Angélica Durán Martínez*
En los últimos años las ciudades colombianas han
experimentado una explosión de violencia que ha sido atribuída a las
limitaciones de la política de Seguridad Democrática enfocada en áreas rurales,
a los efectos de la desmovilizacion de grupos paramilitares, y a la
proliferación de lo que las autoridades han denominado como microtráfico, es
decir, el control de la distribución de drogas para el consumo interno.
Un común denominador de la mayoría de apreciaciones
sobre el fenómeno es la tendencia a reducir el problema a un tema de
criminalidad local. Sin embargo, la realidad detrás de la explosión de violencia
en las ciudades es mucho más compleja y aunque evidentemente se nutre de los
fenómenos atrás mencionados, no se limita a ellos.
Este artículo presenta algunos elementos de debate
para seguir analizando con mayor profundidad el problema de la violencia urbana.
En la primera
parte presento una aproximación al tema del tráfico local de drogas y su
contribución a la violencia urbana. Si bien el análisis reconoce la importancia
del problema, cuestiona la creciente tendencia a reducir la violencia urbana al
control del microtráfico o narcomenudeo[1]
e identifica algunos aspectos que permiten cuestionar la lógica bajo la que se
establece la relación entre explosión de microtráfico y explosión de violencia
urbana. Dichos aspectos son 1) que ha existido un aumento en el consumo de
drogas 2) que el narcomenudeo es una respuesta a la pérdida de mercados
internacionales de droga.
En la segunda
parte, exploro de una manera muy rápida dos aspectos que considero necesarios
para entender mejor la complejidad de la violencia urbana 1) la violencia urbana
no es un fenómeno nuevo y está ligada a dinámicas regionales y nacionales, a
pesar que cada ciudad tiene una realidad particular que depende de su
trayectoria histórica con el conflicto y criminalidad, y 2) la violencia urbana
no se puede reducir a una pugna entre facciones criminales locales, ya que
afecta ampliamente a la población civil y tiene manifestaciones políticas que no
puedes ser ignoradas.
I.
Narcomenudeo y violencia
De acuerdo a la policia y a diversos analistas, el microtráfico se ha convertido en uno de los detonantes de la inseguridad en las ciudades. [2] La observación de contextos urbanos permite afirmar que en efecto las dinámicas de distribución interna han cambiado y el control de los expendios de drogas se ha convertido en un eje importante de conflicto urbano. Sin embargo, existen imprecisiones que pueden llevar a sobredimensionar el efecto del narcomenudeo en la violencia urbana, y a la par invisibilizar otros factores que contribuyen a ella de manera igualmente importante. El primer aspecto que es necesario analizar más en detalle es el consumo interno. El segundo es la relación entre narcomenudeo y tráfico internacional.
1.
Ha aumentado el
consumo de droga en las grandes ciudades?
Uno de los mayores problemas al analizar el tema del
consumo interno de sustancias psicoactivas en Colombia es la falta de
estadísticas confiables al respecto. Las encuestas de consumo se han realizado
de manera esporádica y con diversas metodologías impidiendo así aseverar con
certeza que el consumo ha aumentado, como parece asumirse en los diagnósticos
que ligan consumo, microtráfico y violencia. Una primera mirada a la información
disponible sugiere que en general ha existido una tendencia creciente en el
consumo de drogas ilegales. Como se ve en la figura 1, aunque las cifras no son
directamente comparables, reflejan un aumento en la prevalencia de vida y
consumo de ultimo año de sustancias psicoactivas ilegales entre 1996 y 2008. En
buena parte tal aumento refleja la falta de atención que los gobiernos han
prestado al tema de consumo, ya que no han existido en la última década
politicas consistentes del orden nacional para atacar y prevenir el consumo de
drogas. Sin embargo, las cifras no proveen información suficiente que permita
establecer una correlación estadística confiable entre aumento de violencia y
aumento del consumo interno. Para explicar la explosión de violencia que en
ciudades como Medellín significó un aumento del 50% en las tasas de homicidio en
el curso de un año (2008-2009) como resultado del aumento del consumo se
requeriría mostrar que la magnitud del aumento en el consumo fue similar, sin
embargo
la información disponible no permite hacer tal aseveración.
Es posible aseverar que hoy en día Colombia tiene niveles preocupantes de
consumo que lo convierten en un país de consumo medio, pero no es posible
aseverar que este fenómeno ha ocurrido en los últimos tres años y que por tanto
explica la explosión de violencia urbana, como algunas autoridades han sugerido.
Figura 1.
Prevalencia de consumo de sustancias ilícitas (vida y ultimo año)
Fuentes:
1996:
Consumo de Sustancias Psicoactivas en Colombia.
Consumo de alguna droga ilegal
2008: Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en
Colombia. UNODC y Dirección Nacional de Estupefacientes. Población de
Los datos
muestran que en efecto el nivel de consumo de sustancias ilegales es mayor en
los grandes centros urbanos que en las áreas rurales y ciudades de menos de un
millón de habitantes.[3]
Sin embargo la concentración urbana de consumo de drogas no es un fenómeno
reciente, y de hecho estudios anteriores enfatizan cómo el consumo aumenta a
medida que aumenta el nivel de urbanización.[4]
Así pues, si bien el consumo de drogas es un problema creciente, la magnitud del
aumento no parece ser suficiente para explicar la violencia urbana de los
últimos años. Así mismo, si bien el consumo es ante todo un fenómeno urbano, tal
caracteristica no es nueva.
Más allá del
consumo, vale la pena preguntarse si los golpes al tráfico internacional de
drogas han realmente desestructurado el tráfico internacional y han logrado
convertir la distribución interna en una alternativa suficientemente atractiva
que explique el mayor interés de las grandes organizaciones en controlar el
negocio. Ese es el aspecto que exploro en el siguiente apartado.
2. Es el
narcomenudeo una alternativa al tráfico internacional?
En diversos escenarios la explosión del narcomenudeo se ha
explicado como una estrategia de los narcotraficantes para compensar la pérdida
de control sobre mercados internacionales y las limitaciones para sacar drogas
fuera del país. Sin embargo, es posible sugerir que tal
efecto compensatorio está lejos de
eliminar el interés y las pugnas por el control del tráfico internacional. Tres
aspectos pueden
cuestionar la existencia de un efecto compensatorio entre tráfico interno y
comercio internacional de drogas, que a su vez explique la violencia urbana.
Primero, a pesar de la reducción en la producción de cocaina y del mayor control
que narcotraficantes de otros paises, especialmente de México, tienen sobre el
negocio, organizaciones colombianas siguen jugando un papel esencial en el
tráfico internacional de drogas. Segundo, si bien la distribución interna
representa un gran margen de ganancia economica, la ganancia obtenida del
tráfico internacional sigue siendo bastante significativa. Tercero, si el
problema del consumo interno y del narcomenudeo fuera simplemente reflejo de un
efecto de compensación, entonces sería lógico esperar que la cocaína y sus
derivados fueran las drogas cuyo consumo aumentara más rapidamente, sin embargo
ese no parece
ser el caso. Veamos en detalle cada uno de estos aspectos.
Persistencia
del tráfico internacional y de la influencia de organizaciones colombianas.
En los últimos años los indicadores de cultivo de hoja de
coca y producción de cocaina han ido en descenso. De acuerdo a las estadísticas
de Naciones Unidas y del Gobierno Colombiano el area total cultivada de hoja de
coca se ha reducido en 58% de 163.300 hectareas en 1999
a
68.000 hectareas en 2009.[5]
De igual manera se calcula que la producción estimada de cocaína
se
ha reducido en un 35% pasando de 695 toneladas en el año
Para empezar,
90% de la cocaína consumida en los Estados Unidos
sigue siendo de origen colombiano[7],
lo cual muestre la importancia del mercado internacional estadounidense para los
traficantes colombianos, aún si las formas de conducir el negocio han llevado
más al empleo de esquemas de riesgo compartido, donde los colombianos tienen
menos control sobre el producto final en territorio estadounidense. Más aún, es
importante tener en cuenta que el mercado de la cocaina en los Estados Unidos se
ha reducido debido a la reducción del consumo en dicho país. Paralelo a ello, el
mercado de la cocaina en Europa está en expansion, y la información disponible
indica que la distribución hacia Europa, si bien involucra un número mayor de
organizaciones de distintos países, sigue siendo mayormente controlado por
narcotraficantes colombianos. Más aún, algunos calculos para 2008 indican que
mientras quienes mueven la cocaina desde los paises andinos hacia el punto de
entrada en Estados Unidos pueden obtener un 13% del total de las ganancias por
la venta de la cocaina, quienes la mueven hacia el punto de entrada en Europa
pueden obtener hasta un 25% de las ganancias.[8]
Aunque existen algunas indicaciones de intentos de entrada en mercados europeos
de organizaciones mexicanas, en general su influencia es muy reducida en Europa.
Asi pues, se puede problematizar la presunción de
que el mercado interno ha reemplazado completamente al mercado internacional
para las organizaciones que se dedican al narcotráfico en Colombia ya que éstas
siguen siendo actores claves de un negocio que se ha transformado, pero que
sigue en expansión.
La
magnitud de las ganancias. Los márgenes de ganancia del consumo interno son
efectivamente elevados. Aunque existen diversos calculos al respecto, hay
quienes afirman que el microtráfico puede producir entre 200.000 y 300.000
millones de pesos al año. Sin embargo una simple comparación de precios sugiere
que el mercado internacional sigue siendo muy rentable, aún si el consumo
interno ha aumentado. De
acuerdo a cálculos realizados por Daniel Mejía y Daniel Rico, mientras que el
precio de venta de un kilogramo de cocaina en Colombia oscila entre los
$5.400.000 y los $7.200.000, el precio de venta para traficantes en países
consumidores puede oscilar entre $18 y $24 millones si la droga va hacia Estados
Unidos, y entre $50 y $60 millones si la droga va hacia Europa. Descontando los
costos de transporte y producción, la ganancia puede oscilar entre $11 y $22.5
millones.[9]
Este cálculo, unido a la apreciación presentada anteriormente, sugiere que si
bien el mercado interno representa una gran ganancia, dicha ganancia no
necesariamente reemplaza la ganancia que representa el tráfico internacional.
Consumo
interno de cocaina
El
ultimo aspecto a considerar es si los patrones de consumo en efecto reflejan un
efecto de compensación. Si aumentar el consumo interno fuera mayormente una
estrategia para copar perdidas en el negocio internacional de la cocaina,
deberiamos entonces ver un aumento marcado en el consumo interno de cocaína y
sus derivados. Sin
embargo las encuestas no muestran información concluyente en este sentido.
Un
estudio comparativo sobre el uso de drogas en población secundaria en varios
países de América Latina[10]
muestra que la marihuana sigue siendo la droga illegal de mayor consumo, seguida
por las drogas sintéticas como el éxtasis y los inhalables, mientras que la
cocaína y la pasta base de coca representan un porcentaje mucho menor
(ver tabla 1). Los datos de Naciones Unidas y
Tabla
1. Prevalencia
de uso de ultimo año de uso de drogas ilegales
|
Marihuana |
Cocaína |
Pasta Base |
Inhalables |
Extasis |
ONUDD 2006 (población en secundaria) |
7.09 |
1.66 |
1.27 |
3.49 |
2.96 |
UNODC-DNE 2008 |
2.27 |
0.72 |
0.17(basuco) |
0.22 |
0.28 |
De igual manera, los datos más recientes que desagregan la
incautación de drogas ilícitas por lugar de incautación, muestran que mientras
que un 95% de la marihuana se incauta al “interior del país”, dicho porcentaje
es 60% para la heroína y solo un 40% para para la cocaína.
La falta de más datos comparativos nos impide
afirmar que hay una tendencia al alza o a la disminución en la incautación
interna de cocaína que soporte la tesis de la compensación. Lo único que es
posible afirmar que alrededor del 50% de la cocaína se incauta en aguas
internacionales o territoriales y en terminales portuarios que sugieren que
tenía un destino internacional y no local.
(ver tabla 2)
Tabla 2.
Incautaciones de marihuana, éxtasis y cocaína por naturaleza del lugar
(Porcentaje del total incautado de cada droga en 2008)
|
Tipo de droga |
||
Tipo de Lugar |
Marihuana |
Extasis |
Cocaína |
Aeropuerto |
0,29 |
17,64 |
1,48 |
Cultivos |
0,02 |
|
|
Fluvial |
0,54 |
6,64 |
1,28 |
Infraestructura |
2,18 |
|
9,25 |
Interior del País |
95,97 |
60,94 |
38,96 |
Mar o Aguas Internacionales |
|
1,25 |
20,59 |
Mar o Aguas Territoriales |
0,91 |
9,26 |
19,24 |
Terminales Fluviales |
0 |
|
0,00 |
Terminales Portuarios |
0,03 |
3,09 |
9,19 |
Terminales Terrestres |
0,07 |
1,18 |
0,01 |
Fuente:
Elaboración propia a partir de
cuadros del Reporte de
Considero
entonces que consumo y el efecto de compensación no son los elementos adecuados
para explicar porque el narcomenudeo parece haberse convertido en un negocio más
violento. Más bien otros factores pueden tenerse en cuenta: Por un lado, un
cambio organizacional y en la estructura del mercado que se ha fragmentado por
la proliferación y descentralización de los expendios de drogas. Por otro, la
tendencia de organizaciones criminales estructuradas de buscar un mayor control
sobre estos expendios locales, ya que en ellos se encuentra no sólo una fuente
de ganancia económica, sino también una forma de establecer control territorial
y social en los barrios de las ciudades. La distribución urbana de drogas,
aunque fragmentada, parece obedecer más a una lógica de narcomenudeo que a una
de microtráfico en tanto organizaciones de cierta envergadura están buscando un
mayor control sobre este negocio. Así pues, la violencia puede en efecto
aumentar en tanto organizaciones mejor estructuradas y mejor armadas tratan de
controlar las casas de vicio, ollas o plazas.
Los aspectos analizados en esta primera parte no pretenden
minimizar la importancia del problema de la distribución local de drogas, ni su
contribución a las dinámicas de violencia urbana. Más aún, considerando la mala
calidad de la información disponible sobre el fenómeno, es imposible pretender
que éste análisis sea una ultima palabra. Más bien la idea es cuestionar dos
supuestos sobre los que se construye el argumento de que el narcomenudeo es el
detonante y dinamizador principal de la violencia urbana. En primer lugar, la
distribución local no es un fenómeno reciente, en segundo, no parece ser
simplemente una alternativa económica en respuesta a los cambios en el negocio
internacional del tráfico de drogas.
El
narcomenudeo más bien aparece como un negocio rentable que, como bien lo han
expresado análisis recientes del conflicto, junto a un cúmulo de actividades
ilegales como la prostitución, la extorsión, el control de juegos de azar, y el
tráfico internacional de drogas, representa una gran oportunidad de financiación
y beneficio económico para organizaciones que si bien son dinamizadas por estas
actividades no necesariamente se reducen a ellas.
En el
siguiente apartado presento de manera muy preliminar dos aspectos que considero
necesarios para ampliar el debate sobre la violencia urbana reconociendo su
complejidad y la inconveniencia de reducirla a un problema de criminalidad a
nivel local, minimizando los aspectos que ligan la realidad de las ciudades con
la evolución del conflicto y con dinámicas regionales y nacionales. Estas
observaciones derivan en gran parte de visitas realizadas a las ciudades de Cali
y Medellín en Octubre y Noviembre de 2010.
II. La
violencia urbana como una realidad compleja: algunas anotaciones para el debate
1. La
violencia urbana no es un fenómeno reciente
Si bien las cifras de violencia urbana son preocupantes, y en efecto reflejan
los costos de la política de Seguridad Democrática volcada en la lucha
antiinsurgente a nivel rural, la violencia urbana no se puede ver simplemente
como un fenómeno reciente, o como paralelo al fenómeno de explosión de
criminalidad que vivieron las ciudades centroamericanas después de la
negociación de sus confllictos armados.
La urbanización del conflicto ha sido una preocupación
constante de las últimas tres décadas. En 1984 y 1985 los campamentos de paz
instalados por el M-19 en ciudades como Medellín y Cali se convirtieron en un
dinamizador importante de la violencia urbana y de hecho en 1987
En Medellín, gran parte de la violencia que se experimenta
hoy en dia tiene que ver con pugnas por sucesión de mando dentro de
En Cali, por
su parte, ni la población ni las autoridades tienen una identificación tan clara
de las estructuras que compiten por el poder en la ciudad como en Medellín. En
buena parte ello refleja una tradición en la cual la criminalidad organizada de
Cali ha tendido a tener un perfil menos visible. Sin embargo, las evidencias
existentes ligan también buena parte de la violencia a los conflictos que se han
establecido entre Los Machos (quienes solían estar al servicio del
narcotraficante Diego Montoya) y los Rastrojos (quienes solían servir al
narcotraficante Wilmer Varela). Estas organizaciones tampoco son organizaciones
nuevas. Sus antecedentes más recientes se remontan a las disputas entre
distintas facciones del Cartel del Norte del Valle, y sus consecuentes alianzas
entre grupos paramilitares. Así pues tanto en Medellín como en Cali algunas de
las disputas que dinamizan la violencia están claramente ligadas a la evolución
del conflicto en años recientes.
Así mismo, y como
es claro en los distintos informes que sobre los grupos neoparamilitares o
emergentes se han hecho en ultimos años, tales conflictos a su vez estan
articulados a dinámicas regionales más amplias, y la presencia de los grupos que
se disputan el poder no está circunscrito solamente a las ciudades.
Es claro que
en cada ciudad bandas, pandillas y oficinas se disputan todo tipo de actividades
que están arraigadas en lo barrial y en el ámbito urbano: tal es el caso del
control de juegos de azar, extorsiones que se aplican tanto a ciudadanos
individuales como a gremios, siendo el gremio transportador el más afectado[12],
y al narcomenudeo. Sin embargo, los intereses de los actores armados no se
agotan en lo local. También en las ciudades se disputa el control territorial
que por un lado determina el acceso a corredores ilegales para el movimiento de
drogas y
por otro, el balance de poder regional y nacional.
2.
Las victimas de la
violencia urbana no son solamente criminales
Uno de los riesgos principales de reducir la definición de
la violencia urbana a un problema de disputa por negocios ilegales locales es
asumir que la mayoría de las víctimas de tal violencia son de alguna manera
actores dentro de esas disputas. Tal presunción estigmatiza a las víctimas,
tiende a eliminar la responsabilidad del Estado de investigar quienes son los
perpetradores, e ignora que crecientemente los civiles son victimizados bien
porque de ellos se nutren los negocios ilegales,
bien
porque crecientemente las disputas territoriales entre grupos criminales cobran
víctimas inocentes, o bien porque en algunos casos la violencia se dirige hacia
blancos y se presenta de formas que sugieren intereses, que aunque aún poco
claros, van más allá de una disputa meramente económica.
En
Medellín varias organizaciones no gubernamentales han documentado como algunos
de los negocios ilegales que nutren el conflicto, como la extorsión, victimizan
a personas de escasos recursos que no tienen niguna relación con la ilegalidad.
Tanto en Cali como en Medellín se han presentado graves
casos de amenaza en contra de líderes sociales, educadores, defensores de
derechos humanos, hechos que previenen contra simplificar la violencia urbana a
un asunto de disputa por rentas ilegales locales. Por ejemplo el 5 de marzo de
2010 se conoció que a través de panfletos habían sido amenazadas 20 personas
entre educadores y estudiantes de una institución educativa en el corregimiento
Altavista de Medellín, al parecer por hombres al mando de alias Valenciano. Dada
la importancia estrategica de esta area,
es posible pensar que el control territorial que
allí se ejerce tiene implicaciones sobre el control de corredores estratégicos
regionales y no solo locales.[13]
En Cali, en
Abril de 2010 se conoció de amenazas a dos sacerdotes que realizaban trabajo
comunitario en el barrio Potrero Grande[14];
la falta de claridad sobre los autores y circunstancias de tales amenazas
ejemplifica las dificultades de asumir a-priori la naturaleza de las amenazas
que se ciñen sobre la población civil.
Paradójicamente es en Cali, donde el fenómeno de violencia
parece tener más tintes de criminalidad común, en donde las amenazas tienen una
dimension política más clara. Allí han circulado panfletos intimidatorios donde
miembros de Los Machos y Los Rastrojos han amenazado a consumidores de
alucinogenos, jaladores de carros, prostitutas, estudiantes de
Conclusiones
1.
El fenómeno
del narcomenudeo o microtráfico es hoy en día una de las rentas alrededor de las
cuales gravitan diversas estructuras armadas urbanas. Sin embargo el fenómeno de
la violencia urbana no puede ser limitado a los efectos de la distribución local
de drogas.
2.
A pesar de la
magnitud del fenómeno del narcomenudeo, es importante cuestionar los dos
supuestos sobre los que se explica su explosión reciente: el aumento del consumo
y la pérdida de mercado internacional de drogas. Parece más apropriado entender
el fenómeno de microtráfico dentro del marco de la transformación de las
estructuras organizacionales de los grupos armados y de delincuencia organizada.
3.
En Medellín y
Cali buena parte de la violencia se reproduce alrededor de bandas, combos y
pandillas. Es cierto que muchos de esos grupos trabajan independientemente,
fragmentando así el escenario de la criminalidad urbana. Sin embargo, al igual
que en otras épocas, estas pequeñas organizaciones son dinamizadas por los
servicios que prestan a organizaciones criminales y grupos armados con mayor
alcance regional y nacional.
4.
La violencia
urbana no se puede reducir a una lucha entre criminales locales por el control
de rentas ilegales. La diversidad de rentas ilegales que disputan los grupos a
nivel urbano y la falta de una expresión clara de objetivos politicos, muestran
que al igual que en otros momentos históricos, el narcotráfico y la ilegalidad
son dinamizadores cruciales de la violencia. Sin embargo, la violencia no sólo
afecta a los criminales: muchos civiles caen victimas del fuego cruzado y sufren
directamente las consecuencias de la lucha por el control territorial como las
restricciones a la movilidad y el desplazamiento intraurbano. Así mismo, la
existencia de amenazas contra por un lado lideres sociales, defensores de
derechos humanos, educadores, estudiantes, y por otro bandidos comunes,
consumidores de drogas, prostitutas, indican que no solamente móviles
económicos motivan la violencia, y que es necesario una mayor atención a[16]
las ramificaciones sociales y políticas de la actual violencia urbana.
*
Candidata a Doctorado en Ciencia Política en Brown
University, Estados Unidos, Becaria del Jennings Randolph Peace
Scholarship del Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP), Becaria del
Consejo de Investigaciones de Ciencias Sociales de Estados Unidos
(SSRC). Este articulo es parte del proyecto de investigación doctoral
financiado por USIP Jennings Randolph Peace Scholar y por el
International Dissertation Research Fellowship de SSRC, sin embargo no
expresa ninguna opinión institucional. Todos los errores y opiniones son
estrictamente personales.
[1]
La policia privilegia el término microtráfico ya que éste denota que
organizaciones pequeñas y muy localizadas son quienes pelean por el
control del negocio. Por otro lado, el término narcomenudeo tiende
usarse para denotar de manera más clara la asociación de la distribución
local con organizaciones criminales más amplias.
[2]
“Microtráfico Al Que Se Dedican Ahora Narcos Genera
“Encienden alarmas sobre incremento del microtráfico de drogas en Bogotá”. Revista Semana, 14 de Julio de 2010
[3]
Ver Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en Colombia.
UNODC y Dirección Nacional de
Estupefacientes (2008), p. 70
[4]
Ver por ejemplo Resumen Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas en
Colombia 1992.
[5] UNODC. World Drug Report 2010
[6] UNODC. 2010. The globalization of crime: A transnational Organized Crime Threat Assessment. P. 89
[7] UNODC. World Drug Report 2010, p. 74.
[8] UNODC. 2010. The globalization of crime: A transnational Organized Crime Threat Assessment. P. 89
[9]
Mejia, Daniel y
Rico, Daniel.
“La microeconomia de la producción y tráfico de
cocaína en Colombia” Documentos CEDE Universidad de los Andes, Número
19, Julio de 2010.
[10] ONUDD. 2006. Jóvenes y Drogas en los Países Latinoamericanos: Un desafio para las políticas públicas.
[11]
La guerra del chance. Verdad Abierta. 7 de Diciembre de 2009.
http://www.verdadabierta.com/paraeconomia/2038-la-guerra-del-chance
[12]
IPC.
Rentas de las “vacunas” ilegales: objeto de disputa en Medellín.
Junio 11 de 2010
[13]
Corregimiento Altavista, occidente de Medellín: sitiado por la
violencia. Agencia de Prensa IPC. 25 de marzo de 2010.
http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php?option=com_content&view=article&id=382:corregimiento-altavista-occidente-de-medellin-sitiado-por-la-violencia&catid=37:general&Itemid=150
[14] Investigan amenazas a dos sacerdotes en Potrero Grande . Abril 5 2010 http://www.arquidiocesiscali.org/index.shtml?apc=&s=t&x=4615
[15]
Comunicado Público 003 de Los Rastrojos.
http://www.polodemocratico.net/COMUNICADO-PUBLICO-003-de-los