La aspersión aérea es una medida ilegal e ilegítima que no se ataca al narcotráfico sino a sus victimas y debe ser prohibida

La obligación legal de prohibir las fumigaciones aéreas responde al deber del Estado de: Aplicar el Principio de Precaución y no arriesgar la salud pública y medioambiente de los colombianos por falta de certeza científica. Acogerse a la Sentencia No. C-176/94 que esboza la reserva de Colombia sobre la Convención de Viena de 1988 de no confundir coca con cocaína ni desconocer sus obligaciones con la Nación aplicando medidas de drogas que violen la Constitución Política. Honrar los protocolos, tratados y Convenciones Internacionales de DIH, DDHH y de no modificación ambiental (ENMOD) firmados por Colombia. Velar por no poner en riesgo el futuro comercial del agro colombiano. Sopesar los cuestionamientos sociales y económicos sobre la nula efectividad de esta medida y la necesidad de impedir el fortalecimiento del narcotráfico con el despojo al campesinado de sus tierras por cuenta del desplazamiento ocasionado por las fumigaciones.   

Colombia es el único país del mundo que burla abiertamente la prohibición de asperjar sustancias químicas como medida de guerra. Lo viene haciendo desde 1978 sustentando, en su lucha contra las drogas y en USA, la experimentación con un sinfín de sustancias químicas; algunas de ellas actualmente prohibidas. La aplicación de esta medida de guerra contra no combatientes viola el DIH.           Los campesinos cultivadores no son actores armados sino víctimas del conflicto y narcotráfico, que se nutre de la pobreza del campo. Como bien lo señalan los informes de las propias instancias antinarcóticos, el lote promedio de coca es de 0.67 hectáreas y la rentabilidad neta de una hectárea de coca (USD292/mes) está por debajo del sueldo mínimo colombiano.

Las aspersiones aéreas son causal de desplazamiento: Los estudios revelan que “un tipo de expulsión gota a gota se deriva de las fumigaciones, que se han convertido en una de las principales causas de desplazamiento” que, a su vez, facilita el despojo de tierra y propicia la apertura de zonas de frontera para megaproyectos. Las fumigaciones también desplazan la biodiversidad a favor de un terreno propicio a los químicos OGM.

El uso de agroquímicos es funcional al negocio del narcotráfico. Los informes de la UNODC indican que el recorte en el uso de abonos químicos y agroquímicos ha contribuido a la disminución en la productividad de los cultivos de coca. Siendo así, no se entiende que el Estado colombiano no sólo facilite la venta y libertad de precios de estos químicos que propician la expansión de los monocultivos con usos ilícitos sino que además fumigue con estos mismos químicos con la pretensión de erradicar. ¿Qué  no tendrá la fórmula para que se espere de ella lo contrario al efecto abono previsto? 

Por lo anterior y otras consideraciones de peso, el Gobierno Santos debe: Posicionarse en la historia y proyectarse hacia el futuro absteniéndose de incluir la medida de erradicación aérea en el Estatuto de Drogas 2012. Declarar una moratoria en las fumigaciones el tiempo de llevar a cabo estudios científicos rigurosos e independientes sobre los impactos epidemiológicos, ambientales, sociales y económicos sobre el mercado de drogas por cuenta de las fumigaciones. Acogerse a la propuesta de la Unión Europea de evaluar los impactos de las fumigaciones bajo la supervisión de las Naciones Unidas y la Organización Panamericana de la Salud. Poner el tema de erradicación voluntaria en las Mesas de Terminación del Conflicto como medida de apoyo de las FARC-EP y ELN en el desmantelamiento del narcotráfico. Apelar a la Responsabilidad Internacional Compartida para articular socialmente la erradicación voluntaria con fórmulas productivas, de Comercio Justo y financieramente autosostenibles en el largo plazo.

MMMoreno diciembre 2012