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Conversaciones de Paz:
Cultivos ilícitos, narcotráfico y agenda de paz
Ed. Indepaz – Mandato Ciudadano por la paz, junio de 2000

LA CUESTIÓN AGRARIA Y LA PAZ

ERRADICAR EL LATIFUNDIO UNICA ALTERNATIVA

Alfonso Cano*

La superación de la crisis que vive Colombia, pasa necesariamente por la solución de las enormes inequidades que se vive en nuestros campos. Ellas están en el centro de las dificultades que padecemos. Las salidas que busquemos debemos elaborarlas entre todos, con el esfuerzo prioritario del campesinado, comunidades negras e indígenas quienes deben participar en el diagnóstico, en la definición de las estrategias y políticas y, por supuesto, en la dirección ejecutiva y de control de lo acordado.

La crisis agraria se halla íntimamente articulada a la situación general del país, afectando y siendo afectada simultáneamente por el Régimen Político, la dependencia, el desempleo, la violencia y en general por el Estado y el conjunto de la sociedad. Por ello, colocar el campo colombiano a la altura de un Nuevo País, supone la solución de la crisis general del sistema. No existe una solución aislada. No valen los paños de agua tibia.

El objetivo es ubicar la producción y la vida de nuestros campos, a tono con los desafíos de construir una nueva sociedad, justa, democrática y soberana, en donde el ser humano y no el capital, sea el eje del desarrollo nacional. En donde la tierra esté repartida equitativamente y se eleven las técnicas y conocimientos para su aprovechamiento, de tal manera que proporcione empleos dignos y los productos necesarios para la alimentación, que sea fuente de aprovisionamiento de las materias primas para la industria utilizando racional y soberanamente las enormes riquezas naturales que poseemos y preservando ese tesoro nacional que representa nuestra biodiversidad.

Una organización justa y moderna de nuestros campos debe garantizar la producción necesaria para los mercados internacionales, suficientemente competitiva para atraer las divisas requeridas.

Pero nuestra nación debe pagar la deuda que ha adquirido con el campesinado colombiano. Volver las expectativas, los recursos y la atención hacia lo nuestro. Indemnizar a las víctimas de la violencia y a los desplazados devolverles sus propiedades arrebatadas por el terror latifundista. Liquidar el despropósito neoliberal que nos ha llevado a importar anualmente 7.5 millones de toneladas de productos del agro, cuando tenemos más de 51 millones de hectáreas abiertas, 10 aptas para la agricultura, muy mal repartidas y pésimamente aprovechadas, pues solamente 4 millones están cultivadas.

Conquistar la paz para Colombia, significa en primer lugar erradicar el latifundismo con todas las relaciones feudales y señoriales que trae consigo. Significa restituirle la dignidad arrebatada a nuestros campos. Supone armonizar el desarrollo agrario con el urbano elevando a nuevos niveles la calidad de vida de nuestras gentes. Supone aplastar los vicios de la corrupción y del gamonalismo que han arrebatado los recursos destinados a la inversión. Presupone disminuir los costos de la producción elevados por la altísima concentración de la propiedad. Y presupone, fundamentalmente, un nuevo Régimen Político que erradique el terror, herramienta preferida por los terratenientes para ensanchar sus linderos a costa del sufrimiento de los pequeños propietarios, de los indígenas, de las comunidades negras y de los colonos.

Para alcanzar estos objetivos se requiere de una Nueva Política Agraria, que debe consultar con estos criterios:

1.      Redistribución de la tierra colocando límites al tamaño de la propiedad según su calidad, cultivos, regiones, vías de comunicación y mercadeo, dentro de los marcos de la actual frontera agrícola evitando que se amplíe y asegurando que los nuevos derechos de propiedad impidan un nuevo proceso de relatifundización.

2.      Complementar la titulación con un subsidio, un plan de asistencia técnica para la producción, la administración y el mercadeo, educación técnica y facilidades para adquirir préstamos baratos.

3.      Reordenamiento Territorial, que incorpore al país, sus regiones y los municipios a la planificación y ejecución de la Nueva Política Agraria. La viabilidad y ejecución de Megaproyectos viales, hídricos y de explotación de recursos naturales deben acordarse con las comunidades de las áreas comprometidas.

4.      Proteger la producción nacional con aranceles y subsidios acordes a la situación del mercado internacional y rediscutir los acuerdos de comercio exterior que sean lesivos para la realización de los productos agropecuarios nacionales. La nueva situación debe garantizar, en primer lugar, la demanda del mercado nacional estableciendo claros parámetros de calidad, así como también, la planificación de la producción destinada a cubrir mercados internacionales.

5.      Como principio patriótico, defender la economía campesina porque garantiza la seguridad alimentaria, genera empleo, estabiliza el sector primario como base para desarrollar otros ámbitos de nuestra economía, contribuye al desarrollo de una sociedad en paz, y además, porque la economía campesina es viable y sostenible.

6.      Regresar a las comunidades indígenas la tierra que les ha sido arrebatada por los latifundistas, apoyar su organización autónoma, respetando su cultura, su lengua y su relación con la tierra. Priorizar la entrega de terrenos a las comunidades negras respetando sus criterios de territorialidad y cultura. Implementar el desarrollo de formas de propiedad campesina colectiva, estimulando las ya existentes y fortaleciendo su organización. En todos estos casos, las comunidades gozarán de los beneficios de la Nueva Política Agraria.

7.      Reparación integral para las víctimas del desplazamiento forzado, desarrollando un plan de retorno digno y con plenas garantías a sus tierras originales.

8.      Afianzar el reconocimiento de la propiedad social de los colombianos sobre los recursos genéticos y de biodiversidad existentes en nuestro territorio. Impedir los intentos de patentar la vida. Someter a vigilancia ética cualquier experimento con seres vivos. Desarrollar planes de reforestación y protección de cuencas hidrográficas que defiendan y amplíen nuestras reservas de agua y de oxígeno.

9.      Adelantar una política de MANOS MUERTAS sobre nuestros bosques, selvas y humedales para proteger estos sistemas ambientales y concretar programas para su conservación y ampliación. El plan nacional de desarrollo económico-político y social incorporará este propósito como factor estratégico.

10.  Desarrollar un Plan Piloto de sustitución de plantaciones de marihuana, coca y amapola, con financiación de la comunidad internacional principalmente de los países consumidores, concertada con los cultivadores, bajo los principios de la Nueva Política Agraria y entendiendo que son mayoritariamente cultivos de subsistencia.

11.  Dignificar la vida rural llevando servicios públicos básicos y posibles como la electrificación, mejoramiento de vías, educación, salud, vivienda y agua potable, planes que serán desarrollados por el Estado.


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*  Resistencia. Revista de las FARC. Edición No. 116. Agosto - septiembre de 1999


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