POR UN ORDEN DEMOCRÁTICO INTERNACIONAL. SEGURIDAD CON PAZ DIGNA PARA TODOS


La muerte violenta de miles de personas ha conmovido a la humanidad sin distingos de religiones, culturas, credos políticos y pertenencias nacionales. Lo ocurrido en Washington y New York el 11 de septiembre, es un acto terrorista de dimensiones insospechadas que pone en peligro la precaria paz internacional. Estamos al lado de las víctimas y el pueblo norteamericano duramente golpeado por estos hechos. Expresamos por sobre todo nuestra consideración con la vida humana atacada, con estos actos suicidas y negativos. Condenamos estos hechos de terror.

No son sucesos aislados y fortuitos en la escena mundial contemporánea. Se  suman a las víctimas del pueblo palestino que son miles de masacrados por el Estado sionista de Israel,  apoyados por el gobierno de los Estados Unidos y a los judíos víctimas del terrorismo desesperado. Se suman a igualmente, los muertos de los bombardeos en Irak, Sudán, Afganistán y otros lugares del planeta por parte del imperio norteamericano y la OTAN.

En Colombia también padecemos el terror: masacres, secuestros, asesinatos políticos, éxodos de poblaciones enteras, prisioneros sociales y políticos y el desarrollo de una guerra que dura ya varias décadas.

El Presidente de los Estados Unidos George W. Bush ha declarado: “La libertad ha sido atacada esta mañana por un cobarde sin cara”. “Más que actos de terrorismo, fueron actos de guerra”. “No se equivoquen, Estados Unidos cazará, encontrará y castigará a los responsables de estas acciones cobardes”. “No distinguiremos entre quienes hicieron el acto terrorista y quienes lo protegen”. “Estamos ante la primera guerra del siglo XXI”. “Llevaré el mundo hacia la victoria y (para hacerlo) cuento con respaldo universal”, “o están con nosotros o están con los terrorista”.

Estas declaraciones son irresponsables, amenazantes y se suman a la concentración de poderes de la presidencia imperial, votados por el Congreso de los Estados Unidos. Manifiestan un interés indiscriminado, una intención de venganza, castigo, odio, humillación y masacre contra pueblos y países enteros, incluyendo gobiernos, en nombre de la Justicia Infinita. Es un relanzamiento del neointervencionismo de los Estados Unidos en el Medio Oriente y Asia, asumiendo el terrorismo imperial, como la doctrina para actuar, no sólo contra el terrorismo de grupos, sino en procura del sueño imperial: lograr por la vía de la guerra y del terror la pax americana, como expresión de dominio del capitalismo-mundo que no es sólo globalizado, sino jerarquizado y profundamente injusto.

Son válidas y compartimos las declaraciones de Yasser Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina: “Los ataques terroristas contra Nueva York y Washington son totalmente inaceptables e increíbles”  y las del Presidente de Cuba, Fidel Castro: “Por razones históricas y principios éticos, el gobierno de la isla rechaza y condena con toda energía los ataques”.

II

Estos sucesos agravan la recesión económica internacional, especialmente de América Latina y Colombia: cierre de los mercados, inestabilidad financiera, crisis del mercado de acciones y de las bolsas. Una gran incertidumbre recorre la economía del mundo.

Los Estados Unidos agudizan su caída hacia la recesión: se quiebran varias aerolíneas, las compañías de seguros,  de seguridad, el turismo y los hoteles. Está afectado el comercio. Hay movilidad de capitales  hacia Europa y otros países. Una gran inestabilidad y volatilidad recorre los mercados. El NAFTA que regula el comercio con Canadá y México es el primer gran afectado por las restricciones de distinto orden. Se están produciendo despidos masivos de trabajadores en distintos sectores de la economía.

Las decisiones del Estado norteamericano van hacia un fuerte intervencionismo económico. Se han aprobado multimillonarios recursos para la reconstrucción y las indemnizaciones. Las emisiones monetarias están al orden del día. Ello va en la línea de buscar la recuperación económica, lo cual se combina con el mantenimiento y fortalecimiento en las inversiones de la economía de guerra, del complejo militar –industrial- tecnológico, sobre el cual descansa una importante y decisiva porción de la economía norteamericana.

En la solución de esta crisis los costos serán pagados por el pueblo norteamericano, los de América Latina y el Tercer Mundo.

III

Estamos obligados a sacar las lecciones necesarias:

La primera, es la gravedad de las acciones terroristas a nombre de los oprimidos y explotados. Es verdad que han golpeado el corazón del imperio y sus símbolos, pero  esto es transitorio. En cambio el costo humano es inmenso. Estos actos contra el imperio constituyen una provocación a favor del intervencionismo y de la guerra por parte de los Estados Unidos,  sus aliados de la OTAN y de algunos países árabes y asiáticos.

Tiene razón el profesor Noam Chomsky: “Resumiendo, este crimen es todo un regalo para la derecha más rancia, aquélla que espera emplear la fuerza para controlar sus dominios; y ello incluso más allá del habitual estilo norteamericano y lo que provocará –posiblemente más ataques como éste, si no peores. Las previsiones futuras son incluso más ominosas que las previas a estas últimas atrocidades”.

La alternativa al capitalismo injusto y violento, debe ser obra de las amplias masas populares, en lucha, movilización y autoorganización, con planes alternativos en la perspectiva de una sociedad postcapitalista, de tipo emancipatorio.

De hecho asistimos a una variación dramática de la situación internacional a favor de las guerras de intervención con la sombrilla jurídica, diplomática y política de lucha contra el terrorismo. Se combate el terrorismo con el terror imperial y se tiene patente de Corso. Las consecuencias que se vendrán son sencillamente devastadoras.

La segunda, es que los Estados Unidos son responsables al haber generado una política de dominación y control internacional que ha incoado el terrorismo y la guerra como alternativa desesperada muchas veces a esa opresión. Estamos ante la demostración contundente de que el más grande poder militar tecnológico internacional, no pudo escapar a los efectos terribles de un terrorismo suicida, pero sin armas nucleares.

El atentado al Pentágono, sede del estado mayor y epicentro de las actividades militares del imperio, demuestra este aserto. Tal atentado constituyó un acto de guerra en el contexto del ataque simultáneo a las torres gemelas en Nueva York.

En el caso actual, el principal sospechoso para los Estados Unidos es el árabe, Osama Bin Laden y su organización. Tal personaje es una creación de la CIA y la política exterior norteamericana.  Fue entrenado, financiado y asesorado para realizar operaciones terroristas contra movimientos nacionalistas árabes y la antigua Unión Soviética. Osama Bin Laden y el gobierno fundamentalista talibán, han desarrollado un régimen militarista en Afganistán, profundamente despótico que controla y organiza rutas y negocios del tráfico de heroína y opio. No es novedad saber que este gobierno talibán fue instaurado con apoyo de todo tipo de los Estados Unidos.

No obstante, hay que exigir total claridad, debidamente documentada sobre los autores del atentado, señalando la responsabilidad de los corruptos servicios de inteligencia del imperio. Todo proceso judicial debe adelantarse observando las garantías procesales. No hay que olvidar que al interior de los Estados Unidos existen varias sectas y grupos terroristas. Recordemos el atentado realizado en Oklahoma por una secta yankee el 19 de abril de 1995 con un saldo de 165 muertos. Es evidente que se mantiene el peligro de nuevas acciones terroristas,  incluso más fuertes.

No apoyamos ninguna dirección del presidente de los Estados Unidos contra el terrorismo, porque agencia intereses de gran potencia en lo económico, diplomático y militar. Además, el presidente George W. Bush ha dado claras muestras de ineptitud para el manejo de la política internacional.

IV

Las consecuencias sobre Colombia y América Latina son graves. Sería ingenuo y miope no ver que el neointervencionismo se reforzará en la región. De hecho a las FARC y al ELN se los señala en la lista del gobierno de Estados Unidos como terroristas y recientemente lo han hecho con las A.U.C.

En nuestro país, se desarrolla una guerra y unas violencias que a pesar de ser ya graves, pueden ampliarse de una manera aún más costosa y destructiva. Además la punta de lanza del neointervencionismo norteamericano es la lucha contra el narcotráfico y de manera encubierta contra la subversión guerrillera, enfatizada con el Plan Colombia y la llamada iniciativa andina.  La guerra contra las drogas no será desmontada ni disminuida, sino asumida con la ampliación de la guerra contra las guerrillas. Este es el horizonte más inmediato.

Igualmente, la decisión del gobierno bipartidista del presidente Pastrana de apoyo incondicional a las iniciativas del gobierno de Bush compromete la suerte misma del proceso de paz.

Por ello la respuesta obligada es marchar hacia la solución política negociada a la guerra colombiana.

V

Entramos en una situación mundial altamente delicada y complicada, donde campea el miedo, la confusión, la desesperanza, junto con sentimientos de venganza, odio y resentimientos profundos. El racismo y la instigación contra árabes y musulmanes principalmente, se ha agudizado en forma extrema. Amplios sectores de la opinión norteamericana piden mano dura, incluso indiscriminada.

Pero hay igualmente en curso un debate en distintos medios de comunicación, instituciones, partidos políticos y de opinión pública que buscan razones de fondo y alternativas sobre la crisis mundial. Y están dispuestas a actuar decididamente en el camino de la paz digna  y la seguridad democrática para todos a escala internacional. Hay un renacer del valor de la solidaridad. Una democratización genuina del orden internacional injusto, comenzando por las Naciones Unidas y la OEA, están al orden del día de manera urgente. Al igual que el impulso al derecho internacional por la paz, la soberanía de los pueblos y los derechos humanos reales.

Debemos movilizarnos ya contra la agresión al pueblo de Afganistán. De manera urgente las demandas palestinas, por una Palestina libre y democrática, deben ser resueltas favorablemente. Es el principio mínimo a la solución del grave conflicto en el Oriente Medio. Una agenda urgente debe ser desarrollada por la paz digna en Irlanda, Colombia, África Central y otros lugares del mundo en conflicto violento.

Llamamos a todos los partidos, organizaciones sociales y personas, especialmente al FRENTE SOCIAL Y POLÍTICO a asumir un plan de lucha y movilización. Lo que está en juego es la suerte misma de la humanidad.

¡Pueblos de América Latina y del mundo Unámonos!
 
 

UNIDAD DEMOCRÁTICA


LUIS CARLOS AVELLANEDA
                Presidente

JORGE GANTIVA SILVA
       Secretario General
 

Bogotá, 18 de septiembre de 2001

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Por la Paz, la Democracia y el Socialismo