La Eloria noyesi, una especie nocturna, nace, vive y se alimenta de la hoja de coca [1][1]


La Eloria noyesi, una especie nocturna, nace, vive y se alimenta de la hoja de coca

Mariposas contra la cocaína

Fernando Araújo Vélez

Las leyendas de los náhuatl en México las fueron sacralizando hasta convertirlas en el alma de los guerreros que habían muerto en el campo de batalla. Entonces retornaban en forma de mariposa nocturna, con sus cantos casi imperceptibles para contar lo que sabían sobre sus enemigos. En adelante nadie más las pudo cazar, era prohibición y mal augurio al mismo tiempo. Su signo sagrado se extendió, primero por todo México, y luego hacia el sur. En Colombia jamás las asociaron con los guerreros, pero siempre fueron respetadas, en un tiempo, mediados del siglo XIX, porque para los indios de la Amazonia su manera de volar, en círculos irregulares, y su eterno canto, eran síntomas de buen dormir.

Muchos años más tarde supieron que la Eloria noyesi era la única especie de mariposas que crecía, vivía y se alimentaba en las hojas de la coca. “La gringa, gringa”, comenzaron a llamarla, irónicamente, por su adicción a la coca. “La gringa” era uno de los 45 mil tipos de mariposas nocturnas que existen en la selva, la responsable de la eliminación de los cultivos de coca adyacentes al río Igaparaná, Bolivia, a comienzos de los 80, y la protagonista de una propuesta de la Universidad Nacional en los 90 que ellos jamás llegaron a conocer, pero que no pasó de ser eso, una propuesta, pues el Gobierno de aquel entonces la desechó. “No es un tema que afecte en primera instancia los derechos de los colombianos”, fue la respuesta.

“La propuesta era la misma de ahora: cambiar los métodos de fumigación de la hoja de coca con glifosato por unos más naturales y, por lo mismo, mucho más saludables”. Alberto Gómez empezó a conocer el mundo de las mariposas 15 años atrás, cuando era director de la Fundación Renacer, y en uno de sus tantos proyectos decidió hacer un álbum de mariposas para niños. “Me enamoré del tema. Fue entonces cuando supe de la idea de la fumigación natural, surgida de la bancada en el Congreso del M-19”. La idea naufragó a finales de 1993, pero Gómez siguió insistiendo.

De Calarcá al ministerio

Las mariposas se le transformaron en una obsesión. Supo de miles de leyendas como las de los guerreros náhuatl, y le dedicó un capítulo aparte a la Eloria noyesi. “Contacté a varios entomólogos. Adelantamos muchos estudios”. Con ellos, concluyó que había aproximadamente 250 especies de plagas que podían acabar con la coca y la amapola. Su adicción a las mariposas lo llevó a fundar un mariposario en Calarcá, Quindío, de 800 metros cuadrados, donde conviven 1.500 especies. “Es un hermoso centro de observación y de estudios, como ningún otro en Colombia. Hay pocos espectáculos en el mundo tan emocionantes como ver volar un puñado de estos insectos”.

Beige, pequeña, no más grande que dos moscas juntas, nocturna y eternamente cantarina, “La gringa” volvió a ser centro de polémicas la semana pasada. Gómez (el presidente de la Red Nacional de Jardines Botánicos de Colombia) le envió su proyecto de erradicación de cultivos ilícitos a Sabas Pretelt de la Vega, ministro de Interior y Justicia, exponiendo su tesis, con un análisis detallado de los estragos que el glifosato causó en la Sierra Nevada de Santa Marta durante las últimas fumigaciones. “Lo importante es que, más allá de la efectividad de la mariposa, también somos conscientes de que hay que promover la propuesta como lo que es, un derecho fundamental de los colombianos a la salud. Lo que se ha estado haciendo hasta ahora es similar al caso del señor al que le encuentran un tumor en el cerebro y, en lugar de intervenirlo quirúrgicamente, le cortan la cabeza”.

El Gobierno aún no ha respondido. En los círculos de los entomólogos se suele escuchar que hay intereses compartidos en el tema del glifosato, un asunto económico, como en casi todo. “Lo que para la lógica es obvio, para ellos no”, dicen. Y mientras esperan, cultivan más y más mariposas, y las cuidan, casi con la misma devoción de los antiguos guerreros náhuatl.

Negocio multicolor

Colombia tiene 3.500 variedades de mariposas —de 15.000 que hay en el planeta— y el 35% corresponde a especies endémicas, es decir, originarias del país. Por su cantidad y calidad, hay una alta demanda de estos insectos en mercados como los de Europa, Estados Unidos y Japón, para comercializarlos como pupas, insectos secos y mascotas. En Oriente, por ejemplo, un coleccionista puede llegar a pagar hasta 300 dólares por una mariposa colombiana. En Europa, los alemanes e italianos son quienes más las apetecen. Sus precios oscilan entre los 100 y los 250 dólares. Por esto, en los últimos años, varias firmas nacionales se han dedicado a investigar este nuevo campo de exportación.

 

 


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[2][1] Los naturalistas sostienen que el uso de esta mariposa como arma en contra de la coca, seguramente generará desequilibrios ambientales. Por otra parte, la falta de selectividad de la Eloria noyesi frente a la coca admitida legalmente y la coca para usos ilícitos constituye el uso de esta mariposa en un atentado en contra de los derechos ancestrales de los pueblos indígenas por el riesgo que implica para su planta sagrada. 

 

 


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