María Mercedes Moreno
Una revisión de la literatura existente sobre el tema de las "drogas"
(plantas, animales y sustancias químicas tipificadas como ilícitas) revela que
hay suficiente investigación y evidencia empírica como para exigir alternativas
a la Prohibición, a la penalización del cultivo y consumo. Cada vez son
más las voces exigiendo un
cambio de rumbo. Entre muchas otras, voces de personas que han constatado por su experiencia en la aplicación,
el fracaso de las políticas y medidas de drogas. En lo que se refiere a la
política de "reducción de la oferta en la fuente", todavía no existen
estudios científicos rigurosos e independientes sobre los efectos de las
aspersiones aéreas en Colombia Este vacío es inexplicable si se consideran las
múltiples alertas y quejas sobre los daños- Treinta-y-cuatro de fumigaciones
con sustancias genotóxicas sin siquiera haber podido acabar con la coca, son
razón suficiente para que Colombia y la Comunidad Internacional se decidan
a hacer lo propio: investigaciones ajenas a drogas sobre los posibles daños
y la, si necesaria, búsqueda de alternativas de erradicación. Falta que, así como en la agenda de drogas se viene aplicando
desde 1978 la aspersión química contra el campesinado, ahora se incluya la
revisión de las medidas de erradicación dentro de la nueva agenda de drogas que
se está debatiendo.
El narcotráfico desde su
enquistamiento en las instituciones ha sabido desviar, dirigir, la atención de
la lucha estupefaciente hacia medidas contra campesinos cultivadores y
consumidores, e impedir la reglamentación de la droga. Ha sabido atacarse a los
cultivadores asegurando la pobreza de los mismos y por las armas. Estos
expendedores mayoristas de drogas (para los que, si no es por kilo, es asunto de
desechables) son quienes más estigmatizan y promueven Operaciones de Limpieza Social
contra los consumidores en dificultades. Revelando una incapacidad de
visualizar una Colombia en paz, los narcos son, al igual que algunas instancias
estupefacientes, quienes más arduamente sustentan las políticas de
guerra antidrogas pues su arraigo en esta lucha les dificulta vislumbrar,
promover, una modalidad de reconversión respetuosa de las sociedades en las que
operan. Las
FARC, por su parte, no admiten participar del negocio del narcotráfico. Es comprensible,
dados sus orígenes de oposición ideológica al negocio y la selectiva vinculación
de las “drogas” a la cruzada contrainsurgente estadounidense, que la guerrilla
se resista a autoincriminarse.
Bajo esta
óptica, la de un marco internacional de drogas frente a la que los colombianos
tenemos todo que perder, es indispensable evitar que se desvíe el proceso de paz con guerrilla
colombiana, como sí se hizo con la paz paramilitar.
Erradicación
Lo que salta a la vista es que, la viabilidad de la paz implica que las FARC asuman una posición ideológica consecuente con su postulados de origen y la apremiante realidad nacional del momento: la necesidad de liberar al campesinado de la guerra y pobreza en su contra erradicando el monocultivo de coca; con la entrega de la tierra para que el campesino la trabaje; y exigiendo que cesen las fumigaciones. Las FARC han sido consecuentes en su oposición a las fumigaciones; lo que no es lo mismo que afirmar (así como suele hacerse), que las marchas campesinas (cocaleras y no cocaleras) contra las fumigaciones son obra de las FARC y no de los daños muy reales sufridos por las familias campesinas. Sean estas marchas movilizadas o no por las FARC y/o una de las pocas expresiones populares de apoyo que ‘le’ quedan a título de las FARC o sean éstas una respetable expresión de que los campesinos no dan más con las “inocuas pulverizaciones” químicas desde los aires estilo bombardeo, lo concreto es que existe una muy real expresión popular, y científica, en contra de las fumigaciones.
El uso problemático de drogas es la excepción y no la regla
En el ámbito internacional se formulan propuesta de regulación para la marihuana, suspicacia o no, porque es algo que se puede plantear ahora que los Estados Unidos es el primero productor de cánnabis. Bueno, y también porque es la planta (mal llamada “droga”) que más se consume y gracias a la sincera labor de las organizaciones sociales estadounidenses. En sus esfuerzos contra la criminalidad en Bogotá atacándose al lucro del mercado de drogas, la Alcaldía de Petro está desarrollando alternativas prácticas para enfocar el primer problema del consumo que es el (valga la redundancia/precisión ante la confusión entre uso y abuso) el consumo problemático. La Alcaldía ha enfocado el consumo de opiáceos con el objetivo de frenar una potencial expansión y porque así se hace en otras latitudes y ajá el camino está trazado y permitido. Sin embargo, considerando que en Colombia la peor descalificación es ser bazuquero, es imposible que los colombianos no estemos al tanto de que los mayores rezagos de daños, pobreza y delincuencia relacionados con la droga en nuestro país son repercusiones del bazuko (paco, o el pariente pobre del crack). Este dilema es algo que tenemos priorizar y bien se nota la atención urgente que quisiera portar el Alcalde a los estimados 7,000 consumidores de bazuko censados en Bogotá. Es un consabido hecho entre los consumidores de bazuko; sus familiares; entre quienes trabajan RD con estos consumidores; y para muchos policías de cercanía, que el mejor y más eficaz destete conocido de esta droga pasa casi siempre por la marihuana. Aunque la marihuana en Colombia ya no se compara en nada (calidad ni cantidad) con la gringa, lo que sí no tenemos que hacer es importarla. Ni negar sus efectos benéficos no sólo frente a los efectos colaterales de la quimioterapia sino, más aún, para frenar ciertos tipos de cánceres; como por ejemplo los generados por el Roundup/Glifosato y sus Organismos Genéticamente Modificados. [Seralini, Tous Cobayes? 2012]
El hecho es que, el nuevo Estatuto de Drogas vislumbra "la posibilidad de reglamentar los cultivos de sustancias ilícitas para fines lícitos." Afortunadamente, pues ¿qué tal que encima de todo y después de todo nos tocara importar la marihuana de Estados Unidos y tampoco pudiéramos dar un uso lícito transitorio a la coca química para por fin erradicarla? El actual proceso de destete de las Guerra Por la Droga nos permite soñar con la regulación de las drogas, la posibilidad por fin de prevenir la expansión del jibareo y de drogas cada vez más químicas entre nuestros hijos y el potencial de usos alternativos de las plantas tipificadas como ilícitas para someter al narcotráfico a las necesidades de la nación y socavar su reino y políticas contra usuarios y campesinos. Las asociaciones de cultivadores y consumidores en calidad de algunos de los muchos sectores víctimas del narcotráfico cuentan como personas autorizadas para cooperar con sus conocimientos en los pasos camino al desmantelamiento del narcotráfico.
La abstinencia puede ser deseable para algunos, pero¿ por qué tiene que serlo para todos?
Para todos y por el bien de todos
Precisan las asociaciones de usuarios y cultivadores y las Autoridades Indígenas que, mientras la política siga pretendiendo desconocer la realidad y costumbres de un sinfín de sus ciudadanos, no habrá quien pare el poder corruptor, violencia y dispersión del narcotráfico. América Latina parece tener claro que el cambio de rumbo comienza por controlar las ramificaciones locales de la droga. Para Colombia, es obvio que no hay paz posible mientras subsista el poder armado del narcotráfico. Consideran las victimas del secuestro del país por el narcotráfico que no se hace justicia en el tema mientras lo que se persiga no sea el narcotráfico mismo sino a sus víctimas. Para el sistema internacional la consideración principal para revisar las medidas y políticas de drogas es que, en épocas de crisis, la Prohibición es un lujo en el que se le va la vida.
Para todos y por el bien de todos, el
proceso de paz con la insurgencia al igual que el debate actual sobre las drogas
tienen que hacer eco de esta alarma sobre los riesgos de las fumigaciones-