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COLOMBIA: ¿ENTRE EL PLAN NORTEAMERICANO Y LA PAZ
EUROPEA?
Síntesis- análisis del
proceso de negociación (enero-abril/2001)
Con la determinación de la Unión Europea de apartarse
definitivamente del Plan Colombia y participar de manera mas definida en la
solución del conflicto armado (ver resolución del Parlamento
Europeo, 02/01), los procesos de negociación del gobierno con las
guerrillas recibieron un notable impulso. La formalización inminente de
la Zona de Encuentro (ZE) para los diálogos con el ELN al nororiente del
país -pactada en diciembre pasado en la reunión de la Habana-,
así como la reactivación del proceso con las FARC (9/03/01)
auguraban un periodo muy favorable en el camino hacia la paz.
Sin
embargo, la "operación Bolívar” lanzada por el Ejercito en
la Serranía de San Lucas –zona estratégica del ELN-, seguida
de un despliegue militar sin precedente de las AUC contra esta
organización insurgente en la misma zona, por una parte, y la
oposición de la cúpula de las Fuerzas Armadas al intercambio
humanitario de prisioneros con las FARC, por otra parte, han puesto en evidencia
la autonomía que se otorgan algunos sectores de las Fuerzas Armadas
frente a la política de paz del gobierno. Estos hechos anticipan serios
obstáculos a la participación internacional, en especial para el
programa europeo para la paz en Colombia (precisado el 30/04 en Bruselas). De
su lado, Washington, retomando la Iniciativa Andina, promovida por Bush
(padre) una década atrás y a la que le serán asignados
U$730 millones para apoyo a los países fronterizos con Colombia ha
confirmado la dimensión internacional de su Plan (El Tiempo, 14/03/01)
NEGOCIACIÓN CON EL
ELN
La ZE para los diálogos con el ELN ha sido blanco durante los
últimos meses de intensos operativos “antinarcos”
desarrollados por las Fuerzas Armadas, y de las acciones paramilitares en
abierta oposición al proceso de negociación con este movimiento
insurgente (cuya disposición de lograr un acuerdo ha sido ampliamente
reconocida por el gobierno, la sociedad civil colombiana y la comunidad
internacional.)
No obstante la disposición de los campesinos en la
sustitución manual de los cultivos ilícitos y el compromiso entre
el Gobierno y ELN en no realizar operaciones militares alrededor de la ZE
(conformada por los municipios de San Pablo y Cantagallo, al sur del
departamento de Bolívar), en el marco del Plan Colombia, la
serranía de San Lucas (norte de la ZE) fue objeto de intensas
fumigaciones durante febrero. Luego, iniciando marzo, las Fuerzas Armadas
lanzaron la “Operación Bolívar” con la
“misión” de destruir los laboratorios de refinamiento de
cocaína controlados por los paramilitares. Las reuniones en con el jefe
del CICR en Colombia -el día 4-, y con los embajadores del Grupo de
Países Amigos y el equipo negociador del gobierno -el día 6-,
fueron realizadas en medio de un intencionado asedio del Ejercito colombiano al
ELN.
Suspendida la operación por orden del Presidente (28/03/2001)
-pero todavía sin evacuar los 4000 soldados de las brigadas IV y V-,
cerca de mil paramilitares incursionaron en la Zona (1/03/01) y arremetieron
contra los cuarteles del ELN localizados muy cerca del lugar acordado con el
Alto Comisionado para un nuevo encuentro con el ELN el 05/04/01. A dicha
reunión, a la que el ELN no asistió por falta de garantías,
se hicieron presentes los embajadores de los cinco países verificadores
de las negociaciones (Alemania, Canadá, Japón, Suecia y Portugal),
el representante de la ONU, de la Sociedad Civil y del gobierno. Con la avanzada
paramilitar en la zona y frente a la inercia del gobierno, el Comando Central
del ELN declaro la suspensión indefinida de los diálogos el
10/04/01. (Partia Libre, s. Web del ELN, el 12/04/01)
Puesta en evidencia la
impotencia del Jefe del Estado para controlar a los altos mandos militares y su
incapacidad de garantizar la seguridad de la población, de la
delegación internacional y de sus propios representantes en la ZE, el
proceso de negociación con el ELN quedo pendiendo en el aire.
NEGOCIACIÓN CON
LAS FARC
El mismo día en que se realizo la segunda Audiencia Internacional
con los países facilitadores
[1]
y la Mesa de Diálogos (el 8/03/01) M. Marulanda, jefe máximo de
las FARC, informo sobre la inminencia del intercambio de prisioneros -sexto
punto en la agenda del acuerdo de los Pozos (9/02/01). Pocos días
después, sin embargo, el legendario dirigente guerrillero denunciaba la
dilatación del proceso por parte del Gobierno Nacional (El Tiempo,
11/03/01). En efecto, a la oposición del Fiscal general, de algunos
congresistas, y a las dudas expresadas por el Procurador se había sumado,
mediante un extenso texto, la oposición vehemente de la cúpula
militar al “canje” (El Tiempo/14/03/01 y /23/03/01). Ante estas
interferencias, mas de carácter político que jurídico, que
hacen presumir el descarte definitivo del intercambio, solo se vislumbran
alternativas a mediano o largo plazo como la amnistía y el referendo (ver
A. Rangel, El Tiempo/ 30/03/01).
Entre tanto, la amenaza de
extradición de integrantes de las FARC acusados de narcotráfico,
proferida por Washington (El Tiempo, 11/03/01) y el afán desbocado del
general Mora, Comandante General del Ejercito, en establecer pruebas de la
vinculación de los insurgentes con la narcoeconomia y en lograr su
captura, sirven a incrementar la confrontación militar y se convierten en
una piedra mas en el zapato del proceso de paz.
Sin duda, los desacuerdo
políticos entre los organismos del Estado frente al proceso de paz y, en
particular, la obstrucción abierta de sectores del Ejercito a la labor
del Alto Comisionado de Paz atentan contra la participación de la
Comunidad Internacional y ponen en juego el conjunto de la estrategia de paz del
gobierno (ver editorial del El Tiempo, 20/02/2001)
PARAMILITARES
Tras las fumigaciones y operaciones militares desarrolladas bajo la
instrucción norteamericana en el marco del Plan Colombia (iniciadas en
09/2000), las Auto defensas Unidad de Colombia (AUC), a la vez que han ampliado
su presencia geográfica y su capacidad militar, han intensificado la
polarización política entre los
colombianos
[2]. A parte de las elites
económicas y sociales, las encuestas de opinión –con todo lo
tendenciosas que se quiera- reflejan un creciente apoyo de sectores de clase
media opuestos, escépticos o indiferentes al proceso de paz y dispuestos
a contratar servicios de seguridad con estas organizaciones. (Ver: A. Rangel, El
Tiempo/16/03/01)
Con un numero de efectivos militares que duplica al
ELN y que ya representa la mitad de los de las FARC (A. Rangel, ibd.), los
paramilitares han adquirido la capacidad suficiente para ahogar definitivamente
el proceso de negociación con el ELN y para perturbar permanentemente el
proceso con las FARC. Su creciente autonomía financiera, proporcionada
por los recursos del narcotráfico -cada vez mas desconcentrados por
efectos de la mundialización-, los convierte en una fuerza
excepcionalmente funcional al proyecto político de la extrema derecha
colombiana y a la estrategia contrainsurgente norteamericana.
La
obstrucción del sur de Bolívar, incontestable derrota a la
política de paz de Pastrana, aproxima a C. Castaño a un
reconocimiento como “interlocutor valido” en la negociación
del conflicto. Reiteradas declaraciones de funcionarios del gobierno
norteamericano en este sentido
[3], han
encontrado eco en jerarcas de la Iglesia Católica colombiana
(ElTiempo/13/04/01), en el dirigente del Partido Liberal H. Serpa, nuevamente
candidato a la presidencia en el 2002 (El Tiempo/8/04/01) y, obviamente, en
Álvaro Uribe, líder liberal de extrema derecha, ampliamente
reconocido por su “simpatía” hacia las AUC, quien espera del
fracaso de la política de paz del actual gobierno la consolidación
de su candidatura presidencial (ver columna de J. Lozano en El
Tiempo/12/03/01)
Queda por ver el resultado de la confrontación
militar que se desarrolla actualmente en el sur de Bolívar, una verdadera
medición de fuerzas entre las FARC-ELN en alianza contra los
paramilitares (El Tiempo/10/04/01). Un retroceso de estos últimos es poco
probable por la presencia del Ejercito en a la zona y por la impotencia del
presidente Pastrana para mantener al margen a los Altos Mandos
militares.
GOBIERNO
La incapacidad del gobierno colombiano para cohesionar a las propias
instancias estatales en torno a su política de paz, no oculta
completamente los logros obtenidos en un proceso que tiene que entenderse, de
todas formas, lento y complejo. El acuerdo de Los Pozos en febrero pasado y la
consecuente prolongación de la zona de dialogo con las FARC (hasta
octubre próximo) en medio de una vertiginosa polarización
política del país, tienen un mérito incontestable.
Lamentablemente en el proceso ya bien avanzado con el ELN, organización
tradicionalmente la más reacia a la negociación, el Presidente
Pastrana no tuvo la suficiente firmeza para contener a los sectores militares
más adversos a una solución política del conflicto.
La
vinculación de la UE al proceso de paz que no se asajuste al Plan
norteamericano -al contrario de lo como lo sigue pretendiendo y anunciando
abusivamente el gobierno colombiano-, constituye igualmente una importante
conquista de la gestión de la Administración Pastrana. El
rompimiento de la soledad frente al Tío Sam, indudablemente, amplia y
refresca el horizonte de Colombia.
Sin embargo, si ya entrando en la etapa
final de su gobierno (en Colombia no hay reelección presidencial), el
Presidente Pastrana no aprovecha su cercanía con Washington y el apoyo
de la Comunidad Internacional para decidirse a “tomar el toro por los
cuernos”, los aspectos socioeconómicos del Plan Colombia -que
según el gobierno representan el 80% - arriesgan a ser consumidos por las
llamas del componente militar norteamericano. En este caso, la verdad sobre
“la democracia (con la guerrilla) más antigua de América
Latina” quedaría develadas ante el conjunto de la Comunidad
Internacional
PAíSES VECINOS
Pese a las acciones diplomáticas de Washington y Bogotá en
conseguir el apoyo al Plan de parte de los Estados limítrofes con
Colombia, durante la Administración norteamericana los gobiernos de
Brasil y Venezuela sostuvieron su oposición, mientras los de Ecuador y
Panamá mantenían sus prudentes reservas.
Sin embargo,
confrontados a las explosivas consecuencias internas de la
mundialización, de todas formas, comprometidos en la “guerra contra
las drogas”, y con poco que perder en unas fronteras que – a fuerza
de tiempo y de abandono por parte de los gobiernos centrales- conviven
plenamente con el conflicto colombiano, la resistencia a la presión de
Washington se advertía insostenible.
En efecto, con los recursos
previstos en el Plan Colombia para refuerzo de los puestos de control y para
atención social a las poblaciones en sus respectivas fronteras, mas los
recursos asignados a través de la
Iniciativa Andina y los
beneficios comerciales que se desprenden del ATPA, las prevenciónes de
los países del área se ha ido desvaneciendo.
(Los militares en
Bolivia han retomado el proyecto de construcción de tres bases militar
entre el Trópico de Cochabamba y Chapare Opinión/ANF 28/09/2000
para albergar a unos 1.500 soldados permanentes. Su papel será el de
asegurar el control de la región al tiempo que se avanza en la
erradicación química de los cultivos. Estas bases, justificadas
como parte de la guerra antidrogas tienen el propósito primordial de
compensar los vacíos dejados por la base de Howard en Panamá. y
hacen parte del programa de instalación de los “Centros Operativos
de Avanzada” (COA)
[4] del
Pentágono, dentro del cual se destacan las bases de Manta (Ecuador) e
Iquitos (Peru) por su ubicación estratégica con respecto al sur de
Colombia, blanco central de la política de Washington contra la
“narcoguerrilla”.
ESTADOS UNIDOS
Si la administración Clinton tuvo cierta discreción sobre los
recursos del Plan Colombia (PC) destinados al “apoyo técnico”
de los países andinos (U$280 millones = 30% del presupuesto global), la
administración Bush ha sido perfectamente clara sobre la dimensión
regional de la estrategia “antidrogas” en Colombia. Con "un enfoque
más regional de las cuestiones y las crisis que hoy emanan de Colombia" y
previendo que “el problema migre de un país a otro”,
según C. Powell, la
Iniciativa Andina busca garantizar “el
éxito de la estrategia que se esta desarrollando actualmente en
Colombia” (El Tiempo, Bogotá, 15/03/01). Los U$ 730 millones
asignados a la
Iniciativa Andina serán destinados a Colombia
(400), Bolivia (155), Perú (100) y a Ecuador, Venezuela, Brasil y
Panamá (75). Sumando a este presupuesto para gastos del Departamento de
Estado los U$ 250 millones de Defensa y Justicia para la lucha contra la droga
en la región andina, el aporte financiero de E.U. al PC se aproxima ya al
billón de dólares (El Tiempo, Bogotá, 15/03/01).
Pero, a
parte de estos recursos, que de hecho ejercen enorme tentación en los
gobiernos de la región, la
Iniciativa Andina tiene un componente
de un infalible poder “disuasivo” en el conjunto de los gobiernos de
los países andinos. Se trata del Andean Trade Preference Act (Atpa) o Ley
de Preferencias Comerciales, componente comercial del programa de la "guerra
contra las drogas" que Bush (padre) expidió el cuatro de diciembre de
1991, con vigencia a diez años. La ley empezó a regir en julio de
1992 cuando se designó a Colombia y Bolivia como beneficiarios y,
después, en 1993, fue extendida a Ecuador y Perú. El objetivo de
estas preferencias es, teóricamente, fomentar alternativas para sustituir
los cultivos de coca, así como el procesamiento de drogas ilícitas
a través de un mejor acceso de productos al mercado estadounidense (El
Tiempo/27/02/01).
Con la implicación de las naciones vecinas,
además de asegura el establecimiento de un “anillo de
seguridad” en torno a Colombia, Washington allana el camino para la
entrada en acción de una “Fuerza de Seguridad Andina”,
prevista en el desarrollo de la segunda fase del Plan (El País,
30/03/01)
[5]La tendencia a
“descolombianizar el Plan” para “colombianizar la
región”, es decir, la “localización del
problema” y la “regionalización de la solución”,
hace pensar que la estrategia norteamericana apunta hacia la
configuración de un teatro experimental mutante, mediante el cual se
haría más efectivo el manejo del conjunto de conflictos
regionales, ligados al desarrollo de la globalización. Siendo así,
cabria preguntarse si el posicionamiento estratégico de la cuenca
amazónica –que puede convertirse en el espacio natural de
articulación de la región, dentro del nuevo orden
económico- no constituye el trasfondo del Plan norteamericano?
UNIÓN
EUROPEA
Con su participación más decidida en el proceso de paz en
Colombia, la Unión europea introduce, sin duda, un importante equilibrio
entre la obsesión militarista norteamericana, la negligencia tradicional
de la clase dirigente colombiana y la ausencia de un proyecto político
viable por parte de las organizaciones insurgentes.
La incidencia de los
gobiernos europeos en el Gobierno y en las FARC para retomar los diálogos
y en el avance de las negociaciones con el ELN, puso en evidencia toda la
trascendencia que puede tener la UE en la construcción de la paz y de la
democracia en Colombia. En pocos meses -y pese a la campaña de los
grandes medios para ocultar la posición adversa de los países
europeos al Plan Colombia- Europa ha encontrado, en importantes sectores
sociales, económicos y políticos del país la acogida que
Norteamérica tradicionalmente solo ha mantenido en la clase dirigente.
Todavía sin conocer los aspectos prácticos del programa de
apoyo a Colombia, propósito de la reunión de Bruselas del 30 de
abril, resulta prematuro evaluar el rol de la UE en lo que va corrido del
año. Sin embargo, el nítido entorpecimiento del Plan
norteamericano a las negociaciones y, de hecho, a la presencia europea, permiten
prever algunos de los obstáculos que tendrá que enfrentar la UE en
Colombia.
La primera de ellas es, obviamente, la incompatibilidad practica
entre su estrategia pacifista y la estrategia militarista norteamericana. O, si
se prefiere en otros términos, como posicionar la “zanahoria”
en un escenario cada vez mas convulsionado por el “garrote” de la
contraparte?.
En segundo lugar se presenta la incapacidad del Estado
colombiano para darle consistencia a la construcción democrática
de la paz, lo que se constata en la impotencia del gobierno para garantizar, de
su parte, el cumplimiento de los compromisos que tiene que adquirir en el marco
de las negociaciones.
Presumiendo, a partir de los dos puntos anteriores, el
escalonamiento del conflicto armado en los próximos meses, se deduce un
tercer escollo. El incremento en los ataques a la población y a las
organizaciones no gubernamentales defensoras de los DH por parte de los
movimientos insurgentes, de las fuerzas de seguridad del Estado y, en
particular, de los paramilitares que han convertido en uno de los blancos
preferidos de su acción, las zonas donde se desarrollan proyectos de paz,
de desarrollo social y económico, fundamentalmente sostenidos con
recursos provenientes de la cooperación europea.
Frente a este
conjunto de obstáculos, la acción europea debe incrementar
esfuerzos para asegurar una acción común frente a Colombia con
Japón y Canadá–que en calidad de Países Amigos o
Facilitadores de las negociaciones ya se han involucrado mas decididamente en el
proceso. Sobre una política conjunta a ese nivel, los países
latinoamericanos, en especial aquellos que comparten frontera con Colombia,
encontrarían cierto margen de autonomía frente al rol que
Washington les ha asignado dentro del componente militar del Plan Colombia.
Al interior de Colombia, la política europea seguramente será
dirigida en dos direcciones. Por una parte, en la identificación de los
factores institucionales que más debilitan la política de paz al
interior del gobierno y los programas de fortalecimiento del Estado. Por otra
parte, en el apoyo del movimiento social, en particular las organizaciones
sociales y las expresiones políticas alternativas.
En cuanto a esto
ultimo, la estrategia europea -cuya política internacional reposa en gran
medida en las ONG-, depende de que estas organizaciones se comprometan mas de
lleno con la orientación del proceso de convergencia de la sociedad civil
por la paz en Colombia y sus nuevas expresiones políticas. Para ello se
requiere sin embargo, que las ONG europeas se resuelvan, de una vez por todas a
construir su propia coordinación, lo que todavía no es evidente.
NOTAS
[*] Sociólogo,
investigador del CIRPES (Centro Interdisciplinario de Investigaciones sobre la
Paz y de Estudios Estratégicos), e integrante del COLLECTIF POUR LA
COLOMBIE.
[1] Suecia, Noruega, Francia, España, Cuba,
Canadá, México y Venezuela fueron los países facilitadores
de la segunda audiencia internacional, que se realizo en San Vicente del
Caguán el 8 de marzo, con el fin de que la Mesa de Diálogo y
Negociación informe sobre el estado del proceso de paz. Resultado de la
reunión se acordó la realización de dos foros sobre
sustitución de cultivos ilícitos y Derecho Internacional
Humanitario (DIH).
[2]“La dinámica de la polarización logró madurar
hasta configurarse nítidamente como el más preocupante
fenómeno político-social, e incluso militar, que podría
afectar el próximo ciclo político del país”. Informe
de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos en Colombia, Ginebra,
8/02/2001
[3] Peter Romero,
subsecretario de Estado para el hemisferio Occidental, retomando las
declaraciones del año anterior de P. Chicola, director de la oficina de
asuntos andinos del Departamento de Estado, declaro que "tarde o temprano el
gobierno de Colombia tendrá que sentarse a hablar con los grupos
paramilitares como lo hizo con los guerrilleros". (
El
Nuevo Heráld.
21/02/01).
[4] “Los COA
poseen la capacidad de espionaje que anteriormente proporcionaba la base Howard,
ya que constituyen puntos clave donde los aviones pueden aterrizar y cargar
combustible mientras vigilan la región. Funcionarios del Pentágono
se molestan cuando se denomina Bases Militares a los COA, pero éstos son
dirigidos y operan con personal estadounidense y son claves para los intereses
estratégicos de Washington. Y aunque se trasladó la sede del
SOUTHCOM a Miami, muchos soldados antes destinados en Panamá fueron
después destinados a la base Roosevelt Roads en Puerto Rico y a Soto Cano
en Honduras”. (ver Antinarcoticos y militarizacion en los Andes, C.
Youngers, Wola, vol XXIV, n° 3, nov.-dic.
2000)
[5] El precedente de este
tipo de intervención de las Fuerzas de Seguridad de los Andes (para la
realización de operaciones y entrenamientos) es la “Operation Green
Clover”, realizada en octubre de 1995, en la cual participaron 300
soldados estadounidenses en colaboración con fuerzas de Perú,
Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Venezuela. Según el
Director de Operaciones del SOUTHCOM, Brigadier General George Close, la
“Operation Green Clover” significó “la primera vez que
teníamos este nivel de cooperación multilateral entre naciones
aliadas”. (Wola, ibd.)