“Entiendo que el gobierno de Colombia, debido a fuertes presiones locales, ahora solo quiere hacer erradicación manual y no aérea en el Putumayo. Uno de los principales motores para canalizar tal cantidad de nuestros recursos a los militares era que, al fortalecerlos, ellos proporcionarían la protección necesaria a la Policía para que estos pudieran realizar las operaciones de erradicación aérea. Esta idea ha sido puesta en duda por las autoridades colombianas”, dice Gilman en una carta enviada ayer a Pastrana y que fue conocida por este diario. 

“A la fecha -continúa Gilman- Ni una sola hectárea ha sido erradicada de forma aérea en el Putumayo. Ya hemos entrado en el segundo año y nos hemos quedado solo en promesas”. 

Lo más grave, según Gilman, es que la Policía había logrado erradicar hasta a finales de 1999 cerca de 6.000 hectáreas en Putumayo, pero los esfuerzos fueron suspendidos abruptamente por el Gobierno Nacional. 

Gilman, en la misiva, le pide a Pastrana que responda porqué se tomó la decisión de suspender los esfuerzos de la Policía en Putumayo y si está fue consultada con el gobierno de E.U.  

El inicio de los pactos de erradicación manual de las matas de coca se consolidó el pasado sábado en la localidad de Santa Ana, en el Putumayo, cuando el Gobierno y más de 500 familias firmaron el primer convenio para eliminar estos cultivos y sustituirlos por un nuevo tipo de agricultura que garantice el sustento de los campesinos. 

El Gobierno ha sostenido que la erradicación voluntaria, combinada con la interdicción contra los traficantes de insumos químicos, es una estrategia adecuada para iniciar la lucha contra el narcotráfico en el Putumayo.  

También ha señalado que la fumigación se realizará, pero en las áreas de los denominados cultivos industriales, que no pertenecen a los pequeños cultivadores, sino a los grandes narcotraficantes.  

La erradicación manual ha sido apoyada por todos los sectores sociales del Putumayo, que han señalado que las fumigaciones realizadas en años anteriores solo contribuyeron a incrementar la pobreza y no dieron los resultados esperados. “La solución no es la fumigación. Vamos a demostrarle al mundo que la erradicación manual es más efectiva”, dijo hace una semana el gobernador del departamento, Jorge Devia. 

Con la de ayer van dos cartas enviadas por Gilman para poner en tela de juicio la efectividad del Plan Colombia y en particular su componente militar. 

El congresista, al igual que otros miembros del partido republicano que respaldaron con firmeza la aprobación del Plan Colombia, ha comenzado a tomar distancia frente la estrategia y siembra dudas sobre el apoyo que tendrá la iniciativa cuando el Congreso discuta el año entrante si aprueba más recursos o no. 

Los republicanos fueron los que más presionaron para que se aprobara el paquete de 930 millones en asistencia para Colombia.

SERGIO GÓMEZ MASERI 

Corresponsal de EL TIEMPO