EL MUNDO / Martes, 23 de Octubre de 2001 / Número 98
 
Bioterrorismo / Bayer y Acambis son las grandes beneficiadas por el miedo a un ataque biológico a gran escala. Las únicas compañías con permiso en EEUU para producir los remedios contra el carbunco y la viruela han incrementado su producción en un 25% y un 80%, respectivamente.

El ántrax da un respiro a Bayer
Las pérdidas de la farmacéutica por la retirada de su anticolesterol se aliviarán con el Ciprobay

ELENA HITA

Al mal tiempo, buena cara. Mientras la histeria colectiva se apodera de los estadounidenses por el ántrax, la farmacéutica alemana Bayer se frota las manos. Las ventas de su antibiótico Ciprobay –el único tratamiento oral autorizado por EEUU– contra la mortal bacteria suben como la espuma. La Bolsa ha reaccionado bien, con un alza del 23%. Esto le servirá a la compañía de balón de oxígeno tras la retirada del mercado del Baycol/Lipobay. Este antibiótico está supuestamente vinculado al fallecimiento de más de medio centenar de personas y le va a provocar este año unas pérdidas de 600 millones de euros (100.000 millones de pesetas).

“Hemos notado que en EEUU hay un aumento de acopio del Ciprobay. Pero aún es pronto para cuantificar el incremento de los ingresos por la demanda del medicamento”, reconocen fuentes de Bayer. Según la consultora NCDHealth, las prescripciones de este medicamento solicitadas en dicho país aumentaron un 27% durante la última semana de septiembre. Aunque en el mercado hay otros compuestos, como la penicilina o la doxyclicina, que se recetan para esta infección, no resisten con tanta eficacia a todas las cepas del carbunco.

El año pasado, las ventas del antibiótico, también prescrito para afecciones urinarias y pulmonares, alcanzaron cerca de 2.000 millones de euros (332.000 millones de pesetas). Pero no fue hasta ese verano cuando la Administración Federal de Fármacos y Alimentación de EEUU (FDA) autorizó su uso para combatir el ántrax.

Ante el aumento de casos de carbunco y la amenaza de que el país se encuentre ante un ataque bioterrorista a gran escala, el Gobierno norteamericano quiere prevenir antes que curar. El deseo de George Bush es garantizar el tratamiento de 12 millones de personas durante 60 días –el tiempo máximo de incubación de la enfermedad–. En la actualidad, sólo hay reservas para dos millones de ciudadanos. El Ejecutivo va a destinar una nueva inyección de dinero para hacer acopio de medicamentos. En total serán poco más de 1.700 millones de euros (casi 300.000 millones de pesetas), de los que un 39% se destinarán para la compra de más Ciprobay y un 33% para vacunas contra la viruela, otras de las bacterias usadas como arma biológica. Pero muchos temen que las previsiones del alcance de las infecciones se queden cortas. Según el Instituto Nacional de Salud de EEUU, una distribución masiva del fármaco llevaría diez años.

En busca de genéricos

Bayer se ha visto obligada a aumentar su producción de Ciprobay en un 25%. En los próximos tres meses su fábrica se pondrá a trabajar al rojo vivo para elevar su stock hasta los 200 millones de pastillas, para cubrir la dosis diaria de 1,7 millones de estadounidenses. Pero..., ¿serán suficientes?

El partido demócrata de EEUU ha solicitado al Gobierno que el país se abastezca de fármacos genéricos fabricados, con un coste más barato, en laboratorios norteamericanos, indios o israelíes. Aunque el secretario de Estado de Salud, Tommy Thompson, es consciente de que no tiene el poder legal para acceder a esta petición, estudiará la propuesta. El ahorro sería importante. El tratamiento recomendado es de dos píldoras de 500 miligramos durante 60 días, lo que supone en torno a los 500 euros (83.200 pesetas) si es Ciprobay; mientras que un genérico producido en India cuesta 22 euros (3.700 pesetas). Esto abriría las puertas a la fabricación de copias de medicamentos de otras epidemias por parte de terceros países, algo a lo que no están dispuestas las multinacionales del sector, como ya dejaron claro este año cuando se opusieron a la venta de genéricos contra el Sida en Brasil y Africa, desarrollados en países subdesarrollados.

Como la patente del Ciprobay expira en 2003 –en algunos países ya ha caducado–, varias compañías llevan ya tiempo investigando en nuevos fármacos y vacunas contra el ántrax. Precisamente, los títulos en Bolsa de esas farmacéuticas viven estos días fuertes alzas. Desde que se conoció el primer caso de infección de ántrax a finales de septiembre, las acciones de Corixa han subido un 50% y las de Nanogen un 48%. La alemana Avant Immunotherapeutics se ha dado prisa en aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid y recientemente ha anunciado la concesión de una licencia a DVC Group, farmacéutica especializada en el desarrollo de vacunas y medicamentos para el tratamiento de enfermedades producidas por agentes bacteriológicos.

El laboratorio estadounidense BioPort, arropado bajo el paraguas de la Armada norteamericana, es el único autorizado para producir una vacuna contra el carbunco. Sin embargo, en 1998 la compañía tuvo que paralizar su producción. La FDA dejó sin efecto su licencia tras detectar riesgos en la seguridad de sus instalaciones. BioPort trata estos días, por todos los medios, de que se le vuelva a abrir la veda. Todavía quedan reservas, aunque su uso es para personal militar y veterinario.

Las compañías van a aprovechar el tirón de las vacunas para subirse a un tren que este año generará casi 8.000 millones de euros (cerca de 1,30 billones de pesetas) y que en 2010 será de unos 18.000 millones de euros (casi tres billones de pesetas), según la consultora Frost & Sullivan.

Fabricantes de sistemas de detección de agentes biológicos como Cepheid, Orasure, American Acess Tecnologies o Biotrace también van a hacer su particular agosto con el bioterrorismo. Incluso las hay avispadas que han salido a la palestra en busca de un socio. La Alemana Febit asegura que tiene un chip con el que se puede realizar un diagnóstico rápido del ántrax, eso sí, necesita un aliado que le aporte dinero y conocimientos sobre el carbunco.

Los expertos en Bolsa piden cautela. Aún se desconoce cuál será la demanda real y si continuará en el tiempo. Con la misma rapidez que han engordado en el parqué, pueden desinflarse.

La sombra de la viruela

La peste bubónica, el virus del Ébola, la toxina botulínica y la viruela son otras de las mortales bacterias.

En ciernes se está extendiendo el miedo a una nueva plaga. Las autoridades americanas temen que con el ántrax llegue la viruela. La enfermedad está erradicada desde 1977 y las vacunaciones globales terminaron en la década de los 80. Pero precisamente por estar muerta, se convierte en una poderosa arma bioterrorista.

Hace un año, el Gobierno estadounidense adjudicó a la biotecnológica británica Acambis un contrato para el desarrollo de una nueva vacuna contra la viruela, como parte de las medidas para combatir la amenaza del bioterrorismo. Por entonces, el stock de EEUU contra esta enfermedad tan sólo alcanzaba para inmunizar a unos siete millones de personas. El contrato exigía que Acambis mantuviera unas reservas de 40 millones de dosis para un periodo de 20 años, lo que supone unos ingresos totales para la biotecnológica de 381 millones de euros (63.416 millones de pesetas). En principio, las entregas comenzarían en 2004, pero ahora será en 2002, para lo que la empresa ha aumentado su producción en un 80%. Los inversores no han perdido tiempo para comprar acciones de esta pequeña biotecnológica aliada con Baxter. Los títulos se han revalorizado un 51%.