A PROPÓSITO DEL DOCUMENTO
“POR UNA SOCIOLOGÍA DEL NARCOCULTIVO DE CANNABIS SATIVA


Darío González Posso

 

El documento del brasilero Jorge Atilio Silva, contiene aspectos de gran interés sobre “la sociología del cultivo” de la marihuana en Brasil. Aunque el autor no hace un estudio comparado, puede ser útil para la interpretación del problema de los cultivos de uso ilícito en otros países como Colombia, donde se encuentran en la actualidad las mayores extensiones de cultivos de hoja de coca dirigidos al proceso de la cocaína. Tal utilidad se podría derivar de identificar similitudes y diferencias en dos escenarios: el brasilero y el colombiano.

Las coincidencias más importantes se relacionarían quizás con la existencia en ambos países de profundas crisis agrarias, inequidad en la distribución de la propiedad de la tierra, políticas macroeconómicas de efectos nefastos sobre la producción campesina, destrucción de las economías campesinas tradicionales. Los megaproyectos en Brasil, en especial en el Nordeste, entre ellos embalses e hidroeléctricas, como en Colombia, causan desplazamiento forzado.

Frente a la voracidad del Capitalismo agrario y al impacto de políticas ejecutadas por los sucesivos gobiernos, que condujeron la economía campesina a una extrema pobreza, el campesino cultivador de los “ilícitos” en Colombia, como el campesino del Nordeste brasilero, son rehenes de estrategias de supervivencia, entre ellas su vinculación a cultivos proscritos. Hay una coincidencia entre la aplicación de las políticas neoliberales, el empobrecimiento de los campesinos y el desarrollo de cultivos de uso ilícito, aunque quizás debemos agregar que tales condiciones no constituyen razón suficiente para la interpretación del fenómeno, pues hay países donde confluyen factores similares pero que no se configuran  como productores de los mencionados cultivos. Este hecho quizás debería ser objeto de estudios comparados.

Pero independiente de la interpretación de las causas, también es cierto que tanto en Brasil, como en Colombia, además de los factores estructurales antes anotados y de políticas públicas desfavorables, el campesino vinculado a los cultivos proscritos también es un rehén de los empresarios del "narconegocio", “traquetos” y narcotraficantes. Ellos controlan buena parte de la cadena productiva, suministran una porción considerable de los insumos, controlan procesos de transformación, la comercialización y el tráfico, y se aseguran enormes lucros. El campesino se ubica en el lugar donde están los mayores riesgos y las menores ganancias. Como si fuera poco, el campesinado colombiano también sufre la presión económica, de poder y de violencia del conjunto de actores que se lucran de la economía de las drogas ilícitas.

Pero una diferencia básica con la situación de Brasil es, sin duda, la existencia en Colombia de un conflicto armado interno y la vinculación de la economía de los cultivos "ilícitos" y de las mencionadas drogas a la economía de la guerra, economía que tiene actores precisos que son grupos armados irregulares (paramilitares e insurgentes). Por esto, las propuestas para sustraerle la mano de obra campesina al narcotráfico, debe completarse con la idea de sustraer la mano de obra campesina a la economía de la guerra, pero no mediante los métodos de la guerra misma, de la agresión, o de la erradicación forzada, de la fumigación y de la penalización (incriminación), sino mediante alternativas pacíficas y orientadas a la recuperación de la economía campesina. Las políticas de erradicación forzada desarrolladas por el Estado colombiano, dictadas desde Washington, tienen un contenido en últimas bélico; la fumigación aérea sobre zonas con presencia de cultivos proscritos constituye una operación de guerra. Más aún: por cuanto hay una utilización masiva de líquidos tóxicos en fumigaciones dirigidas a objetivos civiles, en Colombia se está en presencia de una guerra química contra una parte del campesinado. Mediante tales fumigaciones el Estado viola derechos humanos e infringe normas del Derecho Internacional Humanitario; afecta las fuentes de alimentos y por tanto la seguridad alimentaria, viola el derecho al medio ambiente sano, produce desplazamiento forzado de poblaciones. Nueva violencia del Estado colombiano sobre el campesino, que se suma a la violencia tradicional del capitalismo agrario.

Crisis agraria, concentración de la tierra, ausencia de políticas públicas que protejan la economía campesina, desplazamientos forzados, confluyen en Brasil con la expansión de los cultivos de marihuana en el "Polígono da maconha", en el marco de un sistema que se articula con las economías locales, interregionales e internacional. Esto hace parte del objeto de estudio.

 

Darío González Posso

 

 


Inicio IniciativasPonenciasDocumentosMama Coca

©2003 Mama Coca. Favor compartir esta información y ayudarnos a divulgarla citando a Mama Coca.