TENDENCIAS MUNDIALES
LAS LECCIONES DE VIENA


Martin Jelsma
Transnational Institute

 

RESUMEN

 

De la sesión extraordinaria de la Comisión de Estupefacientes realizada en Viena [abril 2003], con el objetivo de valorar las políticas sobre drogas en todo el mundo, se desprende que no se han cumplido ninguno de los objetivos establecidos desde 1998 por la ONU: “eliminar o reducir considerablemente el cultivo ilícito del arbusto de coca, la planta de cannabis y la adormidera para el año 2008”. Hay cuatro puntos prioritarios que en nivel de la ONU se debería abordar:

-    incorporar el concepto de la reducción del daño al debate sobre drogas,

-    abrir espacio para que la tendencia de la despenalización del cannabis pueda avanzar,

-    otorgar un mayor margen de maniobra en el ámbito de la oferta y

-    plantear iniciativas para revisar las convenciones sobre control de drogas de la ONU”.

Conclusión:

Para acabar con la actual parálisis, hay que construir alianzas políticas.

Ningún país puede hacer frente en solitario a la presión de los Estados Unidos. La ONU podría emplearse como foro para estudiar dichas alianzas. Los países con ideas afines podrían presentar ciertos temas de manera coordinada y garantizar su seguridad a través de esta alineación política. Uno de los principales obstáculos para establecer estas alianzas hay que hallarlo en la doble división del debate sobre drogas: la 'tolerancia cero' frente al pragmatismo y el Norte frente al Sur.

La cuestión primordial que siempre presenta de manera multilateral el grupo latinoamericano se centra en la noción de la 'responsabilidad compartida', entendida como una mayor participación económica en el desarrollo alternativo por parte de los llamados países desarrollados, la crítica contra el mecanismo unilateral de certificación estadounidense, la petición de que se preste mayor atención a la demanda, el blanqueo de dinero, los precursores químicos y drogas sintéticas.

En principio, todas estas cuestiones son muy válidas, ya que el sistema de control de drogas ha cargado el peso de la responsabilidad sobre el cultivo en los países del Sur durante largo tiempo (...)

Lo complicado ahora está en el modo en que la división entre Norte y Sur ha afectado a la otra división: la de la tolerancia cero y el pragmatismo. Los países del Sur piden ayudas económicas y denuncian la hipocresía del Norte. Arguyen que los países del Norte no sólo deberían compensarles por la pérdida de ingresos - de los campesinos y de la economía nacional - sino también aplicar el mismo tipo de represión a la parte del problema de la que son responsables, a saber, la demanda, el blanqueo de dinero y los precursores. Ya que tanto se presiona al Sur para que extradite a los grandes traficantes e incluso para que envíe a sus ejércitos a luchar contra los campesinos y destruir sus medios de vida, exigen que el Norte no sólo controle los bancos y la industria química, sino que también encarcele a sus consumidores. 

De hecho, los países del Sur se han alineado en el ámbito de la ONU en el bando de la ‘tolerancia cero’. Todo amago de adoptar posturas indulgentes en cuanto a la reducción del daño o de despenalizar el cannabis en los países europeos y el Canadá es recibido por fuertes críticas de los países de África, Asia y Latinoamérica.

Es necesario acabar con esta interpretación tergiversada de lo que se conoce como 'responsabilidad compartida' y 'enfoque equilibrado'. Se deben crear alianzas fundamentadas en la solidaridad con las víctimas que se encuentran a ambos extremos de esta guerra contra las drogas, ya sean del Norte o del Sur, consumidores o productores. Por lo tanto, es imprescindible redefinir los conceptos de 'responsabilidad compartida' y de 'enfoque equilibrado' entre la demanda y la oferta.

Si los países en Latinoamérica desean desafiar la guerra contra las drogas que se les ha impuesto, mayor margen de maniobra para negociar con los campesinos, acabar con la erradicación forzosa, deberán tender puentes con aquellos países del Norte que están experimentando con enfoques menos represivos (países como el Canadá, los Países Bajos, Suiza, Portugal, etc.).

Si se pudiera reunir una coalición de países con planteamientos similares que actuara de manera coordinada a la hora de estudiar políticas sobre drogas más justas y eficaces tanto para la demanda como para la oferta, la ONU podría convertirse en un foro útil. Sólo entonces, una alianza política más fuerte podrá iniciar un debate más objetivo sobre las actuales estrategias en materia de drogas y desafiar la hegemonía y el discurso estadounidense en este ámbito.

La inclusión del tema de las drogas en la agenda del proceso del Foro Social Mundial podría desempeñar un papel destacado para redefinir el concepto de la responsabilidad compartida y para establecer una estrategia común para dicha coalición. Al unir a gente de todas partes del mundo y de todos los eslabones de la cadena de las drogas, se podrían vincular las políticas de drogas con temas sociales, como los derechos humanos, sociales y culturales, la marginalización y la exclusión, la importancia de las economías de supervivencia, el impacto de la globalización neoliberal, la prevención y resolución de conflictos, etc.

Finalmente, una alianza mundial de esta naturaleza puede ayudar a presionar sobre los puntos prioritarios arriba mencionados, pedir que se realiza una evaluación independiente del actual sistema mundial de control de drogas y poner en la mesa recomendaciones para una política de drogas más eficaz, más justa y más humana.

 


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