M A M A    C O C A

Taller agrario y cultivos “ilícitos” - 5 de abril de 2002 - 8 a.m.
CINEP Carrera 5 #33A-08 Bogotá

   Mario Mejía Gutiérrez

Memorando 

Enunciados sobre Globalización, soberanía alimentaria y seguridad alimentaria


1. El alimento es un derecho, no tan solo una mercancía.  Así ha sido considerado en múltiples oportunidades:

- Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948.
- Pablo VI en Popolorum progressio, 1964.
- Pacto Internacional de Derechos Sociales, Económicos y Culturales, 1966.
- Conferencia Mundial de la Alimentación, 1974.
- Pacto Mundial de Seguridad Alimentaria, 1985.
- Conferencia Internacional sobre Nutrición, 1992.
- Declaración del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, 2001.

2. La seguridad alimentaria es el proyecto político que garantiza a la población los abastos corrientes necesarios; cada sociedad debe enfrentar esta condición de su propia supervivencia, particularmente adoptando modalidades de uso y posesión de la tierra, apropiadas para el logro de la seguridad alimentaria. Cada municipio debe asumir la responsabilidad de garantizar la seguridad alimentaria de su población a partir de políticas adoptadas a nivel nacional, en consideración a los niveles de pobreza (40% de la población) y de indigencia (20%).

La vía campesina ha sido probada históricamente como eficaz y suficiente para lograr el abasto alimentario. En cada municipio debe existir un sistema responsable de garantizar la seguridad alimentaria; el sistema podría estar compuesto por el conjunto de organizaciones de sociedad civil, en especial de organizaciones campesinas, apoyadas por las entidades gubernamentales de reforma agraria, de asesoría al sector rural y de subsidios al mismo.

3. La soberanía alimentaria forma parte del proyecto político de soberanía nacional, en cuanto define la independencia del país con respecto a los abastos necesarios y suficientes. El concepto de soberanía alimentaria confronta la oligopolización de los granos básicos por parte de las multinacionales comercializadoras, y por parte de las instituciones internacionales que orientan la agricultura en el mundo.

Cuatro multinacionales  (Dreyfus de Francia, Cargill y Bunge de USA y Mitsui/Cook de Japón)  controla el mercado mundial de granos.  El sistema del Consultive Group for International Agricultural Research controla los veinte cultivos más comerciales del mundo, bajo la orientación del Banco Mundial:  el CIAT es su representante en Colombia.  El grado de soberanía alimentaria se puede medir, de una parte, por la importación de alimentos al país  (ocho millones de toneladas anuales)  y por la cantidad de ayuda alimentaria que se reciba de las dos grandes fuentes mundiales:  El Programa Mundial de Alimentos y la Ayuda de USA.

4. El acceso a alimentos sanos es otro derecho. Frente a la crisis social, económica y en especial ecológica de la agricultura de revolución verde se plantea una veintena de escuelas agrícolas alternativas que propenden por hacer realidad el lema de salud con base en alimento sano: son las escuelas llamada ecológica, natural, biológica, orgánica, regenerativa, etc..

El abasto de alimentos sanos al alcance de todos debe plantearse como una política prioritaria en defensa del consumidor y en apoyo de los productores (especialmente los de la vía campesina). En la reforma agraria alemana de 1903, la producción de alimentos de calidad sana se respaldó con tiendas especiales que se llamaron tiendas de reforma aun existentes..

El acceso a alimentos sanos para todos implica una política oposición nacional, tanto de los consumidores como de las autoridades frente a la biotecnología de los transgénicos, la nanotecnología, la genómica y la agricultura de precisión.

5. La globalización se proyecta hacia los conceptos de soberanía y de seguridad alimentaria en la sobreexplotación de los recursos naturales y en el dominio de la agricultura por las empresas productoras de semillas y de insumos, aspecto fundamental en la agricultura de revolución verde y de nueva revolución verde. Este poder se ha concentrado en un puñado de transnacionales: cuatro de ellas controlan el 84% del comercio de los granos básicos y cinco el 70% de los pesticidas y el 100% de los transgénicos.

Este poder de élite solo puede ser neutralizado por el poder popular a nivel mundial, basado en mil quinientos millones de agricultores, particularmente en los terrenos de la biodiversidad y de la producción de propias semillas naturales.

Son necesarios un movimiento y una política campesinistas al estilo Vía Campesina, Movimiento Chikpo hindú, movimiento Sem Terra, Coordination Paysanne Europeenne y similares. Es preciso desarrollar un sistema de privilegios a quien conserva formas de vida, a quien reviva y proteja manantiales, a quien reconstruya tierras agotadas, a quien perpetúe producciones artesanales, a quien desarrolle industrias familiares rurales, a quien mantenga sistemas de producción biodiversos, a quien trabaje con semillas primarias, a quien desenvuelva recursos locales promisorios, a quien produzca alimento sano como base de salud, a quien cree modelos de producción basados en opciones de vida y de diversidad, a quien decida regresar al campo, a quien estime la vida por encima del dinero, el mercado, el tecnicismo, el cientificismo y la biopiratería, a quien confronte los derechos de propiedad intelectual y el patentamiento de formas de vida, a quien practique el conocimiento popular y proteja la propiedad colectiva, a quien evite el uso de organismos modificados por ingeniería genética, a quien rechace los negocios transnacionales de participación, a quien trabaje por los derechos del agricultor y de las comunidades, a quien apueste por la vida...
 
 
 
 
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