Violencia Urbana, Narcotráfico y Conflicto: algunas anotaciones para el debate

Angélica Durán Martínez*

En los últimos años las ciudades colombianas han experimentado una explosión de violencia que ha sido atribuída a las limitaciones de la política de Seguridad Democrática enfocada en áreas rurales, a los efectos de la desmovilizacion de grupos paramilitares, y a la proliferación de lo que las autoridades han denominado como microtráfico, es decir, el control de la distribución de drogas para el consumo interno.  Un común denominador de la mayoría de apreciaciones sobre el fenómeno es la tendencia a reducir el problema a un tema de criminalidad local. Sin embargo, la realidad detrás de la explosión de violencia en las ciudades es mucho más compleja y aunque evidentemente se nutre de los fenómenos atrás mencionados, no se limita a ellos.  Este artículo presenta algunos elementos de debate para seguir analizando con mayor profundidad el problema de la violencia urbana.

En la primera parte presento una aproximación al tema del tráfico local de drogas y su contribución a la violencia urbana. Si bien el análisis reconoce la importancia del problema, cuestiona la creciente tendencia a reducir la violencia urbana al control del microtráfico o narcomenudeo[1] e identifica algunos aspectos que permiten cuestionar la lógica bajo la que se establece la relación entre explosión de microtráfico y explosión de violencia urbana. Dichos aspectos son 1) que ha existido un aumento en el consumo de drogas 2) que el narcomenudeo es una respuesta a la pérdida de mercados internacionales de droga. En la segunda parte, exploro de una manera muy rápida dos aspectos que considero necesarios para entender mejor la complejidad de la violencia urbana 1) la violencia urbana no es un fenómeno nuevo y está ligada a dinámicas regionales y nacionales, a pesar que cada ciudad tiene una realidad particular que depende de su trayectoria histórica con el conflicto y criminalidad, y 2) la violencia urbana no se puede reducir a una pugna entre facciones criminales locales, ya que afecta ampliamente a la población civil y tiene manifestaciones políticas que no puedes ser ignoradas.

I.       Narcomenudeo y violencia urbana

De acuerdo a la policia y a diversos analistas, el microtráfico se ha convertido en uno de los detonantes de la inseguridad en las ciudades. [2]  La observación de contextos urbanos permite afirmar que en efecto las dinámicas de distribución interna han cambiado y el control de los expendios de drogas se ha convertido en un eje importante de conflicto urbano. Sin embargo, existen imprecisiones que pueden llevar a sobredimensionar el efecto del narcomenudeo en la violencia urbana, y a la par invisibilizar otros factores que contribuyen a ella de manera igualmente importante. El primer aspecto que es necesario analizar más en detalle es el consumo interno. El segundo es la relación entre narcomenudeo y tráfico internacional.

 

 

1.      Ha aumentado el consumo de droga en las grandes ciudades?

Uno de los mayores problemas al analizar el tema del consumo interno de sustancias psicoactivas en Colombia es la falta de estadísticas confiables al respecto. Las encuestas de consumo se han realizado de manera esporádica y con diversas metodologías impidiendo así aseverar con certeza que el consumo ha aumentado, como parece asumirse en los diagnósticos que ligan consumo, microtráfico y violencia. Una primera mirada a la información disponible sugiere que en general ha existido una tendencia creciente en el consumo de drogas ilegales. Como se ve en la figura 1, aunque las cifras no son directamente comparables, reflejan un aumento en la prevalencia de vida y consumo de ultimo año de sustancias psicoactivas ilegales entre 1996 y 2008. En buena parte tal aumento refleja la falta de atención que los gobiernos han prestado al tema de consumo, ya que no han existido en la última década politicas consistentes del orden nacional para atacar y prevenir el consumo de drogas. Sin embargo, las cifras no proveen información suficiente que permita establecer una correlación estadística confiable entre aumento de violencia y aumento del consumo interno. Para explicar la explosión de violencia que en ciudades como Medellín significó un aumento del 50% en las tasas de homicidio en el curso de un año (2008-2009) como resultado del aumento del consumo se requeriría mostrar que la magnitud del aumento en el consumo fue similar, sin embargo  la información disponible no permite hacer tal aseveración. Es posible aseverar que hoy en día Colombia tiene niveles preocupantes de consumo que lo convierten en un país de consumo medio, pero no es posible aseverar que este fenómeno ha ocurrido en los últimos tres años y que por tanto explica la explosión de violencia urbana, como algunas autoridades han sugerido.

 

Figura 1. Prevalencia de consumo de sustancias ilícitas (vida y ultimo año)

 

Fuentes:

1996:  Consumo de Sustancias Psicoactivas en Colombia. Consumo de alguna droga ilegal

2008: Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en Colombia. UNODC y Dirección Nacional de Estupefacientes. Población de 12 a 65 años. * Prevalencia de vida incluye: marihuana, cocaína, basuco, éxtasis, heroína, LSD, hongos, e inhalables. Prevalencias e incidencias de último año y último mes incluyen las siguientes sustancias: marihuana, cocaí- na, basuco, éxtasis, heroína, e inhalables.

 

Los datos muestran que en efecto el nivel de consumo de sustancias ilegales es mayor en los grandes centros urbanos que en las áreas rurales y ciudades de menos de un millón de habitantes.[3] Sin embargo la concentración urbana de consumo de drogas no es un fenómeno reciente, y de hecho estudios anteriores enfatizan cómo el consumo aumenta a medida que aumenta el nivel de urbanización.[4] Así pues, si bien el consumo de drogas es un problema creciente, la magnitud del aumento no parece ser suficiente para explicar la violencia urbana de los últimos años. Así mismo, si bien el consumo es ante todo un fenómeno urbano, tal caracteristica no es nueva.

Más allá del consumo, vale la pena preguntarse si los golpes al tráfico internacional de drogas han realmente desestructurado el tráfico internacional y han logrado convertir la distribución interna en una alternativa suficientemente atractiva que explique el mayor interés de las grandes organizaciones en controlar el negocio. Ese es el aspecto que exploro en el siguiente apartado.

 

2. Es el narcomenudeo una alternativa al tráfico internacional?

En diversos escenarios la explosión del narcomenudeo se ha explicado como una estrategia de los narcotraficantes para compensar la pérdida de control sobre mercados internacionales y las limitaciones para sacar drogas fuera del país. Sin embargo, es posible sugerir que tal efecto compensatorio está lejos de eliminar el interés y las pugnas por el control del tráfico internacional. Tres aspectos  pueden cuestionar la existencia de un efecto compensatorio entre tráfico interno y comercio internacional de drogas, que a su vez explique la violencia urbana. Primero, a pesar de la reducción en la producción de cocaina y del mayor control que narcotraficantes de otros paises, especialmente de México, tienen sobre el negocio, organizaciones colombianas siguen jugando un papel esencial en el tráfico internacional de drogas. Segundo, si bien la distribución interna representa un gran margen de ganancia economica, la ganancia obtenida del tráfico internacional sigue siendo bastante significativa. Tercero, si el problema del consumo interno y del narcomenudeo fuera simplemente reflejo de un efecto de compensación, entonces sería lógico esperar que la cocaína y sus derivados fueran las drogas cuyo consumo aumentara más rapidamente, sin embargo ese no parece  ser el caso. Veamos en detalle cada uno de estos aspectos.

 

Persistencia del tráfico internacional y de la influencia de organizaciones colombianas. En los últimos años los indicadores de cultivo de hoja de coca y producción de cocaina han ido en descenso. De acuerdo a las estadísticas de Naciones Unidas y del Gobierno Colombiano el area total cultivada de hoja de coca se ha reducido en 58% de 163.300 hectareas en 1999  a 68.000 hectareas en 2009.[5] De igual manera se calcula que la producción estimada de cocaína  se ha reducido en un 35% pasando de 695 toneladas en el año 2000 a 450 en 2008. También es cierto que los narcotraficantes mexicanos parecen tener un mayor control sobre el producto final y la distribución en los Estados Unidos. Un indicador imperfecto en este sentido es que del universo de personas arrestadas por tráfico de cocaina en Estados Unidos, un 13% son de nacionalidad Mexicana, frente a un 2% de nacionalidad colombiana.[6] Estas cifras reflejan golpes y cambios importantes  en el tráfico internacional, y pueden sugerir la pérdida de poder de las organizaciones colombianas. Sin embargo, otros datos que generalmente reciben menos atención  cuestionan la pérdida de influencia de narcotraficantes colombianos.

Para empezar,  90% de la cocaína consumida en los Estados Unidos sigue siendo de origen colombiano[7], lo cual muestre la importancia del mercado internacional estadounidense para los traficantes colombianos, aún si las formas de conducir el negocio han llevado más al empleo de esquemas de riesgo compartido, donde los colombianos tienen menos control sobre el producto final en territorio estadounidense. Más aún, es importante tener en cuenta que el mercado de la cocaina en los Estados Unidos se ha reducido debido a la reducción del consumo en dicho país. Paralelo a ello, el mercado de la cocaina en Europa está en expansion, y la información disponible indica que la distribución hacia Europa, si bien involucra un número mayor de organizaciones de distintos países, sigue siendo mayormente controlado por narcotraficantes colombianos. Más aún, algunos calculos para 2008 indican que mientras quienes mueven la cocaina desde los paises andinos hacia el punto de entrada en Estados Unidos pueden obtener un 13% del total de las ganancias por la venta de la cocaina, quienes la mueven hacia el punto de entrada en Europa pueden obtener hasta un 25% de las ganancias.[8] Aunque existen algunas indicaciones de intentos de entrada en mercados europeos de organizaciones mexicanas, en general su influencia es muy reducida en Europa.  Asi pues, se puede problematizar la presunción de que el mercado interno ha reemplazado completamente al mercado internacional para las organizaciones que se dedican al narcotráfico en Colombia ya que éstas siguen siendo actores claves de un negocio que se ha transformado, pero que sigue en expansión.

 La magnitud de las ganancias. Los márgenes de ganancia del consumo interno son efectivamente elevados. Aunque existen diversos calculos al respecto, hay quienes afirman que el microtráfico puede producir entre 200.000 y 300.000 millones de pesos al año. Sin embargo una simple comparación de precios sugiere que el mercado internacional sigue siendo muy rentable, aún si el consumo interno ha aumentado.  De acuerdo a cálculos realizados por Daniel Mejía y Daniel Rico, mientras que el precio de venta de un kilogramo de cocaina en Colombia oscila entre los $5.400.000 y los $7.200.000, el precio de venta para traficantes en países consumidores puede oscilar entre $18 y $24 millones si la droga va hacia Estados Unidos, y entre $50 y $60 millones si la droga va hacia Europa. Descontando los costos de transporte y producción, la ganancia puede oscilar entre $11 y $22.5 millones.[9] Este cálculo, unido a la apreciación presentada anteriormente, sugiere que si bien el mercado interno representa una gran ganancia, dicha ganancia no necesariamente reemplaza la ganancia que representa el tráfico internacional.

Consumo interno de cocaina El ultimo aspecto a considerar es si los patrones de consumo en efecto reflejan un efecto de compensación. Si aumentar el consumo interno fuera mayormente una estrategia para copar perdidas en el negocio internacional de la cocaina, deberiamos entonces ver un aumento marcado en el consumo interno de cocaína y sus derivados.  Sin embargo las encuestas no muestran información concluyente en este sentido. Un estudio comparativo sobre el uso de drogas en población secundaria en varios países de América Latina[10] muestra que la marihuana sigue siendo la droga illegal de mayor consumo, seguida por las drogas sintéticas como el éxtasis y los inhalables, mientras que la cocaína y la pasta base de coca representan un porcentaje mucho menor  (ver tabla 1). Los datos de Naciones Unidas y la Dirección Nacional de Estupefacientes presentan un panorama diferente donde la cocaína tiene una prevalencia ligeramente mayor que los inhalables y el éxtasis, pero que sigue siendo mucho más baja que el consumo de cocaína.

Tabla 1.  Prevalencia de uso de ultimo año de uso de drogas ilegales

 

Marihuana

Cocaína

Pasta Base

Inhalables

Extasis

ONUDD 2006

(población en secundaria)

7.09

1.66

1.27

3.49

2.96

UNODC-DNE 2008

2.27

0.72

0.17(basuco)

0.22

0.28

 

 

De igual manera, los datos más recientes que desagregan la incautación de drogas ilícitas por lugar de incautación, muestran que mientras que un 95% de la marihuana se incauta al “interior del país”, dicho porcentaje es 60% para la heroína y solo un 40% para para la cocaína.  La falta de más datos comparativos nos impide afirmar que hay una tendencia al alza o a la disminución en la incautación interna de cocaína que soporte la tesis de la compensación. Lo único que es posible afirmar que alrededor del 50% de la cocaína se incauta en aguas internacionales o territoriales y en terminales portuarios que sugieren que tenía un destino internacional y no local. (ver tabla 2)

 

Tabla 2. Incautaciones de marihuana, éxtasis y cocaína por naturaleza del lugar (Porcentaje del total incautado de cada droga en 2008)

 

Tipo de droga

Tipo de Lugar

Marihuana

Extasis

Cocaína

Aeropuerto

0,29

17,64

1,48

Cultivos

0,02

 

 

Fluvial

0,54

6,64

1,28

Infraestructura

2,18

 

9,25

Interior del País

95,97

60,94

38,96

Mar o Aguas Internacionales

 

1,25

20,59

Mar o Aguas Territoriales

0,91

9,26

19,24

Terminales Fluviales

0

 

0,00

Terminales Portuarios

0,03

3,09

9,19

Terminales Terrestres

0,07

1,18

0,01

Fuente: Elaboración propia a partir de cuadros del Reporte de la Dirección Nacional de Estupefacientes, Observatorio de Drogas 2009.

 

Considero entonces que consumo y el efecto de compensación no son los elementos adecuados para explicar porque el narcomenudeo parece haberse convertido en un negocio más violento. Más bien otros factores pueden tenerse en cuenta: Por un lado, un cambio organizacional y en la estructura del mercado que se ha fragmentado por la proliferación y descentralización de los expendios de drogas. Por otro, la tendencia de organizaciones criminales estructuradas de buscar un mayor control sobre estos expendios locales, ya que en ellos se encuentra no sólo una fuente de ganancia económica, sino también una forma de establecer control territorial y social en los barrios de las ciudades. La distribución urbana de drogas, aunque fragmentada, parece obedecer más a una lógica de narcomenudeo que a una de microtráfico en tanto organizaciones de cierta envergadura están buscando un mayor control sobre este negocio. Así pues, la violencia puede en efecto aumentar en tanto organizaciones mejor estructuradas y mejor armadas tratan de controlar las casas de vicio, ollas o plazas.

Los aspectos analizados en esta primera parte no pretenden minimizar la importancia del problema de la distribución local de drogas, ni su contribución a las dinámicas de violencia urbana. Más aún, considerando la mala calidad de la información disponible sobre el fenómeno, es imposible pretender que éste análisis sea una ultima palabra. Más bien la idea es cuestionar dos supuestos sobre los que se construye el argumento de que el narcomenudeo es el detonante y dinamizador principal de la violencia urbana. En primer lugar, la distribución local no es un fenómeno reciente, en segundo, no parece ser simplemente una alternativa económica en respuesta a los cambios en el negocio internacional del tráfico de drogas.  El narcomenudeo más bien aparece como un negocio rentable que, como bien lo han expresado análisis recientes del conflicto, junto a un cúmulo de actividades ilegales como la prostitución, la extorsión, el control de juegos de azar, y el tráfico internacional de drogas, representa una gran oportunidad de financiación y beneficio económico para organizaciones que si bien son dinamizadas por estas actividades no necesariamente se reducen a ellas.

En el siguiente apartado presento de manera muy preliminar dos aspectos que considero necesarios para ampliar el debate sobre la violencia urbana reconociendo su complejidad y la inconveniencia de reducirla a un problema de criminalidad a nivel local, minimizando los aspectos que ligan la realidad de las ciudades con la evolución del conflicto y con dinámicas regionales y nacionales. Estas observaciones derivan en gran parte de visitas realizadas a las ciudades de Cali y Medellín en Octubre y Noviembre de 2010.

 

II. La violencia urbana como una realidad compleja: algunas anotaciones para el debate

1. La violencia urbana no es un fenómeno reciente

Si bien las cifras de violencia urbana son preocupantes, y en efecto reflejan los costos de la política de Seguridad Democrática volcada en la lucha antiinsurgente a nivel rural, la violencia urbana no se puede ver simplemente como un fenómeno reciente, o como paralelo al fenómeno de explosión de criminalidad que vivieron las ciudades centroamericanas después de la negociación de sus confllictos armados.

La urbanización del conflicto ha sido una preocupación constante de las últimas tres décadas. En 1984 y 1985 los campamentos de paz instalados por el M-19 en ciudades como Medellín y Cali se convirtieron en un dinamizador importante de la violencia urbana y de hecho en 1987 la Comisión de Estudios Sobre la Violencia llamaba la atención sobre las dinámicas urbanas del conflicto. Luego hacia finales de los 80,  la violencia urbana adquirió una visibilidad sin precedentes principalmente en Medellín durante el apogeo del narcoterrorismo. A mediados de los noventa vendrian los conflictos ligados con las milicias urbanas, y hacia finales de los 90 las ciudades como Medellín serían un escenario crucial de los conflictos de poder entre distintas facciones paramilitares. Así pues, la violencia urbana no es nueva, pero más importante aún, las dinámicas actuales no están desligadas de conflictos anteriores.

En Medellín, gran parte de la violencia que se experimenta hoy en dia tiene que ver con pugnas por sucesión de mando dentro de la Oficina de Envigado después de la extradición de Diego Fernando Murillo, alias Don Berna. Quienes se disputan el poder en la ciudad – alias Sebastián y alias Valenciano, y de acuerdo a varios testimonios uno o dos líderes más no plenamente identificados- no son simplemente nuevos criminales en búsqueda de beneficio económico. Aunque poco se sabe de estos personajes, lo cierto es que   fueron mandos medios de la Oficina cuando Murillo alias “Don Berna” controlaba esta organización, y han estado asociados a la delincuencia de la ciudad por varios años. [11]

En Cali, por su parte, ni la población ni las autoridades tienen una identificación tan clara de las estructuras que compiten por el poder en la ciudad como en Medellín. En buena parte ello refleja una tradición en la cual la criminalidad organizada de Cali ha tendido a tener un perfil menos visible. Sin embargo, las evidencias existentes ligan también buena parte de la violencia a los conflictos que se han establecido entre Los Machos (quienes solían estar al servicio del narcotraficante Diego Montoya) y los Rastrojos (quienes solían servir al narcotraficante Wilmer Varela). Estas organizaciones tampoco son organizaciones nuevas. Sus antecedentes más recientes se remontan a las disputas entre distintas facciones del Cartel del Norte del Valle, y sus consecuentes alianzas entre grupos paramilitares. Así pues tanto en Medellín como en Cali algunas de las disputas que dinamizan la violencia están claramente ligadas a la evolución del conflicto en años recientes. Así mismo, y como es claro en los distintos informes que sobre los grupos neoparamilitares o emergentes se han hecho en ultimos años, tales conflictos a su vez estan articulados a dinámicas regionales más amplias, y la presencia de los grupos que se disputan el poder no está circunscrito solamente a las ciudades.

Es claro que en cada ciudad bandas, pandillas y oficinas se disputan todo tipo de actividades que están arraigadas en lo barrial y en el ámbito urbano: tal es el caso del control de juegos de azar, extorsiones que se aplican tanto a ciudadanos individuales como a gremios, siendo el gremio transportador el más afectado[12], y al narcomenudeo. Sin embargo, los intereses de los actores armados no se agotan en lo local. También en las ciudades se disputa el control territorial que por un lado determina el acceso a corredores ilegales para el movimiento de drogas  y  por otro, el balance de poder regional y nacional.

 

2.      Las victimas de la violencia urbana no son solamente criminales

Uno de los riesgos principales de reducir la definición de la violencia urbana a un problema de disputa por negocios ilegales locales es asumir que la mayoría de las víctimas de tal violencia son de alguna manera actores dentro de esas disputas. Tal presunción estigmatiza a las víctimas, tiende a eliminar la responsabilidad del Estado de investigar quienes son los perpetradores, e ignora que crecientemente los civiles son victimizados bien porque de ellos se nutren los negocios ilegales,  bien porque crecientemente las disputas territoriales entre grupos criminales cobran víctimas inocentes, o bien porque en algunos casos la violencia se dirige hacia blancos y se presenta de formas que sugieren intereses, que aunque aún poco claros, van más allá de una disputa meramente económica.

 En Medellín varias organizaciones no gubernamentales han documentado como algunos de los negocios ilegales que nutren el conflicto, como la extorsión, victimizan a personas de escasos recursos que no tienen niguna relación con la ilegalidad. La Personería de Medellín también ha documentado las multiples maneras en las que los civiles son victimizados dentro de las disputas territoriales que involucran tanto a bandas muy localizadas como a estructuras organizacionales de alcance regional y nacional. Uno de las consecuencias más visibles de la violencia urbana en Medellín ha sido el desplazamiento intraurbano que de Enero a Junio de 2010 ha afectado a 2336 personas, de acuerdo a las denuncias recibidas por la Personeria de Medellín.

Tanto en Cali como en Medellín se han presentado graves casos de amenaza en contra de líderes sociales, educadores, defensores de derechos humanos, hechos que previenen contra simplificar la violencia urbana a un asunto de disputa por rentas ilegales locales. Por ejemplo el 5 de marzo de 2010 se conoció que a través de panfletos habían sido amenazadas 20 personas entre educadores y estudiantes de una institución educativa en el corregimiento Altavista de Medellín, al parecer por hombres al mando de alias Valenciano. Dada la importancia estrategica de esta area,  es posible pensar que el control territorial que allí se ejerce tiene implicaciones sobre el control de corredores estratégicos regionales y no solo locales.[13] En Cali, en Abril de 2010 se conoció de amenazas a dos sacerdotes que realizaban trabajo comunitario en el barrio Potrero Grande[14]; la falta de claridad sobre los autores y circunstancias de tales amenazas ejemplifica las dificultades de asumir a-priori la naturaleza de las amenazas que se ciñen sobre la población civil.

Paradójicamente es en Cali, donde el fenómeno de violencia parece tener más tintes de criminalidad común, en donde las amenazas tienen una dimension política más clara. Allí han circulado panfletos intimidatorios donde miembros de Los Machos y Los Rastrojos han amenazado a consumidores de alucinogenos, jaladores de carros, prostitutas, estudiantes de la Universidad del Valle, jefes sindicales y lideres de izquierda. Los Rastrojos ya han emitido varios comunicados amenazando no sólo organizaciones del Norte del Valle sino de todo el territorio nacional, conminandolas “a dejar de lado el discurso subversivo arcaico en favor de los derechos e ideologías de los narcoterroristas de las FARC y ELN y todos sus cómplices del pasado y del presente, atacando las buenas y nobles intenciones del alto gobierno a favor de la paz, o de lo contrario iremos más allá de las amenazas y regresaremos a las actuaciones de los 90 sin piedad ni temor alguno”.[15] Si bien estos ejemplos no  pueden ser tomados como representativos de todas las dinámicas de violencia urbana, si reflejan que el problema va más allá de un asunto de criminalidad local y de lucha por rentas ilegales. Al igual que en las dos últimas décadas las rentas ilegales y el conflicto armado han ido de la mano, y un mejor entendimiento de la situación actual requiere no perder de vista esta simple realidad.

 

 

Conclusiones

1.      El fenómeno del narcomenudeo o microtráfico es hoy en día una de las rentas alrededor de las cuales gravitan diversas estructuras armadas urbanas. Sin embargo el fenómeno de la violencia urbana no puede ser limitado a los efectos de la distribución local de drogas.

2.      A pesar de la magnitud del fenómeno del narcomenudeo, es importante cuestionar los dos supuestos sobre los que se explica su explosión reciente: el aumento del consumo y la pérdida de mercado internacional de drogas. Parece más apropriado entender el fenómeno de microtráfico dentro del marco de la transformación de las estructuras organizacionales de los grupos armados y de delincuencia organizada.

3.      En Medellín y Cali buena parte de la violencia se reproduce alrededor de bandas, combos y pandillas. Es cierto que muchos de esos grupos trabajan independientemente, fragmentando así el escenario de la criminalidad urbana. Sin embargo, al igual que en otras épocas, estas pequeñas organizaciones son dinamizadas por los servicios que prestan a organizaciones criminales y grupos armados con mayor alcance regional y nacional.

4.      La violencia urbana no se puede reducir a una lucha entre criminales locales por el control de rentas ilegales. La diversidad de rentas ilegales que disputan los grupos a nivel urbano y la falta de una expresión clara de objetivos politicos, muestran que al igual que en otros momentos históricos, el narcotráfico y la ilegalidad son dinamizadores cruciales de la violencia. Sin embargo, la violencia no sólo afecta a los criminales: muchos civiles caen victimas del fuego cruzado y sufren directamente las consecuencias de la lucha por el control territorial como las restricciones a la movilidad y el desplazamiento intraurbano. Así mismo, la existencia de amenazas contra por un lado lideres sociales, defensores de derechos humanos, educadores, estudiantes, y por otro bandidos comunes, consumidores de drogas, prostitutas, indican que no solamente móviles  económicos motivan la violencia, y que es necesario una mayor atención a[16] las ramificaciones sociales y políticas de la actual violencia urbana.



* Candidata a Doctorado en Ciencia Política en Brown University, Estados Unidos, Becaria del Jennings Randolph Peace Scholarship del Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP), Becaria del Consejo de Investigaciones de Ciencias Sociales de Estados Unidos (SSRC). Este articulo es parte del proyecto de investigación doctoral financiado por USIP Jennings Randolph Peace Scholar y por el International Dissertation Research Fellowship de SSRC, sin embargo no expresa ninguna opinión institucional. Todos los errores y opiniones son estrictamente personales.

[1] La policia privilegia el término microtráfico ya que éste denota que organizaciones pequeñas y muy localizadas son quienes pelean por el control del negocio. Por otro lado, el término narcomenudeo tiende usarse para denotar de manera más clara la asociación de la distribución local con organizaciones criminales más amplias.

[2] “Microtráfico Al Que Se Dedican Ahora Narcos Genera La Violencia En Ciudades': General Óscar Naranjo”. El Tiempo. 23 de Agosto de 2009.

“Encienden alarmas sobre incremento del microtráfico de drogas en Bogotá”. Revista Semana, 14 de Julio de 2010

[3] Ver Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en Colombia. UNODC y Dirección Nacional de Estupefacientes (2008), p. 70

[4] Ver por ejemplo Resumen Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en Colombia 1992. 

[5] UNODC. World Drug Report 2010

[6] UNODC. 2010. The globalization of crime: A transnational Organized Crime Threat Assessment. P. 89

[7] UNODC. World Drug Report 2010, p. 74.

[8] UNODC. 2010. The globalization of crime: A transnational Organized Crime Threat Assessment. P. 89

[9]  Mejia, Daniel y Rico, Daniel. “La microeconomia de la producción y tráfico de cocaína en Colombia” Documentos CEDE Universidad de los Andes, Número 19, Julio de 2010.

[10] ONUDD. 2006. Jóvenes y Drogas en los Países Latinoamericanos: Un desafio para las políticas públicas.

[11] La guerra del chance. Verdad Abierta. 7 de Diciembre de 2009. http://www.verdadabierta.com/paraeconomia/2038-la-guerra-del-chance

[12] IPC. Rentas de las “vacunas” ilegales: objeto de disputa en Medellín. Junio 11 de 2010

 

[13] Corregimiento Altavista, occidente de Medellín: sitiado por la violencia. Agencia de Prensa IPC. 25 de marzo de 2010. http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php?option=com_content&view=article&id=382:corregimiento-altavista-occidente-de-medellin-sitiado-por-la-violencia&catid=37:general&Itemid=150

[14] Investigan amenazas a dos sacerdotes en Potrero Grande . Abril 5 2010 http://www.arquidiocesiscali.org/index.shtml?apc=&s=t&x=4615

[15] Comunicado Público 003 de Los Rastrojos. http://www.polodemocratico.net/COMUNICADO-PUBLICO-003-de-los

[16]