Cámara  de  Representantes

La protesta campesina de Tarazá: primero criminalizarla para luego dialogar

 

… Fotos de prensa, muestran a despavoridas mujeres, con niños en sus brazos, corriendo a los gases lacrimógenos, mas no a guerrilleros del Frente 36 de las FARC, como afirmaron en un principio.  Pero, en fin de cuentas, fueron los “escuadrones antidisturbios”, llegados de Medellín y Bogotá, los que a su manera iniciaron la “solución al conflicto”… 

Por German Enrique Reyes Forero

Representante a la Cámara por el PDA

E-mail: germanreyescamara[at]yahoo.es 

Desde mediados de enero del presente año, llueve glifosato sobre la región de Ituango, Cáceres y Tarazá, para acabar, no sólo con la coca, sino con los demás cultivos y animales domésticos. Alguna vez, un cafetero de la zona del Suroeste antioqueño advirtió que no sería lejano el día en que, en medio de los surcos de café y plátanos, se levantaran las hojas de coca. Los cocales ya no son exclusividad de la selva amazónica ni del Caquetá, Putumayo o el Sur del país, sino que se extendieron por todas las demás regiones. Igual sucedió con la marihuana, hasta que llegó a las fértiles y bien cuidadas tierras de algunos Estados norteamericanos, para que la producción y mercado cambiaran de rumbo. Legalizada allá, aquí “se debilitó el negocio”. Ahí vamos. 

La estrategia del Plan Patriota (Plan Colombia) chocó con más de cuatro mil “campesinos cocacoleros” quienes, en búsqueda angustiosa de diálogo o de solución a su problemática, salieron a la troncal que de Medellín conduce a la Costa Atlántica, concretamente a Tarazá. De inmediato, el gobernador Luis Alfredo Ramos y su Secretario de Gobierno señalaron a aquella muchedumbre famélica que el móvil no eran estómagos vacíos, sino que: la guerrilla de las Farc estaba haciendo salir a los campesinos de sus parcelas para protestar por las labores de erradicación de cultivos ilícitos que se realizan en el Bajo Cauca y el Nudo de Paramillo; se puso en alerta a la fuerza pública[1]. Pero, luego del operativo policial que facilitó la muerte de Víctor Mejía (uno de los mellizos que comandaba el negocio de la coca), el Director de la Policía anotó que, tras la movilización campesina, estaba el narcotráfico para distraer el operativo; “lo que las autoridades creen es que los ex 'paras' movieron a los cocaleros para cubrir la salida de Mejía y que pagaron millonarias sumas por ello[2], dijo otro oficial. Luego, ¿fueron las FARC o los Narcotraficantes los responsables de la movilización? 

Los campesinos aceptaron no continuar en los cultivos y procesamiento de coca, que no son sus negocios, sino meros asalariados o cultivadores, siempre y cuando se les programe la sustitución de dichos cultivos cuando los abandonen sus verdaderos dueños, se les brinde asistencia técnica, se garantice mercado para sus productos y, de una manera temporal, hasta la recolección de las cosechas, se les pague una mensualidad de $400 mil pesos. Justa propuesta. Aquí abundan los ejemplos de apoyo gubernamental a otros sectores, como el financiero (bancos) por quien nos han obligado a esculcar nuestros bolsillos. Además, que el “Plan Colombia”, en su estrategia de guerra, lo ha tenido previsto. 

La protesta se pudo prever desde que volaron las primeras avionetas de aspersión sobre los corregimientos el Guarumo, la Caucana y Santa Rita, pero fue necesaria la marcha campesina, las barricadas con palos y llantas encendidas en la vía nacional, más de 50 heridos, 3 carros incinerados, cierre de locales comerciales, la solidaridad de transportadores, comerciantes y estudiantes de Tarazá, varios arrestados y las manos en alto de la resistencia de los arrinconados campesinos (niños, mujeres en embarazo, ancianos) en una escuela y el coliseo deportivo. Fotos de prensa, muestran a despavoridas mujeres, con niños en sus brazos, corriendo a los gases lacrimógenos, mas no a guerrilleros del Frente 36 de las FARC, como afirmaron en un principio. Pero, en fin de cuentas, fueron los “escuadrones antidisturbios”, llegados de Medellín y Bogotá, los que a su manera iniciaron la “solución al conflicto”. 

El presidente Uribe anunció, al momento de escribir esta nota, reunión con los campesinos para escuchar el por qué de la protesta. Como quien dice, primero se penalizó y luego se reconoció la necesidad, en un Estado como el nuestro, de dialogar. 

A esos campesinos, parece, les faltó la táctica que a otros les sobra. Un seminario, un foro o un congreso en un lujoso hotel de Bogotá, Cartagena o Medellín, con Ministros inaugurando la sesión y el Presidente en la clausura, para pedir lo habido y por haber. Con la certeza que todo se les concede. Rebaja de impuestos de renta, subsidios, libertad de aranceles, asistencia técnica, tasas bajo de interés, alquiler de predios del estado a bajo costo, promoción y mercado. Ah, y todo el aparato de Estado de la Seguridad Democrática bajo el rótulo de la seguridad y la confianza para la inversión. Pero esos “pobres campesinos de Tarazá” no saben negociar.  


[1]http://www.elcolombiano.com.co/BancoConocimiento/V/varios_heridos_y_danos_dejan_disturbios_en_taraza/varios_heridos_y_danos_dejan_disturbios_en_taraza.asp 

[2] http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/justicia/2008-05-01/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-4135429.html