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Conversaciones de Paz:
Cultivos ilícitos, narcotráfico y agenda de paz
Ed. Indepaz – Mandato Ciudadano por la paz, junio de 2000

Narcotráfico, medio ambiente y paz

Klaus Nyholm*
Representante UNDCP para Colombia y Ecuador

Introducción

Como representante del Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (UNDCP) en Colombia me es grato dirigirme a todos ustedes para tratar sobre Cultivos Ilícitos, Medio Ambiente, Narcotráfico y Paz, cuatro temas diferentes pero al mismo tiempo interrrelacionados.

Cultivos ilícitos y medio ambiente

El Programa que represento, comúnmente llamado Programa anti-drogas de la ONU, estima que en 1997 habían 180.000 hectáreas cultivadas con coca y 270.000 hectáreas con amapola en todo el mundo.

En cuanto a la amapola, su cultivo en Colombia es de menos de 10.000 hectáreas, formando parte de las Ligas Menores de cultivo y producción. Pero en lo que respecta a la coca, Colombia junto con Bolivia y Perú forman la Liga Mayor. Teniendo en cuenta que en Colombia hay 80.000 hectáreas cultivadas con coca, el país se ha convertido, en los últimos años en el mayor productor de la hoja, y mantiene desde hace muchos años su posición como el principal proveedor de cocaína, con no menos del 75% del mercado mundial.

Todos sabemos que el cultivo ilícito ocasiona graves consecuencias en el medio ambiente. Para entender la situación real, debemos diferenciar entre los efectos ambientales del cultivo y de la producción de la droga, y los efectos de la lucha anti-drogas realizada por las autoridades estatales.

El debate en Colombia se viene concentrando en los efectos, supuestamente negativos, de la lucha contra las drogas. El tema más caliente hasta ahora ha sido el uso de herbicidas con los cuales la Policía Antinarcóticos fumiga los cultivos ilícitos. Los efectos, mucho más nocivos en el cultivo y producción de cocaína y heroína, se ha dejado un poco de lado. Sin desconocer el daño causado por la erradicación mediante fumigación con glifosato, consideramos que este debate unilateral es lamentable ya que el problema de la fumigación es menor que el problema causado por el cultivo y producción de los psicoactivos.

La siembra de amapola y coca, y la producción de heroína y cocaína, tiene unos efectos desastrosos en términos ambientales. Primero que todo, se tala y quema muchisima selva primaria en ambientes frágiles. En el caso de la amapola, en los valles andinos altos, y en el caso de la coca, principalmente en la Amazonía y la Orinoquía. Se estima que para sembrar una hectárea de amapola o coca hay que tumbar tres o cuatro hectáreas de bosque. ¡Imagínese la cantidad de hectáreas de selva arrasada en Colombia durante los últimos 20 años!.

Conocemos algo de los efectos nefastos para el medio ambiente ocasionados por la destrucción de la selva Amazónica. Sin embargo, es poco lo que se sabe en relación con la deforestación de la selva Andina, a la que también llamamos selva nublada, bosque húmedo o bosque de agua. Como se dice en mi idioma "Niño querido tiene muchos nombres" pero no parece tan querido por el tratamiento que recibe.

Es en esta selva que nacen los ríos colombianos. En otras palabras es la fábrica de agua del país, actuando como una esponja y proporcionando agua incluso en el verano. Cuando se destruye esta selva se daña la esponja, lo que produce inundaciones en el invierno y sequías en el verano. Además, la erosión que resulta en las pendientes desprotegidas pronto forzará a los amapoleros a desplazar sus cultivos ilícitos a otros terrenos, lo que significa tumbar aún más bosque húmedo. En fin, el cultivo de la amapola es una amenaza real, no solamente para la biodiversidad sino también para el suministro de agua a los colombianos en un futuro no tan lejano.

Igual de preocupante es la contaminación del medio ambiente causada por las sustancias químicas, los llamados precursores, utilizados para producir las drogas, y por el uso masivo de fertilizantes y plaguicidas en los cultivos ilícitos. Esto sin contar las enfermedades ocasionadas por los químicos a la población que trabaja en los cultivos.

Aunque reconocemos el daño ocasionado al medio ambiente por las fumigaciones con Glifosato o Tibuthiurón sabemos que éste es relativamente menor. Los efectos medioambientales de la lucha anti-droga son indirectos. Me explico. Los efectos indirectos tienen que ver con la forma como reaccionan los cocaleros y amapoleros frente a la fumigación de sus cultivos ilícitos. Algunos hacen lo que esperamos todos, es decir, que abandonen su cultivo, pero muchos otros, a veces por falta de alternativas, se mueven selva adentro para sembrar en tres o cuatro sitios diferentes con el fin de ocultar de los aviones parte de sus cultivos. En este proceso se destruye aún más selva.

¿Qué hacemos para solucionar o por lo menos para disminuir este problema indirecto?. No es fácil y no hay soluciones rápidas. A mi entender, no debemos fumigar a los campesinos para quienes los cultivos ilícitos son sólo cultivos de pancoger. El campesino que tiene sembradas dos hectáreas de coca no es un delincuente como el narcotraficante que maneja 75 hectáreas con fines comerciales. Debemos encontrar otro camino. Una salida viable es el desarrollo alternativo. En este país, este programa lo realiza el Plante con un poco de ayuda de mis amigos internacionales. El desarrollo alternativo ofrece infraestructura vial y de salud, créditos, asistencia técnica e ingresos lícitos alternativos como el cultivo de lulo o del palmito. Estas alternativas, impulsadas a través de proyectos productivos, son ambientalmente sostenibles.

Nuestra experiencia, la del Plante y la de otros países muestra que la mayoría de los campesinos, si tienen la oportunidad, abandonan el cultivo ilícito y se alejan de la violencia y de todos los males que conllevan la coca y la amapola. Sin embargo, no todos son receptivos al desarrollo alternativo. En este país, más de la mitad de la coca y la amapola es cultivada no por campesinos sino por grandes narcotraficantes en sus plantaciones comerciales. A ellos les importa muy poco el desarrollo alternativo y por lo tanto no hay otra opción que la represión.

Narcotráfico y paz

Antes de terminar, quiero hacerles unos comentarios referentes a otros dos temas relacionados, el narcotráfico y la paz. Aunque las guerras contra los subversivos, llámense éstos guerrilleros o paramilitares, y contra el narcotráfico son diferentes, no cabe duda que están íntimamente ligadas. En realidad, el uno se refuerza con el otro. El hecho de que haya un conflicto armado desarrollándose en áreas en donde se cultiva y produce drogas deja entrever la falta de control y presencia estatal, proporcionando a los narcotraficantes las condiciones necesarias para manejar su negocio ilícito. Aunque no me parece adecuado utilizar el término narcoguerrilla, ya que no hay indicios de que la guerrilla cultive y produzca estupefacientes, sí es cierto de que hay una relación entre la guerrilla y los narcotraficantes. La guerrilla presta sus servicios de protección a los narcotraficantes, quienes a cambio pagan un impuesto permitiendo financiar la guerra de la guerrilla. En otras palabras, los narcotraficantes prosperan con el conflicto interno y por esto no tienen interés alguno en la paz. El conflicto armado a su vez depende del dinero de la droga. Por eso, para poder combatir y vencer al narcotráfico el país necesita paz. Esto también me lleva a decir que ojalá la guerrilla no olvide sus orígenes y sus objetivos políticos y que, como otros grupos armados, no se deje seducir por el dinero de la droga. Por que si fuera así, tendríamos problemas aún más grandes.

Pero, en este momento no hay razón para estar pesimistas. Como representante de UNDCP en Colombia quiero reiterar lo que ustedes ya saben. La ONU viene trabajando por la paz en Colombia y seguirá ofreciendo su asistencia al pueblo colombiano. Una de las precondiciones más importantes para lograr la paz es, sin lugar a dudas, un esfuerzo muy importante nacional e internacional en el tema del desarrollo alternativo en las zonas de cultivos ilícitos del país.


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*  Intervención en el "Congreso Nacional Ambiental", Guaduas Cundinamarca, 24, 25 y 26 de julio de 1998.


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