Mujeres al centro de la guerra


 

IPS

24 de noviembre de 2003

 

COLOMBIA: DERECHOS HUMANOS-COLOMBIA: 

 

Constanza Vieira, enviada especial

 

MOCOA, Colombia, 24 nov (IPS) - El cúmulo de noticias sobre combates y voladura de oleoductos y puentes en el meridional departamento colombiano de Putumayo no amilanó a las 3.000 mujeres que desde este lunes se encuentran en la zona en su marcha pacífica al epicentro de la guerra civil. 

 

La llamada Ruta Pacífica de las Mujeres, en la que participan delegadas de 315 organizaciones de ocho regionales, se moviliza en 96 autobuses hacia el sur procedentes de distintos sitios de Colombia y su primer punto de encuentro fue Mocoa, capital putumayense en las estribaciones de la cordillera de los Andes. 

 

El periplo prevé adentrarse en territorio de combates entre fuerzas de seguridad del Estado, guerrilleros izquierdistas y paramilitares de derecha, hasta Puerto Caycedo y Puerto Asís, centrooccidente del departamento. 

 

Putumayo es uno de los epicentros del conflito armado interno y de la lucha del gobierno contra los cultivos de coca mediante la aplicación masiva de fumigaciones aéreas sobre sus 66.000 hectáreas de sembrados prohibidos de ese arbusto de cuyas hojas se extrae la pasta básica de la cocaína. 

 

Asesores estadounidenses, en el marco del Plan Colombia, de lucha antidrogas y contra la guerrilla, comandan las operaciones de fumigación en esta zona fronteriza con Ecuador, escoltados por helicópteros de guerra. La ayuda militar de Washington a Colombia para esos efectos asciende sólo este año a más de 605 millones. 

 

Las participantes en la caravana de autobuses esperan sesionar en la aldea de Puerto Caycedo este martes para celebrar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha elegida hace 22 años en el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y establecida de modo universal por la Organización de las Naciones Unidas a diciembre de 1999. 

 

Las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) quemaron en los últimos días 20 pozos de petróleo en las cercanías de Orito, unos 40 kilómetros al occidente de Puerto Caycedo, afectando las instalaciones, un puente, cinco tanques de almacenamiento, tres oleoductos del país otro que comparte con Ecuador. 

 

Ese sabotaje evitará que se extraigan 6.000 barriles diarios durante un lapso aún no definido. La parálisis de actividad afecta a casi 50 por ciento de la producción petrolera de Putumayo, cuyas reservas aún no están siendo explotadas plenamente debido a la confrontación. 

 

Las acciones de la guerrilla provocaron el llamado de atención presidencial a las Fuerzas Armadas y un subsecuente operativo militar. 

 

”Hay que capturar masivamente a todos los individuos que están en esas acciones”, ordenó el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, para luego informar que la policía y el ejército”van a emprender ese camino de la captura masiva de los terroristas del Putumayo”. 

 

Las FARC, el grupo que hace 40 años se levantó en armas, mantiene desde los años el control sobre extensas áreas de esa zona mediante unos 1.800 combatientes. 

 

Por su parte, unos 600 paramilitares de las Autodefensas de Córdoba y Urabá, comandadas por Carlos Castaño y presentes desde 1998 en Putumayo, coparon este año todos los cascos urbanos del departamento. 

 

La policía tiene sedes en 10 de las 13 cabeceras municipales. El ejército mantiene una Brigada y un batallón antinarcóticos y ya comienza a contar con las redes de soldados campesinos e informantes, dos de los programas bandera del gobierno para enfrentar a la insurgencia. 

 

”Las mujeres paz haremos”, dice en juego de palabras el slogan sobre los autobuses de la Ruta. También llevan pancartas en las que se lee ”Fumigación = Miseria”. 

 

Las organizadoras de la Ruta Pacífica de las Mujeres detallaron su recorrido a las autoridades estatales, a las fuerzas guerrilleras y a los grupos paramilitares con el fin de abrir un”corredor humanitario” a lo largo de las carreteras que utiliza la caravana. 

 

A Putumayo están llegando por estas horas mujeres de la septentrional ciudad de Cartagena de Indias, en la costa del mar Caribe, tras recorrer 1.640 kilómetros, desde las noroccidentales Medellín y Quibdó a más de 1.100 kilómetros y desde Bucaramanga, 1.240 kilómetros al norooriente de Puerto Asís. 

 

Las mujeres que llegan desde Bogotá, Pereira e Ibagué, en el centro de Colombia, viajan unos 800 kilómetros, y las que viajan desde las sudoccidentales ciudades de Neiva, Cali y Popayán deben transitar entre 400 y 600 kilómetros. 

 

A algunas de las participantes de la marcha sólo el viaje a Putumayo les llevará en total seis días. 

 

La movilización de resistencia pacífica no lleva ningún tipo de escolta ni protección policial ni militar, por voluntad expresa de las organizadoras. A cambio han pedido solidaridad nacional e internacional y el acompañamiento de la prensa. 

 

Con ellas viajan observadoras y observadores internacionales de Alemania, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Perú y Suiza. También hay una delegación de Payasos Sin Fronteras, y otra de Payasas Sin Fronteras. 

 

El objetivo declarado de la marcha por la paz es mostrar los efectos que tienen sobre las mujeres, sus familias y sus economías las fumigaciones a los cultivos ilegales, el narcotráfico y la guerra. 

 

Mientras en el promedio del país la pobreza afecta a 37,6 por ciento de los 44 millones de habitantes, en Putumayo alcanza a 79 por ciento. 

 

Antes de salir de cada una de las ciudades, las mujeres le repitieron a la prensa que no están dispuestas a ceder ”ni un hijo más, ni un peso más, ni un día más para la guerra”. 

 

La Ruta Pacífica de las Mujeres se propone señalar las violaciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte de todas las partes combatientes en Colombia. 

 

Guerrilla y paramilitares, pero también la fuerza pública, recurren periódicamente y por turnos al bloqueo de la ayuda humanitaria, la entrada y salida de alimentos y la circulación de los civiles. 

 

Esta estrategia busca, según la Consultoría para los derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), ”desarticular el apoyo social del adversario y fortalecer el control territorial, político y económico en zonas aptas para cultivos ilegales”. 

 

La entidad estima en 35.000 las familias que han sido obligadas a huir de sus hogares a partir de 1999 por efecto de las fumigaciones, de las cuales 5.489 personas lo fueron en Putumayo. 

 

El gobierno no socorre ni apoya con ningún programa humanitario a las familias desplazadas por efecto de las fumigaciones. 

 

Esta es la tercera oportunidad en que se moviliza la Ruta Pacífica y cada vez”va precisamente allí a donde nadie más se atreve a ir”, dijo a IPS Luz Helena Sánchez, médica y líder feminista que emprendió también viaje rumbo al sur. 

 

Anteriormente la Ruta fue en 1996 a Murindó, en el Urabá, de enorme producción bananera al noroccidente de Colombia, por entonces la región más convulsionada por los combates y la guerra de asesinatos selectivos. En esa primera oportunidad se movilizaron 1.000 mujeres. 

 

Después, 5.000 mujeres tomaron en 2001 Barrancabermeja, en el centro del país, sobre el río Magdalena. Este puerto petrolero, una de las ciudades más vibrantes de Colombia, acumula un grueso expediente de luchas cívicas y sindicales. 

 

Meses antes había terminado la disputa por Barrancabermeja, calle por calle, entre guerrilleros y paramilitares, en medio de crueles atentados y asesinatos colectivos. La ciudad, para la fecha de la Ruta, ya había caído en manos de los paramilitares. 

 

* * *

 

IPS

25 de noviembre de 2003

 

En la soledad del Putumayo

 

Por Constanza Vieira, enviada especial

 

PUERTO CAYCEDO, Colombia, 25 nov (IPS) - Poco antes del atardecer, un grupo de chóferes sesiona al lado del camino, en un alto obligado de la Ruta Pacífica de las Mujeres contra la guerra colombiana, por la rotura del neumático de uno de los autobuses.

 

Es una de las tantas medidas de autoprotección de esta caravana de más de 3.000 mujeres que viajan en más de 100 autobuses rumbo al meridional departamento del Putumayo: si alguien queda varado, todos lo esperan.

 

Si alguno de los actores armados decidiera llevarse a la fuerza a una de las viajeras, han pactado que todas se irían con ella.

 

El trayecto fue emprendido el domingo para llegar al corazón de la guerra: el Putumayo, epicentro de la lucha del gobierno contra los cultivos de coca y la guerrilla. Allí se aplican fumigaciones aéreas masivas sobre 66.000 hectáreas de sembrados ilegales del arbusto, a partir del cual se fabrica la cocaína.

 

A la caravana de 96 autobuses que arribaron el lunes desde distintos puntos del país a Mocoa, capital del Putumayo, se sumaron otros 15 provenientes de la zona.

 

Las viajantes rechazaron la escolta militar ofrecida por el gobierno de Alvaro Uribe y enviaron mensajes a la guerrilla izquierdista y a los paramilitares de derecha, instándolos a convertir los trayectos de la caravana, durante seis días, en corredores humanitarios.

 

En las grandes ciudades colombianas, la idea misma de esta marcha es percibida como una locura. La guerra que se libra en áreas rurales ha arrinconado paulatinamente a los citadinos dentro de los perímetros urbanos.

 

Pero la caravana ya estaba el lunes en territorio de guerra, sin reportar novedades. Y los chóferes dispuestos a seguir, pero con dudas.

 

”Eso se sabe”, comentaba a sus colegas un conductor,”nadie puede circular después de las seis”.

 

Se refería a una de tantas leyes no escritas de este país: la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, con 40 años de rebelión armada) no permite el tránsito por las carreteras de sus dominios entre las seis de la tarde y las seis de la mañana.

 

La ruta que lleva de Mocoa a Puerto Caycedo, en dirección a Ecuador, figura como pavimentada en los mapas del Plan Colombia contra el narcotráfico y la guerrilla. Pero una de las principales carreteras del país no es más que una vía de pedregullo y tierra con cinco metros en sus tramos más anchos.

 

Aunque hay recursos para pavimentarla, los trabajos cubrieron sólo siete kilómetros desde Mocoa, debido a la presencia guerrillera.

 

Reparado el neumático y con la última ceja de luz solar, la serpiente de farolas, polvo y motores diesel reemprende su marcha, a 20 kilómetros por hora, y se adentra en la noche sin obstáculos.

 

Este bien podría ser el movimiento feminista más grande y mejor articulado del mundo a favor de la paz: 315 organizaciones de mujeres agrupadas en ocho regiones hacen presencia masiva allí donde la geografía de la guerra colombiana señale la violencia mayor.

 

Esta es la tercera edición de la Ruta Pacífica. En 1996 1.000 mujeres se movilizaron al noroccidental Murindó, por entonces la región más convulsionada por los combates.

 

En 2001, 5.000 mujeres llegaron a la central Barrancabermeja, donde meses antes se había librado la disputa de guerrilleros y paramilitares, en medio de atentados y asesinatos colectivos.

 

”Ni una mujer, ni un hombre, ni un peso más para la guerra”, advierten sin cesar. Este año, la Ruta decidió acompañar a las mujeres del Putumayo en su soledad.

 

El trayecto de Mocoa a Puerto Caycedo, normalmente de tres horas, lleva cinco y media a la caravana, a través de tramos de selva y de Villa Garzón, 16 kilómetros al sur de Mocoa.

 

El personero de Mocoa (funcionario municipal que tramita las denuncias de los ciudadanos), Gustavo Burgos, había explicado a IPS que en Garzón despachan sus asuntos las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

 

 

Cuando en la zona de Mocoa y Villa Garzón surge un litigio, los paramilitares intervienen. ”De las cifras de muertos uno se va olvidando porque la gente no habla, no denuncia”, agregó.

 

En Mocoa están asentadas unas 11.000 personas desplazadas de sus hogares por la guerra. Algunas llevan dos años viviendo en tiendas de plástico. En medio de los combates, no encuentran sentido al retorno. La mayoría de lo s desplazados -entre dos y tres millones en todo el país- son mujeres y niños.

 

A cinco minutos de automóvil de Garzón hay una brigada del ejército y un batallón antinarcóticos que alberga el aeropuerto civil. En torno a las dos bases se mantienen siete anillos de seguridad para protegerse de la guerrilla.

 

En las aldeas más grandes dominan los paramilitares, que han logrado copar todas las cabeceras municipales del Putumayo. El campo, en cambio, permanece en manos de las FARC.

 

En Puerto Umbría, los residentes están en la calle y han armado una fiesta simplemente para decir adiós a las mujeres de la Ruta Pacífica. ”¿De dónde vienen?”, preguntan a gritos a las pasajeras.

 

Viajan indígenas paeces y guambianas del Cauca, profesionales de Bogotá, Cali y Medellín, líderes populares de Santander y de Bolívar, maestras del Huila y de la zona cafetalera, negras de las selvas del Chocó y dirigente s campesinas contrarias al libre comercio.

 

Muchas van vestidas de negro. Es el movimiento de Mujeres de Negro contra la guerra, iniciado en Israel y que en Colombia encontró terreno fértil.

 

En los tramos entre aldea y aldea, en medio de la oscuridad, los pobladores rurales, ancianos, niños, mujeres y hombres, improvisan el símbolo universal de la paz y agitan camisetas y sábanas blancas para saludar a la car avana.

 

A veces surgen de la nada grupos de niñas y niños de todas las edades, otras son familias enteras, o un anciano solitario que ondea un pañuelo blanco desde el corredor de su casa. A veces, las casas tienen luz. ”!Gracias por venir!”, se oye al pasar.

 

Puede ser la alegría de ver pasar en la noche, después de años y a contravía de las prohibiciones, no un autobús, sino más de cien de una vez. Los chóferes terminan por tocar las bocinas en respuesta a tanta hospitalidad.

 

 

Las viajeras saben que no sólo los campesinos las ven pasar. Las FARC, desde la oscuridad, atienden el llamado y deciden no mostrarse.

 

Puerto Caycedo, un villorrio de 2.500 habitantes, cayó meses atrás en manos de los paramilitares. Hace seis semanas, la policía retornó y patrulla ostentosamente la llegada de las mujeres.

 

El recibimiento, a las 11.30 de la noche, es discreto. Pero los habitantes abren sus hogares para alojar a todo el contingente, más del doble del total de la población. Una hora después, reina una acogedora tranquilidad.

 

Este martes amanece con la noticia de que en Villa Garzón, a las seis de la mañana, han acribillado a balazos en la puerta de su casa a Luz Marina Benavides, presidenta del Comité de los Derechos del Pueblo.

 

El crimen coincide con la conmemoración, este 25 de noviembre, del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha en que se recuerda la violación, tortura y muerte de tres hermanas opositoras al régimen del dictador Leonidas Trujillo (1930-1961) en República Dominicana.

 

Durante su sesión central en las afueras de Puerto Caycedo, las participantes de la Ruta Pacífica guardan un minuto de silencio.

 

La caravana iniciará el retorno este miércoles y el paso obligado será Villa Garzón. Las organizadoras resuelven que harán allí un alto y, en la plaza central, las Mujeres de Negro cumplirán un plantón en protesta por el asesinato de la líder popular.



Inicio IniciativasPonenciasDocumentosMama Coca

©2003 Mama Coca. Favor compartir esta información y ayudarnos a divulgarla citando a Mama Coca.