PLAN NACIONAL DE DESARROLLO BASES 1998 - 2002

"CAMBIO PARA CONSTRUIR LA PAZ"

 

DESARROLLO Y PAZ: INSTRUMENTOS Y PRIORIDADES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

SECTOR AGROPECUARIO


Presidencia de la República

Departamento Nacional de Planeación

Noviembre de 1998

 

 

El sector agropecuario jugará un papel prioritario en el Cambio para construir la paz, que surge de la profunda convicción de que el abandono que ha sufrido el campo durante décadas por parte de la sociedad colombiana y del Estado es una de las causas que hoy tienen a Colombia dividida entre el país urbano y el país rural, y entre el país moderno y el país atrasado.

 

Para modificar este escenario se necesita que el Estado genere las condiciones para que la sociedad se vuelque sobre el campo para invertir en proyectos productivos, generar riqueza y empleo, y demostrarle a los violentos que así se construye una nueva Colombia, explotando las ventajas competitivas con tecnologías adecuadas, utilizando la mano de obra nacional y respetando el principio de sostenibilidad de los recursos productivos.

 

Ello demanda el diseño de instrumentos claros y transparentes y de apoyo a las iniciativas empresariales y campesinas que busquen generar riqueza y bienestar. Se trata de otorgar subsidios o exenciones a quienes inviertan en el campo y generen empleo.

 

 

A. DIAGNÓSTICO: ESTANCAMIENTO RELATIVO Y RECOMPOSICIÓN

 

Durante la última década, el sector agropecuario muestra una tendencia paulatina hacia el estancamiento. De una tasa promedio de crecimiento del 4.2% en el período 1986‑1989, en la presente década tan sólo ha crecido al 2%, con tasas negativas de -1.2% y -0.4% en 1996 y 1997 respectivamente. Cálculos preliminares para 1998 advierten que el crecimiento del sector no superará el 1%. Si bien es natural en el proceso de desarrollo que la participación del sector agropecuario vaya perdiendo peso en el producto total, más por el gran dinamismo de otros sectores, la marcada caída que se observa de la participación del sector en el producto total a partir de 1991 confirma el relativo estancamiento del agro (Gráfico).

 

Al descomponer la producción del sector en cultivos transitorios, permanentes, café y la actividad pecuaria se encuentra que la dinámica del crecimiento ha sido muy disímil entre los diferentes subsectores. Por una parte, los cultivos transitorios pasaron de tasas positivas de crecimiento, 4.8% en promedio en el período 1986‑1989, a tasas negativas de -2.3% en el período 1990‑1997; en su interior, los cereales y las oleaginosas tuvieron caídas del -2.6% y -4.5% respectivamente en el último período. Por el contrario, otros transitorios como la papa y las hortalizas mantuvieron una tasa positiva de crecimiento.

 

Los cultivos permanentes, pese a que tuvieron una disminución en la dinámica de crecimiento, mantuvieron tasas importantes durante la presente década. De 4.5% entre 1986‑1989, pasaron a 4.3% entre 1990‑1997. El café que continúa como el principal producto del sector, también presentó variaciones sustanciales en periodos cortos, aunque mantuvo un pequeño crecimiento en los dos periodos analizados, al pasar de 0.2% a 0.7%. El subsector pecuario, por su parte, mantuvo en la presente década su dinámica de crecimiento con una tasa promedio de 3.6%.

 

Esta dinámica diferenciada de crecimiento ha generado una nueva composición de la producción del sector, en la cual los cultivos transitorios pasaron de representar el 24.3% en 1985 a tan sólo 17.5% en 1997. Los cultivos permanentes aumentaron su participación de 28.4% en 1985 a 34.3% en 1997. De otra parte, el café perdió participación al pasar de 12.1% en 1985 a 8.4% en 1997 mientras que el subsector pecuario pasó de representar el 35.1% en 1985 a 39.8% en 1997.

 

Los fenómenos descritos desembocaron en una reducción y recomposición del área cultivada. En efecto, el área agrícola se redujo en unas 800 mil hectáreas desde comienzos de la década hasta 1997. La reducción se concentra en los cultivos transitorios (870 mil hectáreas) y en café (150 mil hectáreas), mientras que los permanentes en general presentaron un aumento de 200 mil hectáreas.

 

Analizada la información sobre contracción de áreas en cultivos transitorios y crecimiento menor en cultivos permanentes es claro que la política agropecuaria habría debido facilitar esta transformación diseñando los instrumentos adecuados para ello, que dependen de las particularidades de los cultivos permanentes como el tardío rendimiento de la inversión y el riesgo asociado al hecho de que en muchos casos son nuevos.

 

Como contrapartida de la recomposición mencionada se observó en el período un aumento general de la productividad por hectárea de la agricultura y de los distintos tipos de cultivos.

 

Al interior del subsector pecuario, también ha habido una recomposición en la presente década. En efecto, el sector avícola y el sector lechero mostraron un crecimiento importante. De una participación del 27% y 20% respectivamente dentro del sector pecuario en 1985, pasaron a representar el 36% y 24% en 1996. Este aumento de participación fue en detrimento de la participación de la carne.

 

1. Composición regional

 

Una dimensión importante de las transformaciones observadas en la última década en el sector agropecuario es la recomposición regional de la producción y uso de la tierra. El balance, comparando la situación de hectáreas cultivadas entre 1990 y 1997, muestra una contracción global de -827.2 mil hectáreas, siendo las regiones Caribe, occidental y centro‑oriente las de las mayores reducciones.

 

El fenómeno anterior está explicado, en todos los casos, por una caída importante de los cultivos transitorios, la cual fue neutralizada parcialmente por un incremento en las áreas sembradas en cultivos permanentes. En efecto, la contracción del área en cultivos transitorios fue del orden de -879.1 mil hectáreas, mientras que hubo incremento en permanentes del orden de 204.1 mil hectáreas.

 

Desde el punto de vista regional, si se tiene en cuenta la reducción absoluta de área cultivada es claro que la preocupación por reactivar la producción agropecuaria tiene que concentrarse en las regiones Caribe, occidental y centro‑oriente, en orden de importancia.

 

2. Empleo

 

Para el período 1988‑1995, el empleo creció 1.5% por año en promedio. Quizá la transformación más importante, a la par con esta tendencia, ha sido la recomposición sectorial del empleo. De 61% del total nacional que era generado en 1988 en el sector agropecuario, se ha pasado a menos del 55% en los últimos años. Esta recomposición se ha dado hacia un mayor empleo en servicios tales como comercio, transporte y servicios financieros.

 

3. Comercio exterior

 

Pese al panorama descrito anteriormente, en el frente externo la evolución de las exportaciones de origen agrícola y agroindustrial tuvieron un desempeño satisfactorio. En efecto, entre 1990 y 1997 crecieron a una tasa anual promedio de 10.7%, pasando de US$ 2.503.9 millones a US$ 4.387.2 millones, con lo cual aumentaron su participación en el valor total de las exportaciones en dicho período de 37.2% a 38%.

 

Por su parte, las importaciones de productos de origen agropecuario y agroindustrial, tuvieron un incremento mucho mayor al de las exportaciones, creciendo en el mismo período a una tasa promedio del 50.1% por año que las llevó a aumentar de US$ 433.6 millones en 1990 a US$ 1.955.2 millones en 1997. De esta manera, aumentaron su participación en el total de las importaciones de 8.3% a 13.8%.

 

El balance comercial agropecuario y agroindustrial, aún con el mayor dinamismo observado en las importaciones, se mantiene superavitario. En efecto, de un superávit de US$ 2.070 millones en 1990 se pasó a US$ 2.432 en 1997.

 

Se infiere de las cifras anteriores que las mayores importaciones de bienes agropecuarios desplazaron parcialmente la producción de cultivos transitorios y contribuyeron a satisfacer el crecimiento de la demanda doméstica (avicultura, por ejemplo) y de las exportaciones de bienes del sector agroindustrial (galletería, por ejemplo).

 

 

 

4. Instituciones: recursos gastados ineficientemente

 

El gasto público de inversión en el sector agropecuario durante la presente década tuvo un comportamiento creciente hasta 1996, momento a partir del cual se contrajo hasta llegar en 1998 a un nivel comparable al de 1991, el más bajo de la década. Como porcentaje del gasto público del gobierno central, el gasto destinado al sector llegó a representar a comienzos de la década del noventa algo más del 6%, cifra que se redujo paulatinamente hasta alcanzar el 2% en 1997.

 

Al desagregar este gasto entre funcionamiento e inversión, se observa a lo largo de la década que los gastos de funcionamiento han permanecido estables alrededor de 120 mil millones de pesos (pesos de 1998), mientras que variaciones principales se han presentado en los gastos de inversión.

 

En el Incora, se observa que el gasto de funcionamiento ha representado históricamente más del 50% del monto destinado a programas de reforma agraria. A mediados de 1998, este instituto contaba con 1.470 funcionarios, lo que se ha reflejado en un alto costo de la inversión por familia beneficiada.

 

El Inat, por su parte, es una entidad costosa en relación con los programas que ejecuta. Cuenta con cerca de 840 funcionarios, de los cuales aproximadamente el 40% están ubicados en Bogotá y el resto en las veinte regionales. En el cuatrienio anterior tan sólo se adecuaron 23.500 ha. En el Inpa, el gasto de funcionamiento llega a ser superior al monto destinado a la inversión.

 

El análisis de la información disponible permite concluir que las entidades del sector se encuentran demasiado centralizadas en su operación y que han tenido muchos programas dispersos para apoyar al sector rural.

 

En síntesis, el sector muestra los siguientes problemas: (i) centralismo excesivo; (ii) personal excesivo; (iii) demasiados objetivos de política, que impiden la focalización y la eficiencia del gasto. Estos elementos cuestionan la efectividad de las instituciones del Estado para atender las necesidades del sector agropecuario y facilitar su crecimiento y transformación hacia una agricultura más competitiva en un contexto globalizado.

 

 

B. POLÍTICAS

 

La actual administración tiene la plena convicción de que la nación colombiana necesita encontrar los caminos de entendimiento y reconciliación entre sus ciudadanos para que en un ambiente de paz y justicia social, se transite por una senda de progreso de manera sostenida. El sector agropecuario, como escenario principal de los conflictos armados, resulta fundamental para alcanzar dichos objetivos, dado que en la medida en que se resuelvan las grandes contradicciones y diferencias que allí se presentan, se estará avanzando de manera decidida en el logro de la paz.

 

En el ámbito productivo, se buscará la generación de nuevos proyectos y modelos en cadenas integradas de gran impacto regional, que jalonen la inversión y permitan la reconversión y mo­dernización de la producción agropecuaria, elevando de manera significativa la competitividad, el volumen de la producción y las exportaciones con impactos positivos sobre la generación de empleo y riqueza en el contexto rural.

 

El objetivo general del Cambio para construir la paz para el sector agropecuario es integrar al sector rural mediante una política que busca proveer condiciones para un desarrollo competitivo, equitativo y sostenible del campo, en su diversidad y complejidad.

 

Para el logro de este objetivo se parte de las siguientes premisas:

 

-          Se propugnará por la definición de un entorno macroeconómico favorable para el desarrollo del sector agropecuario.

 

-          Se buscará generar condiciones de paz y de seguridad que permitan adelantar una política de reconstrucción de la sociedad rural.

 

-          Las políticas del sector estarán de acuerdo con los lineamientos de la Organización Mundial del Comercio, los convenios internacionales suscritos por el país y las tendencias generales del mercado mundial agropecuario.

 

-          El liderazgo y la definición de las actividades de inversión residen en el sector privado.

 

-          El gobierno actuará como impulsor y facilitador de los procesos sociales y económicos.

 

Los componentes de la política agropecuaria serán:

 

-          Cadenas productivas

-          Desarrollo rural

-          Cambio institucional

 

1. Cadenas productivas

 

Dadas las restricciones presupuestales con que cuenta el país y el cúmulo de necesidades que demandan atención por parte del Estado y a las cuales ha de responderse con los limitados recursos del presupuesto, las políticas, planes y programas para las cadenas productivas del sector agropecuario estarán regidos por el criterio de optimización, transparencia y justicia en una concepción para la cual esta última implica imparcialidad respecto a los intereses de los actores sociales que intervienen en las distintas fases de la cadena productiva procurando la cooperación entre ellos y el bien común.

 

Por tanto, los recursos públicos destinados al impulso de las cadenas productivas se destinarán a campos y actividades que garanticen la más amplia cobertura de efectos y el mayor impacto de desarrollo sobre la competitividad de toda la cadena. Para el caso que nos ocupa, esos campos de acción son las políticas de incentivos a la inversión y capitalización en el sector, las políticas de fomento al desarrollo tecnológico, las políticas comerciales agropecuarias y las de coordinación de los agentes componentes de las cadenas productivas.

 

En la definición y concreción de las políticas aquí señaladas, el gobierno para buscar la eficiencia y pertinencia de las mismas, contará con la cooperación social de los sectores productivos nacional, regional y local, para hacer de la orientación de las políticas un trabajo de concertación permanente entre los sectores público y privado.

 

a.      Inversión rural. Se promoverán los mecanismos existentes y se diseñarán otros nuevos con el fin de atraer inversión al sector, subsidiando de manera adecuada nueva inversión en tecnología, en bienes de capital, en desarrollo de infraestructura y en aprovechamiento de economías de escala. En este esquema se privilegiará la inversión que incorpore alianzas productivas entre grandes y pequeños productores.

 

Dentro de esta estrategia se incrementarán los recursos destinados al Incentivo a la Capitalización Rural, ICR, al Certificado de Incentivo Forestal, CIF y al seguro agropecuario. Se promoverá la creación de formas innovadoras de inversión tales como un fondo que compense el riesgo inherente a la inversión en proyectos productivos novedosos, y de proyectos localizados en ambientes donde existen externalidades causadas por la inseguridad y un fondo de inversión para desarrollar el mercado de capitales en el campo, con el criterio de que los pequeños productores puedan acceder a este tipo de instrumentos.

 

A través del CIF se promoverá la conformación de núcleos forestales que consoliden una base de nuevas plantaciones productivas, para la promoción de una actividad prioritaria y estratégica que tiene claras oportunidades hacia la exportación, contribuyendo a la generación de empleo y la capitalización rural.

 

Se dotará a la Corporación Colombia Internacional, CCI, de recursos para que se convierta en una verdadera incubadora de proyectos productivos sobre la base de una labor de investigación e inteligencia de mercados y de promoción de proyectos con potencial exportador.

 

Dentro del sistema nacional de crédito agropecuario se promoverán líneas de crédito que se adapten a los flujos de recursos de los proyectos productivos con potencial competitivo pero de tardío rendimiento. Por otra parte, el gobierno nacional replanteará el financiamiento rural y evaluará la gestión de la Caja Agraria para garantizar el cubrimiento efectivo y eficiente de las necesidades de crédito para los pequeños productores y para las comunidades rurales en su proceso de desarrollo.

 

Para dinamizar el proceso de adecuación de tierras, los recursos disponibles serán administrados por Finagro. El Consejo Superior de Adecuación de Tierras, Consuat, evaluará con criterios técnicos la demanda proveniente de las asociaciones de agricultores, empresarios del campo y de entidades territoriales. El esquema financiero deberá utilizar una combinación de crédito con subsidio para la realización de las obras y para la recuperación de los recursos invertidos, esquemas de concesión y cobro de tarifas por uso. Las instancias regionales de gobierno tendrán la misión de identificar y promover los proyectos pertinentes a sus necesidades de desarrollo.

 

b.      Ciencia y tecnología. La acción del Estado en los campos de la ciencia y la tecnología sectorial responderá a la siguiente concepción del accionar científico y tecnológico: el subsistema agropecuario del sistema nacional de ciencia y tecnología y sus productos surgen de un conjunto de personas, entidades y agentes relacionados directa o indirectamente mediante su quehacer científico y tecnológico al servicio del sector.

 

En consecuencia, la acción del Estado fortalecerá el funcionamiento de este sistema en los campos de generación, transferencia, asistencia técnica y adopción tecnológicas, para garantizar que sus funciones se integren de manera que las soluciones requeridas lleguen efectivamente al productor y posibiliten el proceso de cambio.

 

En desarrollo de esta estrategia, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y Colciencias seguirán actuando coordinadamente con el Consejo de Ciencia y Tecnología Agropecuaria y con los componentes del sistema en el ámbito nacional y regional. El fortalecimiento del subsistema de ciencia y tecnología agropecuaria incluirá modelos participativos de orientación, información, financiación de los proyectos de ciencia y tecnología y formación del capital humano.

 

Los recursos de inversión pública destinados a financiar la ciencia y la tecnología se orientarán mediante un mecanismo de competencia, entre otros, a través de los fondos parafiscales, Colciencias, el Sena, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, de su Programa Nacional de Transferencia de Tecnología, Pronatta, y del programa de fortalecimiento del sistema financiado con recursos del BID; y de manera indirecta a través del apoyo a Corpoica, que actúa como eje del sistema y que coordina la más amplia red de centros de investigación del sector.

 

Corpoica seguirá atendiendo principalmente los campos de la investigación básica y estratégica no apropiable por el sector privado en productos relevantes de la economía nacional y con potencial competitivo que no cuenten con entidades que asuman sus necesidades tecnológicas, como el mantenimiento y desarrollo de los bancos de germoplasma y en los campos de la ingeniería genética y de la bioseguridad. Se tomarán medidas para que Corpoica ajuste su tamaño de acuerdo con las prioridades y necesidades mencionadas y para que otras instituciones de investigación del sector agropecuario tengan acceso a su infraestructura.

 

Por otra parte, se continuará estimulando la creación de entidades privadas de investigación, que se financien con recursos parafiscales, así como la participación creciente de las univer­sidades y centros privados de investigación en la generación y transferencia de soluciones tecnológicas para el sector, dentro del marco del fortalecimiento del sistema nacional de ciencia y tecnología.

 

El ICA continuará ejecutando la política de sanidad agropecuaria procurando aumentar la eficiencia en el gasto. Algunas de las labores que realiza actualmente se delegarán a entidades privadas o universidades. En desarrollo del sistema nacional de protección agropecuaria, Sinpagro, que lidera el ICA, se dispondrá de recursos de un crédito externo contratado con el BID para este fin.

 

c.      Comercio exterior. Ésta contribuirá tanto al crecimiento de las exportaciones agropecuarias como a la sustitución de importaciones con productos que puedan competir en una economía globalizada.

 

En cooperación con el sector privado y en el marco de los acuerdos sectoriales de competitividad, se definirán escenarios claros de desmonte gradual de barreras comerciales, en correspondencia con los logros de competitividad de la producción nacional y con la evolución de los escenarios internacionales de comercio.

 

Se apoyará la investigación de mercados internacionales para productos agropecuarios y agroindustriales identificando y promoviendo oportunidades para bienes de origen agropecuario que potencialmente puedan ser producidos en el país, así como la promoción de éstos con proyectos demostrativos. Para ello se fortalecerá financieramente a la CCI, Proexport y a otras entidades públicas.

 

d.      Comercialización interna. Se modernizarán y harán eficientes los sistemas de comercialización agropecuarios, consolidando los nexos entre el inversionista urbano y el rural, para reducir la incertidumbre de los productores y mejorar su capacidad de negociación, reducir los costos de transacción en las cadenas comerciales, aumentar la competitividad del sector y generar efectos redistributivos en favor del productor al reducir intermediarios.

 

Se impulsarán y desarrollarán formas innovadoras de comercialización que enriquezcan la gama de pautas contractuales tales como las de agricultura por contrato y compra directa, las operaciones de venta con pacto de recompra, Repos, las operaciones con títulos o instrumentos financieros cuyos subyacentes sean productos agropecuarios, los contratos a futuro y las mesas de opciones, el sistema de compraventa anticipada de cosechas y la rueda de transporte, algunos de los cuales ya están siendo adoptados por la Bolsa Nacional Agropecuaria.

 

Para mejorar la eficiencia de la comercialización tanto interna como externa y ganar competitividad se continuará apoyando el desarrollo de normas técnicas, sistemas de calidad total y sistemas de información comercial que permitan a los agentes mejores condiciones para la toma de decisiones.

 

Con el propósito de contrarrestar los desequilibrios en los mercados se continuará apoyando y fortaleciendo los instrumentos de reconocimiento y pago de incentivos, subsidios y compensaciones a la comercialización, procurando que estos instrumentos no generen distorsiones en los mercados y en la asignación de recursos entre los factores productivos.

 

Para desarrollar los sistemas de información en consonancia con las necesidades de las cadenas productivas, el gobierno nacional, bajo la coordinación del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, Colciencias, la CCI y otros agentes, consolidará el montaje, la constitución y socialización del sistema nacional de información agropecuaria.

 

e.      Coordinación entre agentes de las cadenas productivas. En procura de la concertación de los sectores público y privado para asegurar la mayor eficacia en el logro de los objetivos de la política se fortalecerán las instancias de coordinación y cooperación, tales como los acuerdos sectoriales de competitividad, los foros nacionales y regionales de ciencia y tecnología agroindustrial y otros encaminados al mismo propósito.

 

2. Desarrollo rural

 

El desarrollo rural se consigue como un proceso endógeno, autosostenido y descentralizado de mejoramiento de las condiciones de vida de las sociedades rurales, con niveles crecientes de participación tanto en las decisiones como en los beneficios materiales y culturales. En consecuencia, la estrategia de desarrollo rural debe trascender la dimensión de los problemas agrícolas y pecuarios e involucrar todos los aspectos relacionados con la dinámica social por lo cual ésta compromete necesariamente una acción coordinada de los distintos niveles del Estado y la sociedad civil.

 

Las políticas deben partir de la necesidad de reconstruir el tejido social de las comunidades en lo económico, lo político y lo cultural, para que los agentes y subsectores que allí actúan participen de manera equitativa, en la solución de sus problemas y accedan a los beneficios del progreso. Estas políticas, orientadas a superar la aplicación de medidas económicas imparciales hacia el sector, implican una activa participación del Estado, el sector privado empresarial y las comunidades, con el liderazgo del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en la coordinación, asignación eficiente de recursos e impulso de los procesos de desarrollo que diversifiquen las fuentes del ingreso.

 

Los recursos públicos fomentarán nuevas actividades y procesos, que aprovechando las potencialidades y ventajas regionales, tengan efectos multiplicadores y vinculen la producción al desarrollo, de tal forma que la población en su conjunto pueda contribuir al crecimiento económico y recibir los beneficios que ofrece la internacionalización económica. Igualmente, de manera integral y de acuerdo con cada uno de los ámbitos de competencia institucional, se mejorará el acceso y la calidad a los servicios sociales.

 

a.      Núcleos de desarrollo productivo. Como estrategia para la integración de la sociedad rural se impulsarán núcleos productivos agrícolas y forestales, en los cuales se focalicen los esfuerzos de apoyo estatal al desarrollo rural. Éstos se entienden como procesos socioeconómicos generados alrededor de una actividad principal en la cual las comunidades rurales se integren con el sector empresarial en alianzas estratégicas dentro de procesos productivos exitosos ya emprendidos o con altas posibilidades de competitividad.

 

Con el desarrollo de esos núcleos, el gobierno nacional se propone contribuir a la reconstrucción del tejido social rural, aprovechar las experiencias productivas exitosas, generar protección social para la inversión, promover condiciones de acceso gradual a la propiedad y fortalecer el desarrollo de las comunidades rurales con los efectos multiplicadores del ingreso generado en forma estable.

 

Esta estrategia contará, además de los recursos del sector privado, con fondos públicos y originados en el Fondo para la Paz y en cooperación internacional.

 

b.      Reforma agraria. En la ejecución del programa de reforma agraria se propenderá por la utilización de un modelo eficiente y transparente para la negociación voluntaria y la compra de tierras, dentro de proyectos productivos concretos, realizados de manera descentralizada y con veeduría ciudadana. Se pondrán en marcha además mecanismos para que los beneficiarios de reforma agraria tengan la posibilidad de diseñar proyectos productivos en los que, dependiendo de su costo, se pueda financiar parcial o totalmente no sólo la tierra sino también activos productivos necesarios en el proyecto.

 

En regiones donde sea factible se buscará la vinculación de capital privado a través de recursos financieros o tierras para el mejoramiento del acceso al recurso por parte de trabajadores sin tierra, bajo la modalidad de un programa de alianzas productivas para la reactivación sostenible del agro que liderará el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

 

Con esta política se pretende convertir el campo en un negocio productivo para todos, impulsando proyectos de inversión descentralizados que permitan un desarrollo en el que exista una estrecha asociación entre los diferentes actores de la cadena productiva y con un alto nivel de participación de los productores en el proceso de definición de su futuro.

 

De otra parte, durante el presente cuatrienio se avanzará hacia el desarrollo integral de las zonas de reserva campesina, lo que supone un proceso de ordenamiento territorial del país, con la participación de todos los actores. Éstas podrán ser de­finidas tanto en las áreas de colonización como dentro de la frontera agrícola. Parte de las tierras para las zonas de reserva campesina provendrán de la extinción de dominio de las tierras adquiridas mediante actividades ilícitas y además se privilegiará su creación en áreas de conflicto de forma tal que se evite el desalojo posterior de los campesinos hacia regiones económica y ambientalmente insostenibles.

 

c.      Coordinación interinstitucional para el desarrollo rural. Para orientar de una manera integral los diferentes elementos del desarrollo rural, se establecerá un comité de coordinación interinstitucional de los ministerios de Salud, Educación, Desarrollo y Transportes, entre otros, liderado por el Ministerio de Agricultura y administrado a nivel de los viceministros de cada cartera. Uno de los principales criterios a tener en cuenta por este comité en la asignación de recursos será el trabajo alrededor de los núcleos productivos que se establezcan durante el cuatrienio.

 

La política de cofinanciación del desarrollo rural que tradicionalmente ha venido ejecutando el DRI será desarrollada por entidades como la Red de Solidaridad, el Plante y Findeter, dependiendo del tema de que se trate. Se procurará además que los entes territoriales y municipales asuman su responsabilidad en materia de política social. La Caja Agraria continuará con la atención de los planes de vivienda rural. A su vez, Findeter ejecutará los programas de acueductos veredales, los caminos rurales y el fortalecimiento institucional y de las organizaciones campesinas. En este traslado de funciones y recursos hay que garantizar que las entidades receptoras guarden los cupos y atiendan la demanda de estos programas, dándole prioridad similar a los demás programas que desarrollan. Se procurará que en esta transición se atienda prioritariamente la demanda surgida de los municipios pobres con baja capacidad de planeación y ejecución.

 

Dada la creciente importancia de la mujer en las comunidades rurales y el crecimiento relativo del número de mujeres cabeza de familia en el campo, las políticas de desarrollo rural tendrán entre sus criterios el de la equidad de género, el cual se materializará como componente de los proyectos.

 

El enfoque general del programa Plante, en coordinación con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, se concentrará en impulsar opciones de desarrollo productivo alternativos a los cultivos ilícitos. Bajo esta perspectiva, con recursos del presupuesto nacional, de crédito externo y cooperación técnica internacional, se desarrollarán planes regionales de desarrollo alternativo, que cuenten con apoyo comunitario y que sean un instrumento importante en el objetivo de alcanzar la paz en regiones convulsionadas por la violencia.

 

3. Cambio institucional

 

Para la adopción de las políticas del Cambio para construir la paz en el sector rural es preciso que las entidades del Estado correspondan en su naturaleza, en sus funciones, en su dimensión y en su cooperación a los objetivos aquí determinados. Para lograr esa correspondencia es necesario adecuar la actual institucionalidad pública haciendo los ajustes necesarios.

 

Los criterios que guiarán el ajuste institucional en el sector agropecuario son la pertinencia entre instituciones y políticas, el afianzamiento de los procesos de descentralización, la eficiencia en el cumplimiento de las funciones, la transparencia en el manejo de los recursos, así como en la toma de decisiones y la integralidad.

 


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