La tercera edad norteamericana estaría feliz, ya que la coca es un geriátrico estupendo". Otros beneficios que anota es la eliminación inmediata del narcotráfico. Y cierta reconstitución de la autoestima andina a través de la reivindicación del valor de la coca. En este marco, sería ideal la construcción de un Museo de la Coca en Cuzco, similar al de La Paz, en el que se detalle la importancia, historia y uso de la hoja.

A pesar de lo polémicas que puedan ser estas propuestas, Cáceres asegura que no hay nada de qué alarmarse, ya que él mismo, de niño, consumía cocaína en pastillas, comprada en farmacias y sin prescripción, para el dolor de garganta, por sus virtudes anestésicas y antisépticas. "Antes en el Perú habían entre 6 a 8 fábricas de cocaína". El problema, afirma Cáceres, es que la mitad de los productos de la industria farmacéutica actual colapsaría ante esta medicina. "El ATPA es la propina que nos dan para que no aprovechemos la riqueza cocalera que tenemos". Culturalmente la interrogante es las misma: "tanto se precia la pareja presidencial de ser andina, que yo no sé cómo no ven este tema como cuestión fundamental para nuestra identidad cultural". El debate está abierto.

La industrialización de productos derivados de la coca fue frecuente en el siglo XIX. Por otra parte, Baldomero Cáceres recomienda su uso en el deporte amateur, "por ser un architónico"; en cambio en el ámbito profesional sugiere la sujeción a la normativa correspondiente. Precisamente, el caso de "Chemo" Del Solar, quien habría consumido coca en alguna de sus formas durante el torneo Apertura 2002, pone en evidencia la encrucijada cocalera.

 

From: B. Caceres
To:
nosescriben@caretas.com.pe
Sent:
Friday, August 30, 2002 12:40 AM
Subject: Precisa lo dicho

Lima, 29 de agosto del 2002

En referencia a la nota sobre "La Coca Nostra", que agradezco en su nombre, quisiera precisar que la cápsula diaria sugerida (una de las formas de industrialización posible) sería de un extracto integral de la coca y no de “cocaína”, como se le deslizó al amigo redactor . Y que la comercialización de la coca en diversas formas bien daría los 2,000 millones de dólares que apuntó como estimado posible de nuestra agroindustria cocalera. Debo aclarar también que las pastillas para la garganta, adquiridas sin receta allá en los 50,  lo eran de “mentol , cocaína y borax”. Finalmente precisar, si acaso se me fuera la lengua, que las plantas psicoactivas prohibidas (amapola del opio, marihuana y coca) y sus transformaciones farmacéuticas, reemplazarían con ventajas gran parte de las drogas psicoactivas sintéticas aceptadas hoy por la irresponsable psiquiatría. Que la mitad de la "industria farmacéutica colapsaría ante esta medicina", en referencia a la cocaína, no creo que corresponda a lo expresado. La industria farmacéutica , evidentemente, no sólo mantiene líneas de sustancias  psicoactivas.

Por lo demás, sólo agradezco el buen resumen, así como la selección de citas entre comillas que ratifico plenamente. Y gracias, también, por el inmerecido doctorado, pues sólo tengo un magíster de Stanford.

Baldomero Cáceres Santa María
Psicólogo social.
Cocachasqui
http://www.cocachasqui.org


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